```
Ofelia esperó a que Killorn se durmiera. Yacía en su apretado abrazo, sabiendo que sería imposible deslizarse fuera de su agarre. Una parte de ella quería atesorar ese momento un poco más. Podía sentir el cuerpo de él subir y bajar con cada exhalación suave. En su sueño, sus majestuosas facciones se suavizaban y se volvían vulnerables, pero su agarre sobre ella era decidido. Observó sus cejas marcadas, perdidas en un sueño profundo. Se deleitó con su olor, a rico pino y pura masculinidad. Y pronto, Ofelia logró deslizarse, retorciéndose lentamente y apenas, hasta que se reemplazó por una almohada.
Nyx todavía no se veía por ninguna parte. Con una mirada final hacia su esposo, Ofelia salió a la noche con un abrigo grueso y una capa. Sabía que lo que estaba haciendo era una locura. Él nunca se lo perdonaría, pero ella nunca se perdonaría si no lo intentara.