—¿Eres qué? —Ah... ahora sé lo que querían decir las personas cuando decían que el frío de Pesadilla provenía del miedo. Lo sentí como una fina nevada punzante, arremolinándose en la superficie de mi nuca. La voz de Natha sonaba como de costumbre, pero sentí que ya me costaba más respirar.
Cuando lentamente giré mi cabeza para mirarlo, él estaba sonriendo ligeramente, pero eso solo hacía que el frío en sus ojos fuera más asfixiante.
Ah... estoy en problemas —Literalmente era lo único en lo que podía pensar en ese momento.
—Un momento —dijo con calma, sin apartar la mirada de mí, y yo me quedé petrificada como un pescado congelado en un abatidor.