Habían trascurrido no más de dos semanas desde todo el extrañísimo incidente, Amadeo se tendía a un lado de su cama, revisitaba viejos cuadernillos de sus tiempos colegiales con un empeño patético, quería perderse y no sabía cómo, aquel muchacho había sido siempre un ejemplar demasiado estúpido como para buscar respuestas sobresalientes a todas las incógnitas de la vida, pero a su vez, había sido demasiado pretencioso como para dejarse empalagar por las respuestas que las personas aún más sencillas que él le daban, ahora que tres sucesos inquietantes le habían sacudido de sobremanera, no sabía que hacer, nada más allá de lamentarse y recobrar memorias más agradables.
Cada cierta hora, su anciana abuela, (anciana en términos mayúsculos, puesto que aquella viejecita se veía prácticamente incapaz de abrir por completos sus densos parpados), aparecía para entregarle a su puerta las tres comidas del día.
Amadeo llevaba todo ese tiempo sin animarse a abandonar el refugio de su habitación, sus inmundas cortinas de tonalidad rosácea decaída permanecían en su tarea como amortiguadores de luz, el pequeño cuartillo, con una seria cantidad de libros y recortes en el suelo, no ofrecía algún signo de vida juvenil.
Tres sucesos habían marcado definitivamente la vida del alma joven en un rango de tiempo terriblemente estrecho, el primero, una poderosa y terrible agresión por parte de unos completos desconocidos hasta ese entonces, tres animales brutos y determinados a ejercer daño. el segundo evento era el encuentro de Amadeo con fuerzas que no alcanzaba a comprender de ninguna manera, la figura femenina y siniestra que no se había despegado se su evocador ni un solo segundo desde su lejana unión, cada tanto se desprendía del cuerpo del muchacho y parecía divagar en los alrededores, luego se hartaba del inútil espectáculo y volvía con su contrario, así, lo mismo en varias rondas a lo largo de los días.
Por último, el suceso que adquiría una gravedad sobresaliente ante el juicio de Amadeo, no por el acto en sí, acto que se presentaba ante la conciencia disimulado con multitud de excusas y puntos aparte, lo que en verdad enfermaba al desgraciado muchacho era, aparte del "asesinato", la duda de si había asesinado a un delincuente o no, porque, para él, serviría de excusa ejemplar a sus culpas el señalar a su daimon como verdadero verdugo.
Los pocos que le conocían no acudían de visita por respeto a la gravedad de lo ocurrido, era lo único que Amadeo había enfrentado aquella noche, la versión oficial extendida en el barrio declaraba que; El muchacho encargado del pequeño ciber café había obrado en servicio de un niño que parecía estar amenazado por el actuar de su violento padre, cuando este último se vio incapacitado de ejercer daño alguno, fue para servirse del apoyo de sus cómplices, iniciando una nueva pelea entre todos los implicados, pelea que desenlazo en una terrible persecución.
El cuerpo del principal perseguidor de Amadeo, Tadeo, nunca fue encontrado por las autoridades.
Estos tres sucesos acudían como fantasmas abominables ante la torturada mente de Amadeo, no sabía perderse en ningún rincón agradable de sí mismo, por lo que se determinó a encerrarse en un pasado remoto, álbumes de fotos impresos, imágenes digitales y algunos recortes, sumado todo esto a sus propios apuntes de secundaria, le sirvieron de distractor temporal ante las tempestades espirituales que no parecían dispuestas a desaparecer pronto.
Entonces un temor muy superior emergió de las poco lucidas imaginaciones del joven, había descuidado terriblemente su trabajo, lo último que supo fue por parte de un viejo amigo, el nieto del verdadero dueño del local, un muchacho regordete y de cabello castaño, de mirada tímida y carácter endeble, su nombre es Benito.
