Cyrus le hizo señas para que se acercara y cuando Jillian guió su caballo para tambalearse cerca, él levantó los pies del suelo y procedió a volar a su lado. Los ojos de Jillian se abrieron de par en par por la sorpresa y miró a su alrededor subconscientemente desconcertado.
—¡Tú...! Curiosamente, todos actuaban como si no notaran nada. No, de hecho, estaban lanzando miradas furtivas a Jillian. Ya sea por su identidad o por su extraño comportamiento.
—No te preocupes, General. —Cyrus aclaró su confusión—. La gente no podrá verme a menos que yo lo permita o... sean niños con corazones excepcionalmente puros y ancianos cuya vida está llegando a su fin. Es por eso que no necesitas actuar de esta manera, de lo contrario atraerás la atención sobre ti mismo.