En mis sueños fui llevado ante una sala, con sus tapetes elegantes en los que se ubicaban los muebles como sillones de color verde, mientras que era iluminado por lámparas que colgaban del techo a una altura considerable. La gente que me rodeaba vestía elegante, al igual que yo. Este era el sitio donde se firmó la paz, y yo tenía en mi mano aquel teléfono donde recibí esa llamada. Sin saber qué hacer, decidí irme; para ello, fui con el ser alado quien me trajo a esta mansión.
—Oye, debo irme. Algo serio está ocurriendo.
—Ehh, señor Méndez, debería quedarse por cuestión de apariencias.
—Lo quisiera hacer, pero Grim atacó.
Ante esas palabras, el hombre bajó la mirada e inició a guiarme al patio para poder irnos. Se paró en medio del jardín, donde extendió sus alas para luego alzarme y llevarme volando hacia el sitio.
—Entonces Grim hizo su movimiento.
—Sí, por eso me llamaron.
—¿No era mejor que fuera Aglala?
—Para nada. Recuerda que ella es una princesa quien ha firmado la paz con un país enemigo. Ambos deben demostrar que pueden confiar el uno en el otro.
—Entonces, ¿por qué tú irías?
—Porque soy más un intermediario que la cara oficial del otro país.
—¿Estas cosas te enseñó Aglala?
—Claro.
Luego de unas horas, llegamos a donde todo había empezado. Estaba en aquel bosque donde los árboles cubrieron el lugar para que, en medio del sitio, estuviera aquella extraña construcción que nunca cambiamos: la puerta de madera con sus cuatro paredes de tierra.
—Entraré yo. Dile a Aglala que Grim atacó.
—Entendido.
Entré en el ascensor para ir a pasar el portal. No lo habíamos cerrado desde hacía años, lo que hacía que fuera cuidado por los soldados. Al ver el sitio, no estaban los guardias que normalmente resguardaban. Tomé camino pasando el portal. Árboles más grandes que los anteriores eran, pero en el fondo se veía la ciudad. Esta era una ciudad que Aglala había construido para facilitar que la gente pudiera conocer más de nuestra civilización. Pero esta vez no se veía igual que las otras veces: tenía varias manchas negras que se esparcían, consumiendo las casas hasta dejarlas como cenizas. Sin pensarlo más, miré en la base. Sacaría dos armas: un rifle de francotirador junto a un rifle de asalto. Una vez equipados, decidí irme corriendo para ayudar. Usé la magia de viento para aligerar mi carga junto a aumentar mi velocidad. Con facilidad me desplacé entre árboles, y en unos minutos llegué al sitio. No había visto a nadie en lo que venía, pero eso no era razón para calmarme, sino para inquietarme.
—¡HEY! MIREN.
Una voz desconocida se escuchó al frente mío, en lo alto del cielo. Se habían aprovechado de los árboles para poder esconderse. Ante este acto, usé mi rifle de asalto e inicié a disparar.
—BAM.
Fue el primer tiro, y como una piedra, cayó al suelo. Luego me escondí entre los árboles e inicié a escalar para poder igualarlos.
—Mierda, hay más de estos raros.
Otra voz se escuchaba, y con cuidado me fijaba en el sonido para que mis tiros fueran precisos. Mi información sería el batir de sus alas junto a sus voces. Di una respiración mientras escuchaba cómo se acercaban e inicié a imaginar cómo debería atacar. Saldría hacia mi izquierda y dispararía hacia mi derecha, porque era la que más al descubierto estaba, gracias a la ausencia de árboles. Luego me escondería por medio del árbol para después aprovechar la confusión del otro para poder salir hacia la derecha y atacar desde otro ángulo. Así que lo puse en práctica.
Giré hacia mi izquierda para mirar a la ciudad. Vi a los dos seres quienes vestían de blanco, pero sus alas eran negras. Así que le disparé a la cabeza al que me podía ver.
—BAM.
Y con eso, aquel ser cayó. Me escondí en el árbol mientras el otro tipo decía algo.
—MIERDA.
Ahora giré hacia mi derecha, mirando al tipo para después darle un tiro.
—BAM.
Ya tenía tres muertos. Miré al sitio donde habían caído y en otras ubicaciones, esperando que hubiera movimiento, que no encontré. Ya confiado, decidí iniciar a sacar mi rifle para demostrar por qué soy "Viento, el francotirador". Estaba en las ramas de un árbol, lo que me hacía inestable, pero gracias a la magia de viento podría estabilizar el francotirador e iniciar a atacar a estos agresores. Gracias al rifle, fui acabando con cuidado a los atacantes, quienes usaban una magia que, al tocar algo, consumía el objeto con una mancha negra hasta que fueran cenizas. No acabé con muchos desde donde estaba, pero terminar con diez de estos, quienes atacaban por aire, seguro serviría.
—El mismo día que se firma la paz, alguien más ataca. Qué mierda.
