Tras una larga caminata, Mallory y Nathaniel finalmente llegaron a lo que parecía ser el inicio de una aldea. El camino de tierra que habían estado siguiendo se expandía frente a ellos, transformándose en una superficie más cuidada, probablemente donde los aldeanos solían transitar. A un lado del camino, varias tablas de madera estaban apiladas en montones desiguales. Algunas parecían nuevas, cortadas con precisión y listas para ser usadas en una construcción, mientras que otras mostraban signos de haber sido manipuladas con herramientas, con bordes astillados o superficies irregulares, como si hubieran sido restos de una reparación reciente. Las marcas de serrucho y los trozos de madera más pequeños que las rodeaban indicaban que tal vez se habían usado para reforzar una de las estructuras cercanas.
Más adelante, charcos de agua lodosa brillaban bajo la luz del día, restos de una lluvia caída durante la noche.
"Forasteros... vinieron forasteros."
La voz que apenas pudieron escuchar pertenecía a un hombre joven, con el cabello corto y oscuro, vestido con una camisa blanca bajo un chaleco marrón sin mangas, y unos pantalones oscuros que se alzaban justo por encima de sus rodillas, dándole un aire de campesino. A su lado, una pequeña construcción de madera oscura, lo bastante simple como para parecer un puesto de vigilancia improvisado en los límites de la aldea. Aunque su postura era cautelosa, trataba de mostrarse amable, como alguien acostumbrado a cumplir con esa labor de vigilar a los que llegaban.
"Creo que ha dicho algo... ¿lo oíste, mamá?" Nathaniel le susurró a Mallory, reduciendo la velocidad de su marcha mientras el hombre los observaba con cautela, sin mostrar ningún signo de impresión, pero manteniéndose alerta.
"Sí, y probablemente ya se dio cuenta de que no somos de aquí... tal como lo hizo esa ladrona hace un rato." Mallory echó una rápida mirada a su vestimenta antes de añadir en voz baja: "Al menos este parece menos agresivo. Quizá deberíamos presentarnos como es debido."
El silencio se prolongó mientras cerraban la distancia entre ellos y el hombre. Cuando finalmente estuvieron frente a él, se mantuvieron expectantes, esperando que el otro hablara primero. Mallory decidió romper el hielo.
"Hola," dijo con una pequeña sonrisa.
El hombre parpadeó brevemente, como si hubiera esperado un saludo diferente, pero enseguida respondió: "Buenos días... a ustedes también," manteniendo su tono educado y cordial.
"Muy amable, bueno y ahora... cómo podría decir esto sin que suene raro..." Mallory se rascó la cabeza, pensando en si era buena idea decir la verdad sobre su procedencia. Aunque no representara un peligro para quien escuchara, la historia tal como era no sonaría creíble. "Mi hijo y yo venimos de otro mundo y estuvimos caminando en busca de civilización hasta que nos topamos con usted. Pensamos que podría darnos un poco de contexto sobre este lugar."
El hombre parpadeó, pero Mallory continuó. "Verá, una voz misteriosa que nos habló antes de venir aquí nos dio pocos detalles, diciendo algo como que 'nos dejáramos descubrir lo demás solos'. Así que hasta ahora sólo hemos visto una araña enorme que casi se come a mi Nathy, una cosa peluda fea... creo que se llamaba Mopello, y que alguien intento robarnos pero fui más fuerte y termino escapando."
Mallory hizo una pausa, viendo cómo el hombre abría ligeramente los ojos, aunque no podía saberse si estaba procesando la información, que algo de esta le haya llamado la atención o simplemente tratando de entenderla. "Y no quiero sonar grosera, pero desde aquí creo que su aldea es muy artesanal. No es lo que esperaba para quedarme, así que si no le molesta, nos gustaría pasar al menos la noche aquí mientras nos cuenta sobre lo que podemos esperar en este mundo y hacia dónde deberíamos ir para encontrar un lugar más... desarrollado, con iluminación eléctrica, si eso existe aquí, claro."