Benito, quien había acudido personalmente al hogar de Amadeo, dio el mensaje a la abuela de este último, por fortuna, era todo lo contrario a una reprenda por haber desaparecido sin más disculpas, en síntesis; el viejo dueño del ciber café mandaba a decir que "todo bien", que entendía, y el mismo había vivido de primera mano el susto tan increíble de aquella balacera, en esa terrible noche, mientras tanto, Benito estaría dispuesto a encargarse de todo, eso mientras duraran sus vacaciones, pero que no había prisa.
En un principio, ese mensaje alivió profundamente a la abuela de Amadeo, puesto que su sustento recaía en su limitadísima pensión además de los aportes de su nieto.
Al muchacho no podría haberle interesado menos, la quimera depredadora de sus sueños era un adversario más intimidante que cualquier inconveniente laboral, aquel era su modo de razonar, fue de este modo hasta aquella tarde definitiva.
Habrían trascurrido casi dos semanas completas de aislamiento, Amadeo salió de casa tras una ducha breve y un almuerzo ligero, avanzo entre las afeadas aceras de su barrio, todo era por esos lares poco más que concreto hecho pedruscos y conquistado por grietas.
Los vecinos le reconocían y le saludaban con algo de extrañeza, una clase de piedad distante e incómoda.
--Nadie será capaz de verte, ¿No es así? —Indagó el joven para sus adentros, ya sabía que toda palabra pronunciada al interior de su mente era audible para su espíritu acompañante. - -
--Nadie, piensa en como los demonios se hacen invisibles al poseer a sus víctimas, mientras yo permanezca contigo de ese modo, no podrán verme…-- Respondió ella.
No le tomo demasiado tiempo alcanzar el ciber, caminaba de manera arrítmica, parecía que cada tanto todo su cuerpo sucedía al efecto de alguna fiebre, se acicalaba la cabellera de manera fingida y despreocupaba luego permanencia algo de tiempo viendo a la distancia solo para después poder retomar su marcha, la falta de sueño había producido estragos significativos en su actuar y pensar.
Si el testimonio de Amadeo hubiese sido requerido durante los primeros cinco días, el pobre muchacho no habría tardado en delatarse como un hombre demente, en su discurso interior, hilado con prisa asfixiante, se tomaba así mismo como un sujeto apartado de cualquier comportamiento típico de una persona sana en sus instancias psicológicas, ello empeoraba cuando su espíritu acompañante se apresuraba por abandonar su cuerpo para deambular por ahí, peor aún resultaba para Amadeo escuchar la voz de su compañera.
La daimon, con su espeluznante aspecto y su aura fantasmagórica, no brindaba servicio alguno a favor de la paz interior del joven, fue hasta el séptimo día que pudieron entablar una conversación legitima.
Lentamente el muchacho pudo distinguir que todo lo ocurrido no correspondía a un escenario de ensueño, todo lo contrario, desde el primer estallido del revólver hasta el primer vistazo de aquel viejo ermitaño, todos esos acontecimientos eran temiblemente reales.
Un día antes de salir de su refugio, y ya habiendo recobrado mucho de su carácter original, Amadeo había consultado los números de la lotería a su daimon, considerando entonces que su poder estaba directamente vinculado con la probabilidad, se sintió confiado y entrego los números resultantes de la consulta a su abuela para que fuera esta la encargada de jugar en nombre de los dos, por supuesto, algo posteriormente dicho por la entidad desanimo profundamente a Amadeo, el problema, según ella, es que aquellos elementos abstractos como los números, no emanaban ningún aroma, según esta criatura, ella estaba posibilitada para forzar sucesos poco probables, en primer lugar, porque podía detectarlos como cosas realizables, por ejemplo, cuando un rayó dio muerte al perseguidor de Amadeo, la idea, en principio, fue del muchacho, pero el elemento que sirve como indicativo a la daimon es alguna clase de aroma propio de los sucesos poco probables destinados a concretarse, dicho aroma solo se emana de fenómenos físicos concretos, siendo los meros números todo lo contrario, parecía entonces que jugarse los números de la lotería aunque estos mismos fueran sugeridos por la daimon resultaba en un ejercicio inútil.
