Mientras observaba cómo el dinero en su cuenta disminuía, Yuri no estaba preocupada. Al contrario, sus ojos brillaban con anticipación, como si ya pudiera ver la impresionante gema que estaba persiguiendo.
Tuss, observando desde un lado, esbozó una sonrisa. Parecía completamente una jugadora esperanzada.
Independientemente de si esta vez ganaban el premio gordo, Tuss decidió que esta sería su última apuesta. No la animaría a hacerlo de nuevo.
—¿Cortamos la piedra ahora? —preguntó Yuri, aunque era perfectamente capaz de hacerlo por sí misma.
—¿Quieres vender la gema ahora? —respondió Tuss con una pregunta propia.
Era como si estuvieran seguros de encontrar una piedra preciosa dentro.
—¿Tal vez una o dos? —preguntó Yuri con incertidumbre.
—Entonces abramos dos de ellas —dijo Tuss. Eligió dos piedras de su carrito y se unió a la cola para la máquina cortadora de gemas.
