—¡Vaaaal! —Ya se había vuelto una costumbre que Zia me recibiera con un abrazo en embestida sin importar quién estuviera conmigo. Una hazaña fácil dado que tenía esas dos alas para lanzarse hacia mí. Y luego Jade se unía con un abrazo de tres. Cosas divertidas.
—Mira...nunca me visitas... —lo primero que Zia dijo después de ese saludo fue quejarse de mi falta de presencia en la Torre, lo cual...bueno, sí, era mi culpa. Le había prometido que iría al menos una vez a la semana, pero no había estado allí desde que me mudé aquí.
—Lo siento... —Me mordí los labios, sintiéndome verdaderamente culpable ahora que me miraba con un puchero—. No pensé que estaría ocupada aquí... —Lo cual era cierto. Pensé que todo lo que haría aquí era leer libros y tener lecciones con Eruha, lo que resultaría en mucho tiempo libre durante el día. Pero entre entrenar con Alveitya y los soldados, así como intentar resolver un invento fallido, sin mencionar la enseñanza más que entusiasta de Eruha...