Entre charla y charla, el joven había sido capaz de aprender unas cuantas cosas de su nueva compañera, más allá de todo lo antes sugerido, a la hora de intentar deshacerse de ella, descubrió que ella era incapaz de "morir" mientras el cascabel permaneciera íntegro, por otra parte, este mismo elemento servía de vinculo primordial entre evocadores y daimones, estos dos términos retornaban constantemente a la memoria de Amadeo, como le parecían definitorios había preferido adoptarlos consigo con cierta predilección sobre otras lecciones dadas por el espíritu acompañante.
Toda esta información servía como distractor para Amadeo, le inquietaba un poco todo lo que implicaba el mundo exterior, sentía un aura amenazante y difusa entre cada calle transitada y cada persona vista con el rabillo del ojo.
Para incrementar sus miedos, había escuchado por parte de su abuela que la situación con los criminales de la zona se había descontrolado como nunca, este asunto tomo importancia capital para Amadeo, al indagar por las causas en el aumento de la delincuencia con su abuela no obtuvo ninguna información valiosa, esperaba encontrar a algún otro conocido que pudiera darle pistas útiles, aunque, al mismo tiempo, el esfuerzo de la propia conversación le desanimaba un poco.
Las ideas del joven se disiparon en cuanto se dio de bruces con la calle más reconocible de todo el sector, bastaba con alzar la mirada para encontrarse con el viejo aviso que hacía destacar al pequeño negocio, había poco tránsito en los alrededores y la fuerza del gran astro comenzaba a hacer suficiente efecto sobre la piel como para que animales y hombres prefirieran la sombra.
Amadeo temió un poco al reencuentro, la primera impresión anterior de aquel espacio correspondía a su noche de miedo y huida. Resultaría imposible distinguir si el muchacho persistió en su avance por valentía o por exceso de agotamiento mental, que le obligaba a ahorrarse cualquier razonamiento sesudo.
En el lugar del encargado, quien gustoso atendía a los clientes, se encontraba Benito, el muchacho parecía algo más agitado de lo usual, su camisa formal y bien abotonada destelleaba cuando se encontraba con la cada vez más intensa luz del exterior, Benito encontró a Amadeo con la mirada, se reservó las dudas sobre su lamentable aspecto y simplemente alzo ligeramente la cabeza a modo de saludo.
Amadeo, por su parte, alzo su mano por cortesía, una vez hubo alcanzado el mostrador, no dijo una sola palabra, simplemente recargo los brazos sobre la parte superior del cristal, allí se pudo oír un ligero crujir, parece que se había olvidado de idear alguna charla introductoria como primer paso para retornar a su vieja vida, el aturdimiento que era evidente gracias a sus movimientos y gestos, le imposibilitaba cualquier tipo de improvisación, una nuevo voz entrometida acallo toda estas meditaciones de súbito;
--Muchacho, ¿Era usted el encargado al momento de darse el tiroteo? –
Un hombre de barba difuminada y rasposa, con la piel ligeramente bronceada, portaba un saco de piel ocre que destacaba excesivamente y contrastaba terriblemente con el resto de su vestimenta.
Ninguno de los dos jóvenes al interior del local dijo algo en absoluto, aun así, era evidente quien de los dos se mostraba simplemente confundido y quien parecía al borde de un pánico fatal, el ánimo de Amadeo empeoro definitivamente cuando el recién aparecido hizo un gesto pedante con su brazo, presumiendo lo que llevaba en la muñeca, el gastado material de aquella diminuta pieza metálica fue suficiente para liberar un resplandor que se dirigió automáticamente al rostro de Amadeo, aquel objeto, era indudablemente uno de esos condenados cascabeles, Benito retrocedió un poco, apartándose del mostrador e invitando a su amigo a hacer lo mismo, pero era demasiado tarde, el joven fuera del separador se había plantado con un gesto amenazante en contra del recién llegado, palpó su bolsillo de manera nerviosa e hizo contacto con su propio cascabel, aquella esfera fría y moteada con toda clase de imperfecciones que se definía gracias al tacto del muchacho, debía ser fundamentalmente idéntica a la antes presumida por el hombre que ahora, confianzudo, analizaba a quienes debían ser sus contrincantes.
