La oscuridad se cernía sobre él, presionando su pecho y se deslizaba forzosamente en su boca, impidiéndole respirar. Podía sentir... algo; emociones que no le pertenecían. Ira, tristeza, desesperación. Y luego, en medio de la sofocación donde no podía encontrar ni la más pequeña partícula de luz, se abrieron un par de ojos, mostrando orbes completamente negros más aterradores que la propia oscuridad.
—Viste a través de mí... —Los ojos se estrecharon amenazadoramente.
Jillian despertó sobresaltado del sueño, jadeando. El sudor humedecía su camisón de dormir y su corazón retumbaba con fuerza dentro de su caja torácica. Los últimos vestigios de la oscuridad se desvanecieron mientras sus ojos tomaban nota de los alrededores familiares y el fuego ardiente del hogar.
Jillian se encontró poco a poco calmándose aunque aún algo aprensivo. ¿Qué pasaba con ese sueño? Había tenido su buena parte de pesadillas antes pero ninguna… le había hecho sentir de esta manera.