El libro no ofrecía una única solución. El diario de la Diosa de la Luna, a pesar de ser un mensaje directo a su hija, eran solo divagaciones sobre su doloroso embarazo. Postrada en cama desde el amanecer hasta el atardecer. Angustia insoportable toda la noche. Estar embarazada de un Descendiente Directo era prácticamente como condenar a Selene a muerte por tortura.
Ofelia leyó hasta llegar a una página que la detuvo en seco. Los dedos de Layla temblaban mientras leía el pasaje en voz alta.