Aquel se limpió el sudor de la frente, el estorboso saco debía resultar asfixiante en semejante entorno, pero el tipo lucia, en virtud de su semblante y de su largo rostro, más a gusto que nunca, casi revelaba algún grado de excitación por lo que lentamente se estaba desencadenando.
Amadeo se dejó segar por el miedo y su ego mortificado, estaba seguro de que los únicos dispuestos a buscarlo en un momento y lugar como ese debían estar vinculados al grupito que tanto martirio le había provocado, ese hombre de vestimenta estúpida debía ser su embajador de mala voluntad, ni siquiera habia sido responder aquella pregunta inicial, todo se habia resuelto con la mera actitud de Amadeo.
Benito parecía listo para llamar a la policía, notaba la tensión que lentamente recubría la ya sofocante atmosfera, el tambien reconocía a aquel hombre como un sospechoso, valía la pena ser precavido, pero Amadeo no estaba dispuesto a actuar con meras precauciones, se sintió brevemente respaldado gracias a su nuevo poder, un instante de confianza súbita le hizo dar un paso al frente, ahora parecía dispuesto a todo, fue así que un gesto ligero de su mano, una clase "señalamiento" mal disimulado con su dedo índice evoco un poder que ya le resultaba familiar, un golpe nervioso, sutil y casi placentero en la parte frontal de su cerebro le pareció indistinguible de un gesto afirmativo por parte de su daimon, como si aquella distante e inquietante voz femenina se hubiera pronunciado para decir "hecho".
Para grata sorpresa del propio Amadeo, si existía la ínfima posibilidad de atraer un relámpago desde la distancia aun teniendo en cuenta lo soleado y despejado del día, así fue como ocurrió, un relámpago raudo y de gran poder se precipito sobre el recién aparecido, el estruendo ensordecedor se disipo en un instante, la garra truculenta de un demonio había alcanzo a dar caza al imponente rayo, Amadeo no pudo hacer más que permanecer boquiabierto, su poder no había surtido efecto alguno.
En medio de aquellas zarpas ennegrecedlas, el poder luminoso y fantástico del rayo fue retrayéndose hasta reducirse a un pequeño nudo de luz, mudo y frio, todo era fruto del poder del daimon de Mute, el más astuto de entre todos los miembros de la pequeña pandilla, el emisario de mala voluntad que había venido por el encargado de aquella noche.
La sorpresa que más daño hizo a la confianza de Amadeo fue la inmediata confirmación de que el viejo ermitaño y el mismo no eran los únicos que contaban con semejante poder, todo parecía haber ocurrido en un instante: aquel brazo musculado y de garras de pedernal sobresalientes sostuvo la "potencia" del relámpago entre sus garras, pronto aquel diminuto orbe pasó a manos de Mute, quien por orden de su patrón había hecho vigilancia de la zona en búsqueda de Amadeo, finalmente lo había encontrado, y en primera instancia, estaba decidido a entender que clase de poder posee el muchacho.
--¿Puedes marcar a otros como objetivos para un relámpago? ¿o esto es simplemente resultado de otra cosa? —Dijo Mute mientras contemplaba aquel pálido foco de luz aparentemente ingrávido que se deslizaba sutilmente en la palma de su mano. –
El tipo pareció extrañarse por el silencio que siguió a sus interrogantes, alzó la mirada solo para encontrarse una vez más con dos muchachos atolondrados y temerosos, la actitud de Amadeo confirmo a Mute una única cosa, y era que, pese a supuestamente haber recibido su poder antes que todos los demás, Amadeo no parecía especialmente capaz en el manejo del mismo, tras razonar de aquel modo, Mute elevó el diminuto orbe a la altura de su rostro para darle un último vistazo, después de todo, era la primera vez que concentraba la potencia de un rayo en la palma de su mano, una vez pudo sentirse orgulloso de su propia habilidad, se puso en posición, elevó ligeramente la pierna izquierda y acerco el orbe a su pecho, mimetizando el movimiento de un lanzador habido en un partido de béisbol, se preparó para proyectar el pequeño foco de luz como si de una pelotita se tratara, Amadeo no hizo nada para ponerse a cubierta o para considerar un contraataque, la falta de sueño y el profundo aturdimiento emocional que lo paralizaban lo convirtieron en un blanco ideal, eso fue todo. Mute uso toda la potencia de su brazo derecho para proyectar aquel diminuto orbe a una velocidad fantástica, el impacto fue en el pecho de Amadeo, quien salió arrojado contra la parte trasera del local a una velocidad considerable, los oídos del muchacho se sumieron en un reino de ecos nebulosos y distantes, se hizo presente un dolor terrible y asfixiante.