El hombre inclinó ligeramente la cabeza, su mirada recorriendo a Nathaniel y luego deteniéndose en Mallory. El vigilante la observó con una expresión neutral, notando sus rasgos juveniles en contraste con su rol de madre, algo menos común en esos lugares. "Dices que eres su madre... curioso, pero no es asunto mío."
Mallory parpadeó, confundida, sin saber qué estaba interpretando el vigilante. "Eh, ¿qué estás pensando...?"
"En nada en particular," respondió él, manteniendo la expresión tranquila. Les echó un vistazo nuevamente. "Verlos de lejos me daba un aire extraño, pero de cerca puedo confirmar que no son de por aquí ni de los alrededores. Sus vestimentas no son algo común en estos lugares. Mientras su presencia no comprometa a esta aldea por algún motivo, todo estará bien. Pero para mantener el orden, debería llevarlos con el líder. Yo sólo me encargo de monitorear la interacción con personas de aldeas vecinas; no es de todos los días ver pasar por aquí a personas de lejos, así que el líder podrá dar una mejor opinión sobre ustedes."
Hizo una breve pausa antes de añadir: "Como tal, él es originario del Reino Central, y por lo que me ha contado de allá, quizá tengan algo de esa... 'modernidad' que buscan."
"¿Reino Central, eh? Me suena a capital. Bien, guíenos, amable hombre."
El hombre asintió, dando media vuelta para dirigir el camino. "Mi nombre es Axel, por cierto. ¿Y el de ustedes?"
"Oh, cierto, olvidé mencionarlo. Mi nombre es Mallory, y mi hijo se llama…"
"¡Nathaniel!" interrumpió él mismo con una amplia sonrisa, habiendo esperado el momento adecuado para decir algo en medio de la conversación de adultos. Esto provocó una suave risa en su madre y una leve inclinación de Axel, como si memorizara su nombre.
"Mallory y Nathaniel, nombres tan distintivos como su propia presencia," comentó Axel.
Aunque el día estaba despejado y el sol brillaba intensamente, no parecía haber mucho movimiento en los alrededores al adentrarse en la aldea. Normalmente, este tipo de lugares estarían llenos de actividad y sonidos: el golpeteo rítmico de herramientas en una carpintería cercana, las voces de comerciantes ofreciendo productos simples en sus puestos, el crujir de carros de ruedas de madera recorriendo los caminos, y el bullicio de los niños jugando bajo la sombra de los árboles. Sin embargo, ese día, la aldea parecía sumida en un silencio extraño.
A ambos lados del camino por el que avanzaban, las casas de un solo piso, construidas en madera de tonalidad marrón oscuro, estaban dispuestas en filas, con una distancia considerable entre ellas. Algunas se agrupaban en secciones, formando pequeñas intersecciones que llevaban a construcciones más elaboradas: talleres de carpintería y puestos de productos donde habitualmente se concentraba el comercio de la aldea. Árboles robustos se alzaban en los alrededores, proporcionando sombra en áreas similares a pequeños parques improvisados, donde los aldeanos solían descansar o charlar. Pero ese día, el silencio en estos espacios era palpable.
Solo unas pocas personas charlaban en voz baja más adelante, sentadas en improvisados bancos de madera vieja. Notaron la llegada de Axel acompañado de dos extraños, y miraron con curiosidad, hasta que Axel hizo un gesto tranquilizador, indicando que todo estaba en orden. Mallory y Nathaniel observaban en todas direcciones, percibiendo la calma inusual que los rodeaba. A lo lejos, apenas se divisaba a una mujer recogiendo ropa de un tendedero, en un acto solitario que acentuaba la sensación de quietud.
"Como que no hay muchas personas a la vista…" murmuró Nathaniel.
