De repente, Mirabelle se atragantó. Luego, se tapó la boca y tragó.
—Oh Dios, casi vomito en mi boca.
Ofelia mantuvo su rostro sereno. Su corazón latía a mil por segundo. Nunca fue buena para las confrontaciones.
—¿¡Piensas que soy la amante de mi hermano?! —Mirabelle abrió los ojos sorprendida, llevando una mano a su pecho, casi ofendida—. Es tan feo, ¿por qué alguien querría ser su amante?
—O-oh, ¿q-qué? —Las mejillas de Ofelia se pusieron rojas brillantes. Estaba mortificada. Sus errores eran evidentes. Deseaba poder enterrarse en un hoyo.
—M-mi esposo n-no es feo —Ofelia finalmente logró decir.
Mirabelle se quedó boquiabierta.
Ofelia se sonrojó.
Ofelia desvió la mirada y carraspeó torpemente. Killorn era fácilmente uno de los hombres más guapos de todo el imperio, si no del continente. Con sus intensos ojos pensativos, cabello oscuro y mandíbula fuertemente marcada, ¿quién se atrevería a insultar su apariencia?