--Levántate, hice que tu corazón latiera una vez más, aun contra toda probabilidad…—Dijo la voz femenina del daimon acompañante—
Benito ahora yacía arrumado bajo uno de los escritorios de las computadoras, sus esfuerzos por llamar a las autoridades se habían visto opacados por el recién presenciado espectáculo, estaba seguro de lo que había visto y no encontraba como organizar y clasificar semejantes acontecimientos de manera racional, una centella, que a sus ojos había existido por menos de un segundo, había "impactado" contra aquel desconocido, pero algo terrible había impedido el destino más fatal, ¿De aquel hombre había emanado un brazo demoniaco? Benito sintió que le invadía la fiebre, su actitud cobarde tambien le mantenía inmóvil.
Amadeo no conseguía fuerzas suficientes para ponerse en pie, la parte frontal de su camiseta permanecía hecha girones, y la cremallera de su chaqueta escolar había sido reducida a un retazo de plástico, era muy probable que se le hubiera roto una costilla, eso era lo mínimo, definitivamente su daimon había intervenido sin previa aprobación, sobrevivir a semejante cosa debía ser un ejemplo de buena suerte.
Mute iba reduciendo la distancia entre el mismo y el débil muchacho, con una confianza inquietante deambulaba por en medio de los inacabables documentos y trazos de papel, ahora dispersos en todo el suelo.
Amadeo no encontraba espacio en su mente para una idea genial, lo suficiente como para sacarlo de aquella situación sano y salvo, el viejo dueño del local tendría que haber escuchado algo del alboroto y seguramente ya había llamado a la policía, pero era obvio que no llegarían a tiempo, así fue que el joven barajó a todos los implicados como cartas maestras en su juego, en un ejercicio maniqueo con la esperanza de encontrarse con su salvador, fue así que alzo la mirada como un perro herido en dirección a Benito, quien no sabía cómo desprenderse del miedo, Amadeo entendió que su amigo resultaría inútil en su gran escape.
--Antes de que te mueras, me gustaría saber cuál es el poder de tú daimon, el viejo ese solo nos dio algunos pequeños indicios, pero te seré muy honesto, todo este asunto me llama bastante, y… ¿Cómo iba a ser de otro modo? ¿Viste las cosas que se pueden hacer? Mientras más sepamos mejor, incluso, podríamos hacer un pequeño negocio…Yo quiero saber si es posible hacerse con daimones ajenos y tú quieres que llegar vivo al almuerzo -- Dijo Mute mientras detenía la marcha, ambos adversarios ya estaban frente a frente—
Amadeo solo dio un gesto despectivo a su contrario, y volvió a buscar fuerzas para ponerse en pie.
--Es decir… te digo todo esto por mera curiosidad, la verdad que, si tú daimon no puede hacer más que lo que acabo de ver, no vale mucho la pena…--
Mientras Mute buscaba sus propias respuestas, Amadeo desesperaba al verse cada vez más perdido, hasta que consideró lesionar de súbito algún musculo del adversario, justo como había hecho con Tadeo aquella noche mientras este escapaba.
