La caminata hacia la habitación fue casi tan tortuosa para Killorn como para Ofelia. Mientras que Killorn estaba ansioso por inclinarla sobre cada superficie posible, Ofelia se preguntaba si sería capaz de caminar si lo hacían durante tanto tiempo. Cuando Killorn la llevaba en brazos cerca de un sirviente, ella vio la expresión de sorpresa y confusión del vampiro.
—P-por favor, prepara un baño de inmediato —exclamó Ofelia, sorprendiendo a Killorn, cuya cabeza se volvió hacia ella.
Ofelia se sonrojó y miró hacia arriba indefensa hacia él. —E-estuve fuera todo el día y e-estoy sudada... P-por favor, déjame limpiarme primero.
—Me gusta de esa manera —respondió secamente Killorn.
—¿P-por favor? —musitó Ofelia, aterrorizada por si probaba su piel y esta era salada como palomitas de maíz. También la aterrorizaba lo que él pudiera pensar de su olor.