"¿Tendrá que ver con nuestra llegada, Axel? ¿O quizá es alguna tradición de permanecer en casa a ciertas horas?" preguntó Mallory.
"Oh, ya lo han notado. Días como este suelen estar llenos de gente paseando, charlando y comentando asuntos menores, pero por cuestiones de seguridad, hemos pedido a los aldeanos que permanezcan en casa y solo salgan de uno en uno, si es necesario, para realizar cualquier actividad."
"Eso suena bastante espeluznante… ¿Qué los llevó a tomar esa decisión?" preguntó Mallory, inquieta pero curiosa. Nathaniel, que iba justo detrás, agregó en un intento de voz aterradora, "¿Será una... araña muy, muy enorme que los está acechando?" mientras hacía gestos dramáticos con las manos.
Axel sonrió brevemente. "No… nada de eso. La información que recibimos, por parte de mercaderes que cruzaban el bosque para intercambiar bienes con una de las aldeas vecinas, describe algo muy distinto, que ha sido visto rondando por el gran bosque que conecta los caminos entre las cinco aldeas con las que tenemos comunicación." Hizo una pausa, dejando espacio por si querían añadir algo.
"Entiendo, pero entonces... ¿tan peligroso es eso de lo que hablas como para mantener a todos en la aldea en casa?" Mallory preguntó, adoptando un tono más serio.
"Sí. Después de consultarlo con el líder, él decidió que esto era lo mejor mientras busca una solución al problema. Mientras evitemos hacer mucho ruido, como el de las actividades habituales en la aldea o en las cercanías del bosque, podríamos evitar atraer la atención de algo indeseado. Y aunque no quisiera sacar conclusiones apresuradas… las descripciones dichas por los mercaderes al presentarse ante el líder en su salón, mientras charlaba con él el día anterior, me hacen pensar que podría tratarse de una criatura que no ha sido vista desde hace décadas, utilizada en tiempos de guerra, incluso antes de que yo, junto a esta aldea y las otras con las que tenemos conexión, nos estableciéramos en esta región. La llaman… Quimera."
El silencio se hizo presente en ese momento. Axel esperaba una reacción más vistosa, especialmente de Nathaniel, el más joven de los tres. "¿Pasa algo?" preguntó, girando un poco la cabeza para verlos.
La manera en que Axel se refería a la criatura, como si fuera una quimera real y no un mito, dejó a ambos procesando lo que oían antes de responder. Nathaniel rompió el silencio con una pregunta.
"Una... ¿Una quimera? ¿Un monstruo enorme con tres cabezas y una cola de dragón?"
"Um... estás cerca, aunque los relatos la mencionan con una sola cabeza… una a la vez."
"¡¿Eh?!" Nathaniel reaccionó, sorprendido. Sus recuerdos de esa criatura en los mitos eran distintos a lo que parecía existir en este mundo, tan diferente del que venía, donde la quimera era solo un producto de la imaginación humana.
Mallory compartió la impresión de Nathaniel y lanzó otra pregunta. "¿Qué significa eso? Donde venimos, se decía que tenían hasta tres cabezas a la vez, pero... solo era algo de fantasía. No existen."
"¿Fantasía, eh? Es curioso oír eso. Aunque llegué a pensar que eran de otra región, las quimeras aún se mencionan en las recopilaciones escritas, relatos de aquellos que lograron sobrevivir a su presencia. Según lo que el líder me contó hace tiempo, cuando participó en la Guerra por la Expansión, describía a las quimeras como seres imponentes, prendidos en llamas y avanzando a embestidas entre los ejércitos aliados, como balas luminosas que reflejaban la luz por su piel metálica."
Axel hizo una pausa, como si reviviera los relatos de aquel conflicto. "Si no te destrozaban sus garras, entonces su forma de dragón evaporaba tus huesos en cenizas… y eso en su forma juvenil. Una quimera adulta podía volar, con alas de dragón, y generar vientos tan fuertes que lanzaban decenas de soldados por los aires. Y si no te paralizaba la mordida venenosa de su cabeza de serpiente, un simple rasguño de su cola al madurar podía ser igual de mortal." Axel se frotó la nuca y suspiró, como si tampoco pudiera creer del todo lo que el viejo líder había contado.