Con esa queja, me moví entre el sitio con mi magia. En medio de la ciudad estaba alguien distinto. Cojeaba por moverse, pero eso no lo detuvo para ser capaz de pararse en medio del caos. No tenía ropas normales, sino una armadura metálica que cubría su pecho y piernas, pero mostraba su rostro, que se veía como un anciano pese al claro color negro de su cabello.
Alcé mi rifle para dispararle al notar que de su espalda salían las alas negras de los agresores.
—¿Quién eres?
Volteó a mirarme, para, en un rápido movimiento, levantar su mano y tirar algo, a lo que yo reaccioné dando un tiro para después rodar. Pero el tiro fue consumido, y a mi arma llegó esa cosa negra que inició a consumirlo. Tiré el ahora inútil rifle para moverme por medio de la magia hacia él.
—Soy Grim.
Comprendiendo que yo abandoné la estrategia de distancia, decidió igualarme poniendo esa cosa negra en sus manos, mientras yo respondía prendiendo en fuego las mías.
—Supongo que la paz no es una opción.
Di mi primer golpe hacia su cara, que evitó retrocediendo para luego contraatacar mediante un gancho que, de no ser por mi magia de viento, no hubiera escapado.
—Nunca lo fue en esta guerra, tipo de la magia rara.
—Ja, no me digas eso. Yo nunca vi la tuya.
Pese a ese intercambio de palabras, iniciamos a movernos hacia atrás para ganar espacio. Yo tiré una bola de fuego, mientras que él tiró esa bola negra.
—Usar magia de fuego es algo que yo nunca vi.
—Qué curioso, porque yo nunca vi lo que tú haces.
—Supongo que es hora de subir la apuesta.
Ante esas palabras, el tipo inició a correr mientras decía:
—Consúmelo, magia menor, cenizas.
Con eso, tiró unas bolas de magia. Era más pequeña, pero mucho más rápida, así que decidí responder usando dos elementos. Yo no sabía por qué recité eso, pero sabía que era superior a lo de antes, por lo que tiré una bola de fuego para hacer después una pared de tierra donde me cubrí. La bola de fuego redujo la velocidad, y la tierra absorbió el impacto.
—Sin recitar, lograste superar una magia nivel D. Aceptable.
Parecía que esto tenía un sistema del cual no estaba enterado. Supongo que, por el hecho de que la magia que yo manejo y que Aglala manejaba son distintas, le hizo pensar que sería inútil enseñármelo.
—Veo que debería atacar con todo.
E inicié a moverme con mi magia de viento para rodear a mi enemigo. Dejé el rifle de francotirador porque sería inútil en este momento, así que puse en llama mis manos para tirar bolas de fuego, mientras el otro intentaría atacarme. Al verme hacer esto, sonrió.
—¿Vas a intentar algo tan simple como eso?
Sin pensarlo más, inicié a tirar mis bolas de fuego, pero para poder darle algo más de variedad, fue a distintas alturas: algunas al suelo y otras a la cara, con tal que su manera de contrarrestar fueran más imprecisas. Al darse cuenta de eso, él inició a volar con tal de sacar ventaja, a lo que yo no tenía.
—Mierda, pero esto no me detendrá.
Si él volaba, debía bajarlo de la nube. Así que corrí con todas mis fuerzas hacia el rifle que había dejado, mientras el otro ser se elevaba mientras recitaba un verso que no escuchaba.
Apuné con mi rifle e inicié a cargar de magia. Pondría la magia de aire para potenciar mi tiro, junto a la de fuego para una chispa mucho más potente. Grim, por su lado, cargaba aquella bola negra, mientras yo cargaba mi tiro. Sería un todo o nada. Cada uno lanzó al otro su ataque para acabarlo.
—¡MUERE!
Gritó el viejo, y yo solo di mi tiro.
—BAM.
—AHHHHHHH.
—BAM.
El grito a la vez que caía, para que después él, mientras se sostenía el hombro, cosa que me hizo sonreír, su brazo y ala ya no eran parte de su cuerpo.
—AHHHHHHH.
Grité yo, porque mi pierna ya no era parte de mi cuerpo.
Nos miramos una vez más. Sabíamos que no podíamos detenernos solo con esto, teníamos que terminar. Así que nos movimos el uno como podíamos e iniciamos a atacarnos. Él cojeaba aún más que antes, mientras que yo me arrastraba con mi rifle, apuntándolo y disparándole, mientras él decía un verso.
—Destruye, consume y devasta, magia alta, ceniza.
Aquella bola era menor que la de antes, pero sería más rápida que mi tiro. Así que di mi último tiro hacia él, apuntando a su cabeza.
—BAM.
Atravesó su rostro, mas no detuvo la cosa negra que impactó en mi cuerpo. Dio en mi hombro y salió por mi espalda inferior. Mi respiración se hizo difícil. Me acosté, mirando el cielo donde aquellas nubes cubrían el cielo. El viejo murió, pero yo también lo hacía. Miré mi pecho, donde se iniciaba a formar un raro cristal. Eran las piedras mágicas, y solo se generaban cuando un ser con magia moría. Ya no había marcha atrás, así que miré el cielo mientras deseaba estar con los demás, celebrando la paz por la que habíamos luchado.