El baile estaba en su máximo esplendor. Músicos de renombre mundial actuaban en un rincón, chefs humanos y vampiros trabajaban juntos para crear una paleta de sabores digna de un banquete de dioses, y la decoración entera estuvo a cargo de la misma gente que una vez diseñó la boda más esperada del siglo.
No se veía ni un solo defecto, ya que humanos, hombres lobo y vampiros se mezclaban entre sí, pero se mantenían en grupos homogéneos.
—Ustedes, los hombres lobo, ciertamente saben cómo criar animales correctamente, la guarida de los perros acaba de tener una nueva camada de cachorros —elogió un vampiro a uno de los criadores, alzando en el aire un brindis con una copa de sangre.
—Bueno, sus genes sedientos de sangre tenían que venir de algún lado —replicó el hombre lobo, torciendo los labios en una sonrisa.
La tensión centelleaba en el aire, pero luego, de repente, estallaron en carcajadas y se inclinaron más cerca como lo hacen los buenos amigos.