Una clase de instinto recién adquirido, que funcionaba gracias al vinculo mental que mantienen los daimones con sus evocadores le permitía a Amadeo determinar si su idea sobre un suceso poco probable dispuesto a ser ejecutado correspondía con la realidad objetiva, era ese "olor" peculiar que su daimon había descrito, y este entendimiento solo le exasperaba más, porque no presentía en su adversario nada que pudiera usar en su favor.
--Me parece que sería peligroso intentar meterte un tiro ahora mismo, escuché mucho de lo que le hiciste al pobre de Tadeo, por eso sospecho que puedes hacer bastante más de lo que ya demostraste, y te lo juro, los muchachos son algo así como… muy brutos, son demasiado toscos y directos, pero yo tengo algo de sesos, mira nada más, de entre todos ellos fui el único en completar mis estudios, eso ya debería darte la impresión de que podemos tener una charla civilizada ¡jaja!, dame una pista sobre lo que puedes hacer y a lo mejor podemos hacer un trato, no pido nada más…--
Mute hurgó en uno de los bolsillos de su estorbosa chaqueta, y mientras hilaba sus palabras sostuvo alguna vieja tela, una media alargada hasta el límite, con esto se inclinó sobre Amadeo, allí ambos tuvieron un leve forcejeo, el muchacho empeño sus brazos en el esfuerzo inútil de apartar al adversario, no le alcanzaba el aliento para levantarse.
En desesperación, Amadeo dirigió un buen puñetazo en dirección al rostro del hombre, y fue inmensa su sorpresa cuando el aire en medio de ambos pareció volverse tan denso como el agua, en esencia, una fuerza de lo más extravagante no solo había frenado su esfuerzo como si de un muro solido se tratase, sino que repentinamente todo el ímpetu del golpe se había disipado, el puño de amadeo pareció inamovible por el agarre del daimon de Mute, aquella bestia solo revelaba sus aberrantes garras y nada más, un movimiento de manos violento generó una ligera briza, Amadeo recibió un fuerte puñetazo en el rostro, la suma total de todas sus fuentes de agotamiento y sus pérfidos efectos pudieron aturdirlo definitivamente y ese último golpe por parte de Mute sirvió de catalizador para que aquel terrible anestésico hiciera su obra.
El desgraciado de Amadeo apenas agitaba la cabeza, con las ñatas sangrantes y los ojos entrecerrados. Mute, con gran decisión, vendó los ojos del muchacho, no tardo mucho para que un vehículo se detuviese al frente del local, los oficiales aún tardarían en aparecer.
Una trémula luz blanquecina busca hacer hueco en los ojos de Amadeo, la tela de su venda improvisada es suficiente para opacar cualquier imagen, pero no lo suficiente como para eliminar de lleno el paso de la potente luz de la habitación, se hacen audibles algunos murmullos, la presencia de otros en esa habitación es más que obvia, ¿Cuándo lo habían movido de lugar? ¿Dónde se encontraba? el muchacho puede sentir sus ataduras, con las dos manos sujetas al frente por alguna clase de cuerda, sus manos comprueban que alguna clase de pilar le mantiene inmóvil, tambien encuentra algo de dificultad a la hora de respirar, su nariz se siente taponada por los coágulos de sangre que ahora le constipan, un ligero zumbido que solo él es capaz de captar solo contribuye a su aturdimiento, labios secos y ensangrentados, poco más.
--Nada de quitarle eso de los ojos, ¿o me equivoco? – Menciona una voz desconocida—
--Exacto, la verdad es que aún no sabemos muy bien que puede o que no puede hacer…-- Sugiere una voz familiar, es el viejo agresor de Amadeo, Mute. —
--¿Y que no sabemos? El tipo hace caer rayos, así dio de baja a Tadeo, y esa no la sabemos todos, aunque pudiera ver… estamos bajo techo, imposible que algo del cielo puedo darnos por aquí. ---
--¿Qué te pasa? ¿No te quedo claro nada de lo que nos dijo el viejo? La cosa nunca es así de sencilla, eso de hacer caer un relámpago debe ser solo un "subproducto" del verdadero poder de su daimon. –
Ambos hombres, quienes servían como custodios para el cautivo, sabían de sobra que el pobre ya los escuchaba, aprovecharían para dejar unas cosas claras con tal de que Amadeo los escuchara y lo dicho le provocara un terrible desanimo.
