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Chapter 2 - Poder Instintivo

"¿Por qué tan callado?" preguntó Mallory con una sonrisa, consciente del cambio en su apariencia, aunque curiosa por escuchar lo que Nathaniel diría al verla así.

"¿Realmente… eres tú? ¿Mamá?" Nathaniel miró a la joven que tenía enfrente, intentando encontrar en ella a la madre que siempre había conocido. Su voz era la misma, inconfundible, pero todo lo demás parecía distinto.

"¿Acaso no reconoces a tu hermosa madre cuando la ves?" respondió Mallory con naturalidad, estirando los brazos hacia el cielo y tomando una profunda bocanada de aire. Se dejó caer de espaldas sobre el césped, suspirando con satisfacción. "No pensé que el cambio sería tan significativo. Me siento como una mujer nueva, como alguien diferente a la que era a los veinte, antes de… bueno, de renacer, supongo," comentó, recordando la forma en que la voz se había referido a esta nueva vida. Luego se incorporó, doblando las rodillas y acercando las manos a su rostro, examinándolas. Su piel era suave y tersa, como si el peso de los años y el agotamiento hubieran desaparecido por completo. "Esto es increíble, demasiado, en realidad. Siento que tengo un grito de felicidad contenido, jaja…" se llevó las manos al rostro, disfrutando la sensación de su renovada juventud y de la paz de este momento.

"Entonces… sí eres tú," murmuró Nathaniel, sonriendo al ver la alegría de su madre. "Vaya, nunca habría imaginado que podrías verte así. Y veo que estás muy contenta con el resultado," dijo mientras se sentaba a su lado, dejando que la vista se perdiera en el paisaje del nuevo mundo. "Es un lugar hermoso, ¿no crees?"

"Mmm… ¿eh? Ah, sí, claro. Es muy bonito." Mallory estaba tan absorta en su propio asombro que no había prestado mucha atención al paisaje. Estiró los brazos de nuevo, observándolos antes de apoyar las manos en el césped y mirar a Nathaniel. "¿Estás bien con todo esto, verdad? Aunque fue una decisión de ambos… sé que, en el fondo, fue más por mí."

Nathaniel asintió con firmeza. "Estoy bien, mamá. Además, tenemos suerte de que no sea de noche ni esté lloviendo, si es que aquí también hay eso." Apoyó la cabeza en el costado de Mallory, justo encima de su brazo, y suspiró. "Estar contigo me da seguridad, al final de cuentas."

"Oh, hijo… no sabes cuánto me alegra oírte hablar así. Es momento de un abrazo," dijo Mallory, rodeando el cuello de Nathaniel con un brazo y asegurando el abrazo al entrelazar las manos en su hombro opuesto. Ambos se quedaron así en silencio, sintiendo la calma de su entorno y la presencia del otro en este nuevo comienzo.

Pasaron varios minutos, durante los cuales ambos contemplaron el prado en silencio. Lentamente, comenzaron a pensar en lo que harían a continuación: ¿en qué dirección caminar? ¿Estarían cerca de algún asentamiento? Y si encontraban personas, ¿hablarían el mismo idioma? Mallory fue la primera en romper el silencio.

"Entonces… ¿por dónde empezamos?"

"Mmm… vi un camino de tierra entre esos árboles de arriba. Tal vez podamos comenzar por ahí."

"Suena bien," asintió Mallory, poniéndose de pie. "Espero que haya algo interesante en el camino. Caminar por horas no era lo que imaginaba como mi primera experiencia."

Nathaniel se rió suavemente. "Seguro que encontraremos cosas interesantes por el camino, mamá."

"Eso lo veremos," dijo ella, con una sonrisa.

Ambos comenzaron a caminar por el sendero entre los árboles, que les ofrecían una agradable sombra. Mallory suspiraba de vez en cuando, estirando los brazos y observando el paisaje con expectación. Nathaniel, por su parte, sentía una curiosidad creciente por las posibles habilidades de su madre en este mundo.

"¿Sientes algún cambio especial en ti, mamá? Como… más fuerza o velocidad," preguntó mientras apoyaba la mano en el tronco de un árbol cercano.

"¿Superpoderes?" Mallory rió, aunque de inmediato se dio cuenta. "Oh, cierto… mi deseo."

"Exacto," asintió Nathaniel. "¿No sientes nada diferente?"

"Hmm… no en este momento," respondió ella, encogiéndose de hombros. "¿Cómo se supone que debería saberlo? Tú eres el experto en estas cosas."

Nathaniel dio unas palmadas al árbol, sonriendo con entusiasmo. "Quizás no lo sientas. Podríamos intentar una demostración, algo simple, aquí mismo."

"¿Con este árbol?" Mallory frunció el ceño, dudosa. "Pedí la fuerza para protegerte, pero… no siento que haya ningún peligro."