El relato hizo que el aire pareciera más pesado. Axel se sentía parte de los pocos capaces de defender la aldea, junto con aquellos que se encontraban más atrás charlando y que habían cruzado previamente, además de quienes vigilaban cerca de la otra entrada de la aldea, al norte, que también funcionaba como salida.
"Woah, eso es... una descripción bastante espeluznante. Así que existen criaturas así aquí..." Mallory bajó la voz mientras terminaba su comentario, adentrándose en sus pensamientos. Tal como les había dicho la Voz antes de reencarnar en este mundo, habría amenazas, algunas más hostiles que otras, y la posibilidad de que una de esas criaturas estuviera en el bosque cercano la ponía algo inquieta.
"Entonces es peor que la araña enorme que casi me come hace un rato... Je," dijo Nathaniel en tono bromista, tratando de aliviar la tensión.
"No hace falta alarmarse, estaremos bien. Como dije, mientras no hagamos mucho ruido ambiental, podremos estar seguros por ahora. Además, por la ruta que ustedes parecen haber tomado para llegar aquí, es probable que hayan cruzado el bosque, y al no haber hecho algún gran alboroto, no debieron haber llamado su atención en el trayecto," comentó Axel con una leve sonrisa, intentando transmitir control y seguridad. Sin embargo, Mallory y Nathaniel no estaban del todo seguros de haber sido discretos en su recorrido hasta la aldea.
"Ah... claro, tienes razón... Fue una caminata tranquila; tuvimos suerte de no toparnos con esa quimera de mala suerte." Mallory miró de reojo a Nathaniel, y el intercambio de miradas entre ambos delataba cierta complicidad sobre lo que realmente había ocurrido antes de llegar. Axel, sin notarlo, volvió la vista al frente y continuó guiándolos hacia una casa más grande que las anteriores, con dos puertas amplias al final de unas escaleras anchas que llevaban a un piso elevado.
Frente a la casa, un comerciante estaba sentado en las escaleras, esperando con aire paciente. La casa en sí, construida en madera que mostraba signos de desgaste, contrastaba con otras construcciones en la aldea que tenían madera más colorida y nueva. La estructura principal se extendía hacia atrás, dándole una anchura imponente y suficiente espacio en el segundo piso para lo que presumiblemente era la habitación del líder.
A un lado de esta casa se encontraba una casita más pequeña, también de madera envejecida, que parecía servir como entrada a una serie de viviendas situadas más adentro. Esta casita estaba conectada a una cerca de madera que se extendía algunos metros hacia el lado libre de la casita y luego se prolongaba hacia atrás, delimitando un área rectangular si se observaba desde arriba, lo cual daba la impresión de contener las viviendas en su interior.
El comerciante que estaba sentado en las escaleras, absorto en sus pensamientos mientras miraba sus uñas, no notó cuando Axel, Mallory y Nathaniel se detuvieron frente a él. Axel alzó un poco la voz para llamarle la atención.
"Rodier, ¿otra vez imaginando cosas?"
"¿Eh, qué?" Rodier levantó la mirada hacia Axel. "¡Ah! Eres tú, jaja, lo siento, ya sabes cómo soy..." Se levantó y se sacudió un poco los pantalones, similares a los de Axel, aunque sin el chaleco marrón sin mangas, lo que le daba un aire más fresco. Su actitud despreocupada y su cabello algo desordenado lo hacían parecer más joven que Axel. Entonces miró a los dos que venían detrás de él. "Eh, ¿y ellos quiénes son? Sus vestimentas son tan..."
