—¿Por qué tienes que tocar todo? —Natha me miró con una expresión cuestionable, haciéndome sentir a la defensiva—. ¡Yo no! —protesté con los labios apretados.
—Bueno, al menos te gusta tocar mi
—¡Aaaahhh! —Presioné mis dedos sobre sus labios.
—¡Este demonio! ¡Cuida tu boca frente a tu--potencialmente--futuro hijo, mi Señor! —Lo fulminé con la mirada y él soltó una risita antes de morder mis dedos juguetonamente.
—¡De todas formas! —Saqué mis dedos mordidos de su boca, protegiéndolos de su continua provocación—. Es simplemente lógico, ¿no crees? Quiero decir, no tenemos otra información.
—Él sonrió y frotó mis labios enojados con una mano, y con la otra, Natha tocó el tubo, vertiendo su mana en el aparato que sostenía el tubo. Como una escena de una película de ciencia ficción—lo cual era bastante discordante en este entorno de fantasía—se pudo escuchar un siseo y la superficie del tubo de cristal centelleó mientras se deshacía la barrera protectora.