"Eh… tienes un punto," admitió Nathaniel, aunque luego reconsideró la idea, motivado por la curiosidad. "Pero no necesitas partir el árbol a la mitad. Podemos hacer algo sencillo, como abollar el tronco o hacerlo temblar un poco. Si tienes fuerza sobrehumana o velocidad, mejor probarlo ahora y saber qué tan fuerte eres. Así estaremos preparados si aparece alguna criatura peligrosa. ¿Lógico, no?"

Mallory sonrió, el brillo en sus ojos reflejando la emoción de Nathaniel. "Sí… ¡Tienes razón! Es una buena idea."

"¡Adelante!" animó Nathaniel, apartándose unos pasos para darle espacio, con los ojos brillando de expectación.

"De acuerdo, aquí voy…" Mallory levantó los puños, adoptando una postura de boxeadora. Observó el tronco del árbol, imaginando el impacto devastador que esperaba provocar. Tragó saliva, sintiendo una mezcla de emoción e incertidumbre. Por un momento, pensó en detenerse y sugerir algo más liviano, pero el "¡Sé que puedes!" alentador de Nathaniel la convenció de seguir. Apretando los puños con fuerza, gritó en broma para darse ánimo y lanzó un golpe directo al tronco con toda su fuerza.

Nathaniel observó, conteniendo el aliento, esperando ver el resultado del golpe. Pero, tras unos segundos de expectación, el árbol seguía intacto, sin una sola abolladura. Mallory mantenía su puño en el tronco, sintiendo un leve ardor en los nudillos.

"Auch… auch, auch, auch," se quejó, agitando la mano mientras retrocedía. "¿Entonces? ¿Pasó algo?"

Nathaniel se acercó al árbol, pasando la mano por el área que su madre había golpeado. No encontró ni una marca, ni un solo rasguño.

"No… creo que no pasó nada."

"¿En serio? Pensé que al menos habría dejado una marca… le puse todas mis ganas." Mallory suspiró, algo decepcionada.

Nathaniel se rascó la nuca, avergonzado, y dio media vuelta para disculparse por haberla incitado a intentarlo. Bajó la cabeza, sintiéndose culpable por haberla motivado solo para que acabara lastimándose.

Sin embargo, mientras él estaba sumido en sus pensamientos, algo oscuro descendía lentamente entre las hojas del árbol. Una araña de tamaño descomunal, de patas largas y delgadas, se acercaba con sigilo a su cabeza, alertada por las pequeñas vibraciones del impacto de Mallory.

Mallory, todavía concentrada en examinar su mano, no se percató de la criatura que acechaba a su hijo. Sin embargo, una extraña sensación de alerta recorrió su cuerpo, como si algo la advirtiera de un peligro inminente. Instintivamente, alzó la vista y vio a la araña a solo unos centímetros de Nathaniel, con sus patas listas para abalanzarse sobre él.

Sus ojos se abrieron de par en par. Una persona común gritaría o retrocedería por el miedo, pero Mallory no podía permitirse eso.

Mallory reaccionó instintivamente al ver a la enorme araña sobre Nathaniel: golpeó, golpeó con todas sus fuerzas.

"¡Cuidado!"

Nathaniel abrió los ojos de golpe al escuchar el grito de su madre. Al principio miró al suelo, confundido, pero vio la figura de Mallory inclinada sobre él, bloqueando parcialmente su visión. Se apartó, desconcertado, y siguió la dirección de su puño extendido. El árbol frente a ellos estaba partido en dos.

"Ah… yo… lo que pasó fue…" Mallory jadeó, tratando de procesar lo ocurrido. En un instante, había pasado de calma a un estado de alerta absoluto y luego, de repente, de vuelta a la calma, sin apenas comprender lo que había hecho. Su cuerpo había reaccionado antes que su mente; Nathaniel había sido la razón, la araña el motivo… y el tronco partido en dos, la consecuencia. Miró su mano con sorpresa al ver una sustancia morada descendiendo lentamente por su brazo. Soltó un grito de asco y agitó la mano, limpiándola contra el tronco hasta asegurarse de que no quedara rastro de la cosa viscosa. "¡Ugh! Un recuerdo de esa horrible arañota…"

"¿¡Arañota!?" exclamó Nathaniel, sintiendo un escalofrío al mirar a su alrededor con cautela. "¿Había una aquí mismo?"

"¡Sí! Era enorme y estaba a punto de saltar sobre ti o morderte o… ¡no sé qué pretendía hacer!" Mallory lo tomó de los hombros y lo acercó hacia ella, mientras ambos observaban los árboles con una mezcla de alarma, por si aparecía alguna otra criatura.

"¡Entonces usaste tu poder! ¿Verdad?" preguntó Nathaniel, sin poder ocultar su emoción.

"Eh… sí, lo usé." Mallory sonrió, aunque por dentro aún intentaba asimilarlo todo. "Claro, lo hice. Extendí el puño y el árbol salió volando… tú no pudiste haber sido, y…" Miró a su alrededor, dándose cuenta de que estaban solos. "Sí, fui yo. No hay otra explicación."