"Sí, lo sé, no es fácil no darse cuenta. Sus nombres son Mallory y Nathaniel, madre e hijo, como ella me explicó. No quiero confundirte con más detalles, pero han venido pacíficamente y buscan algo de orientación para llegar a un lugar específico. Y quién mejor para eso que el Líder."
"Oh, ya veo..." Rodier dirigió su atención a Mallory y Nathaniel y los saludó con un gesto amable de la mano. "Un placer conocerlos, no es muy común ver caras nuevas en una aldea como esta, aunque estos días han estado algo apagados tras los avistamientos recientes que reportaron mi padre y algunos comerciantes de la aldea vecina. Al parecer, vieron una criatura enorme en el interior del bosque, una quimera... pero quién sabe, no debería estar por aquí, ya que según los relatos, no son naturales de esta región."
"Tengo eso en cuenta, pero más vale prevenir, sabiendo cómo se lo ha tomado el Líder," respondió Axel. "Así que Frederic está ahí dentro hablando con los otros, ¿no?"
"Sí... Ya sabes cómo es él; no le gusta mucho esperar y prefiere soluciones más directas para poder cruzar de nuevo y seguir con su trabajo de comerciante de aquí para allá. Por eso estoy esperando aquí afuera; como no se permite que los jóvenes participen en estas discusiones, espero a que termine su charla de 'viejos y no tan viejos'." Rodier suspiró y se hizo a un lado. "Y viendo a los que te acompañan, el pequeño... ¿Nathaniel, cierto? Tampoco podría entrar."
"Tienes razón, tendrá que esperar un rato aquí afuera," asintió Axel.
"¿Ehh? No es justo..." Nathaniel hizo un puchero. Mallory rodeó con su brazo el cuello de Nathaniel, mostrando inconformidad. "No sean así, no hará mucho desorden, ¡es un niño bueno, verificado por mí!" le revolvió el cabello juguetonamente. "¿Verdad, Nathy?" Nathaniel rió por el gesto y asintió. "Sí, mamá, me conoces muy bien."
Axel asintió, comprendiendo sus palabras, pero manteniéndose firme en sus tradiciones. "Comprendo, Mallory, pero esta es una de nuestras normas. Solo será por un rato, y si no te gusta que esté afuera esperando, puede ir a la casita de al lado. Esa casita es la entrada a una serie de casas donde se reúnen jóvenes como él para interactuar. Principalmente funciona como un orfanato, pero también van niños de familias para convivir con los que no tienen padres y evitar que se sientan solos. Podría alegrarles ver una cara nueva; además, el lugar está supervisado por una mujer amable y dedicada, puedo asegurártelo."
"¿Orfanato? No me da buenas vibras un lugar como ese..." replicó Mallory con una actitud algo crítica. "Además, ¿por qué habría un lugar así?"
Axel suspiró. "Es una consecuencia de las obligaciones de los adultos con el Reino Central. Cada cierto tiempo, deben viajar al Reino para prestar su servicio, un requisito que ayuda a las aldeas a mantener el contacto con el Reino en caso de crisis o eventos que no puedan manejar por sí solas. Los padres sirven en el Reino, y mientras están ausentes, los niños son llevados al orfanato para que los tengan cuidados, aunque no se haya confirmado su muerte. Es una forma de mantenerlos a salvo hasta que sus padres puedan regresar." Hizo una pausa, pensativo, y añadió: "Es lo menos que el Líder puede hacer por los hijos de quienes, inicialmente, se sacrificaron tanto, en un esfuerzo por mantener la paz en estas aldeas y evitar que las amenazas que azotaban el Reino Central se extendieran hasta aquí hace varios años atrás."
"Entonces, así son las cosas..." Mallory respondió en voz baja. Tanto ella como Nathaniel se quedaron sin muchas palabras ante la explicación de Axel. Aunque su voz no reflejaba gravedad, su expresión mostraba un toque de distancia, como si recordara algo no muy feliz de hace tiempo. Un momento de silencio se estableció entre los cuatro.
