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Resultó que Lu Yizhou estaba medio en lo cierto. Esta vez, el personaje que tomaría era Regius, el Dios de la Oscuridad. O al menos, solía ser un Dios. Desafortunadamente, en estos momentos, ya había sido olvidado; tratado como mitos y leyendas y solo narrado en cuentos infantiles durante la siesta de los niños.
En la gloriosa era de los Dioses, Regius solía ser el más poderoso de todos con millones de fieles rezando por todo el mundo. Al principio, la gente empezó a rezarle por un viaje seguro y protección durante la noche. Su nombre era susurrado con aliento reverencial y su belleza sin igual era adorada por muchos. Con el paso del tiempo, más y más personas le rezaban no solo por transporte, sino por otras cosas mundanas. Rezar por la salud de uno, bendecir a un recién nacido, suplicar la cura para una enfermedad grave. Era tan formidable que casi superó al mismo Dios de la Vida.