"¡Eso fue increíble, mamá! No veo dónde terminó la otra mitad del árbol… seguramente la mandaste lejos. ¡Eres increíble!"

Mallory asintió para sí misma, finalmente comprendiendo que había sido ella quien había partido el árbol en dos. Sentía que el deseo que pidió, proteger a Nathaniel, resonaba con fuerza dentro de ella. Al recordar el dolor en sus nudillos de hace solo unos minutos, no podía evitar sentir un profundo sentido de grandeza y seguridad que nunca antes había experimentado. Levantó ambas manos en alto en forma de puños, con una sonrisa de triunfo en el rostro. La admiración de su hijo la impulsaba aún más, llenándola de un orgullo que no podía ocultar.

"¡Sí, soy genial!" dijo, inflada de orgullo. Luego, volviendo rápidamente a su rol protector, añadió: "Y ahora… salgamos de aquí lo más rápido que podamos." Tomó la mano de Nathaniel y comenzó a caminar con paso firme, evitando acercarse demasiado a los árboles mientras seguían el camino de tierra. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que los árboles a los lados empezaban a verse borrosos.

"¡A-ah! ¡Espera, mamá! Vas muy rápido. ¡Demasiado!" exclamó Nathaniel, con un grito de sorpresa.

"No exageres, Nathaniel. Solo quiero alejarnos de estos árboles antes de toparnos con otra araña gigante."

"¡No, en serio! ¡No puedo tocar el suelo!"

"¿Qué? ¿De qué hablas?" Mallory miró a su hijo por encima del hombro y, tal como él decía, lo estaba prácticamente levantando del suelo. Solo su mano lo mantenía junto a ella mientras los árboles pasaban a gran velocidad, volviéndose una mancha en su visión. Asustada de haberlo lastimado, giró para sujetarlo en un abrazo protector mientras frenaba con los pies, arrastrando los talones en la tierra para detenerse.

La frenada levantó una nube de polvo, y ambos comenzaron a toser. Mallory agitó los brazos para disiparlo, y cuando el polvo se asentó, miró con preocupación a Nathaniel, arrodillándose frente a él. Tomó su brazo con cuidado, buscando signos de daño. "¡¿Te duele?! ¡¿Puedes moverlo? ¡Dime que puedes abrir y cerrar la mano!"

"M-mamá, tranquila. Solo me llevé un susto. Estoy bien, de verdad."

"¿Tú crees? ¡Prácticamente te arrastré hace un momento! ¡No fue mi intención!"

"¡Lo sé, lo sé! Tu reacción me lo dice todo." Nathaniel levantó la mano y la agitó suavemente para demostrar que estaba bien. Abrió y cerró el puño varias veces. En realidad, su hombro le dolía un poco, pero nada grave; más que el dolor, le preocupaba ver a su madre tan afectada. "Mira, mamá, estoy bien."

"Ah… bueno… no agites el brazo tan fuerte, no sea que empeores algo…" Mallory suspiró, aliviada, aunque aún sentía una punzada de culpa. "No me di cuenta de que podía ir tan rápido… demasiado rápido, en realidad. ¿Será también parte de mi deseo de protegerte?"

"Mmm… bueno, dijiste que querías salir de entre los árboles rápido por si aparecía otra araña," razonó Nathaniel. Al mirar a su alrededor, notó que habían salido a una zona más abierta. La mayoría de los árboles estaban lejos, y frente a ellos el camino de tierra continuaba entre colinas y pequeñas pendientes. "Así que, sí, parece que tu poder te da fuerza… y velocidad cuando me proteges."

"Supongo que es bueno saberlo…" dijo Mallory, aunque en su tono aún se notaba la culpa. "Pero habría preferido darme cuenta antes, para no tener estos accidentes."

"Mamá… de verdad estoy bien," le respondió Nathaniel con una sonrisa. Se acercó a ella y la abrazó para confortarla, su tono suave, queriendo aliviar su preocupación.

"Está bien… pero soy tu madre y debo protegerte, eso incluye hasta evitarte rasguños," murmuró Mallory, correspondiendo el abrazo. Pasó una mano por su espalda y la otra por su cabello, acariciándolo con ternura, como siempre lo hacía. "Ahora que estamos en un lugar abierto, podemos ir tranquilos sin miedo a que algo intente saltar sobre nuestras cabezas. Vamos, hijo, esta vez con calma."

"Claro, mamá. Con calma…"

Madre e hijo entrelazaron sus manos nuevamente, avanzando con pasos tranquilos por el sendero que se extendía hasta donde la vista alcanzaba. Aunque habían recorrido una buena distancia en su carrera repentina, apenas se habían dado cuenta de que estaban mucho más cerca de alguna posible zona habitada. Sin saberlo, Mallory, al correr con Nathaniel, había cubierto una distancia de varios kilómetros en cuestión de segundos. Sin embargo, ese acto no pasó desapercibido, y ahora alguien los observaba desde la distancia, acechándolos con una curiosidad silenciosa.