"Si es solo por un rato... no pasará nada malo, mamá." Nathaniel rompió el silencio con su disposición a aceptar la situación. Aunque siempre se había sentido seguro estando cerca de su madre, no quería insistir en acompañarla para no faltar al respeto, tratando de ser el buen chico que deseaba ser. "Puedes ir tú a hablar con el Líder, mamá. No es algo de otro mundo... Bueno, en cierto modo sí para nosotros," rió suavemente, poniendo su mano en el brazo de Mallory.
"Sí... no queremos aprovecharnos de su amabilidad, al habernos dado la oportunidad de hablar con su Líder y confiar en nosotros..." Aunque sus palabras eran sinceras, Mallory sentía cierta preocupación por si el alboroto que habían causado en el bosque podría traer consecuencias, y podía intuir que Nathaniel compartía esa sensación, aunque él no lo mostrara. Aun así, sabiendo que esta era una oportunidad valiosa, le dio un abrazo a Nathaniel, rogando internamente que todo saliera bien.
Durante el abrazo, Nathaniel sintió la capucha doblada varias veces que Mallory llevaba entre el brazo y el costado, recordando su deseo de ponérsela. "Oh, lo había olvidado... tú la llevabas. ¿Podría usarla ahora, por fi?"
"¿Ehh? Ya te había dicho que no, Nathy," respondió Mallory, rompiendo el abrazo y colocando una mano en su hombro, esperando su respuesta.
"Pero ya la tuviste un rato... Y si vamos a separarnos por algunos minutos, al menos así me sentiré... no sé, más tranquilo, aunque no estés cerca. Anda, mami, di que síii..." Nathaniel juntó las manos, alzando su voz en un tono infantil en ese último "sí".
"Caramba, ¿eres muy insistente, no? Hmph..." Mallory suspiró y, tras una breve pausa, tomó la tela negra muy doblada entre sus manos y se la extendió a Nathaniel. "Pero solo hasta que termine de hablar allá adentro y vuelva por ti, ¿entendido?"
"¡Sí, mamá!" contestó Nathaniel alegremente, tomando la capucha con entusiasmo.
"¿Y qué es eso, Nathaniel?" preguntó Rodier, observando la escena familiar junto a Axel.
"Ah, ¿esto? Pues, como le habíamos contado al señor Axel, alguien intentó robarnos en el camino, y mamá intentó atraparla, pero solo consiguió quitarle la capucha. Lo curioso es que el ladrón resultó ser solo una niña, aunque su voz casi la delataba... y creo que tenía casi mi edad." Mientras hablaba, Nathaniel desdoblaba la tela, dándole forma a lo que, como había dicho, era una capucha que terminaba en una capa que podía abrirse o cerrarse.
Axel abrió los ojos un poco más, como sorprendido por algo. Mallory, notando su reacción, le preguntó: "¿Pasa algo?"
"Ah... no, no es nada. Pensé que llevabas solo un trapo o manta contigo. ¿Así que una capa, eh? No pensé que habría una 'mini ladrona encapuchada' por ahí suelta," respondió Axel, algo apresurado, mientras se acomodaba la camisa. Rodier, aunque intrigado por la reacción de Axel, no hizo ningún comentario, limitándose a esperar a que todo estuviera en orden.
"Sí, también nos sorprendió a nosotros," añadió Mallory. "Aunque escapó antes de dar más explicaciones. La he guardado por si vuelve a buscarla, y cuando eso ocurra, le daré una reprimenda adecuada." Mallory hizo un gesto de advertencia con las manos, como si ya se estuviera mentalizando para dar un castigo.
"Claro, entonces está todo en orden. Rodier, acompaña al joven Nathaniel al orfanato."
Una vez que se pusieron de acuerdo, Mallory dejó que Rodier guiara a Nathaniel hacia la pequeña casa de al lado, mientras ella y Axel se dirigían a la entrada principal para hablar con el Líder.