--Dame un ejemplo de eso que dices, yo aún no tengo uno de esos diablos y por eso no tengo idea…--
--Tarado… decir eso no estaba en nuestro guion, pero da igual, aunque tuvieras un daimon no servirías para nada, lo importante es el evocador como tal, puede servirte de ejemplo el poder de mi propio daimon, es bastante sencillo, me hace absolutamente invulnerable, todo lo que me arrojen me sirve de refuerzo para mi propia ofensiva, ¿Lo captas? Espero que sí, ese fue mi deseo original y se me realizó a cabalidad…--
--¡Creo que te entiendo un poco! ---
--Bien, como sea, tu ve y despierta al desgraciado, pregúntale si ya está despierto…--
--¿Qué si ya está despierto? Yo pensaba que…--
-- Ya… solo ve y haz lo que te digo…--
Entonces el socio de Mute avanzo hasta Amadeo, y dio un par de bruscas bofetadas sobre el rostro del chico, este último había sido capaz de oír toda la conversación, pero permanencia en un estado intermedio entre la somnolencia y la plena actividad, fueron esas bofetadas las que le hicieron agitarse como un loco, luego volvió a un estado de quietud y así permaneció, con el rostro apuntando al punto de origen de las voces.
--No quiero que me maten, el tipo ese quería hablar de negocios, ¿Quieren negociar? Yo sí… yo no diré nada a nadie, quédense con todo, a mí ya no me interesa…-- Dijo Amadeo en tono rastrero y desesperado, se le notaba sumamente harto de todo esto, solo deseaba perderse. –
--Ah… que maravilla, ahora si quieres negociar, bueno, yo con gusto, así que agilicemos las cosas, dime, ¿Qué deseo pediste a la hora de obtener a tu daimon?—
--¿Qué deseo? –El muchacho hizo un ligero esfuerzo por relacionar aquel concepto con todo lo sufrido—
--Ya, no te hagas, por favor, todos queremos irnos rápido a casa, y va a ser un buen problema si la policía ya te está buscando, solo dime que deseo pediste, y aunque eso no me diga directamente todo lo que quiero saber, creo que es la mejor pista que puedes darme… la otra opción es, pídele a tu daimon que te use de intermediario, que te diga todo lo que quiero saber—
--Yo… ¿te refieres a ella? Ah… si, los daimones, eso es, le preguntare ahora…--
Entonces Mute hizo un gesto de exasperación, se froto las manos con impaciencia y dio una risita burlona a su compañero, parecía dispuesto a dar algo de tiempo a su víctima.
--(Por favor, dime, dame las respuestas que busca este tipo, de lo contrario, quiero que me saques de esta situación, dijiste que solo debíamos apuntar y todo estaría hecho…)—
--(Ah… eso está más allá de mis capacidades, porque, podríamos hacer mucho si siquiera pudiéramos apuntar, pero estamos segados, necesito tus ojos para apuntar, si te ciegan, me ciegan a mí…)--
--(¿No queda nada por hacer)?—
--(Bueno, yo pensaba que tu serias algo más ingenioso, digo… no quiero sonar grosera, pero a lo mejor y podríamos haber intentado más cosas, por desgracia tienes una perspectiva algo limitada, a mí me parecen más convenientes las perspectivas muy amplias, pero que se le va a hacer… no todos los humanos son tan astutos…)—
--(A la mierda con eso, responde, él quiere saber tu poder… pero, no recuerdo para nada qué fue lo que pedí, lo que si se es lo que me comentaste la última vez)—
--(Entonces di eso… y veamos que pasa)
La voz de Amadeo, tras esa pequeña deliberación al interior de su mente, rompió el breve silencio;
--Puedo forzar eventos poco probables… si hay pocas posibilidades de que cierta cosa ocurra puedo hacer que, en efecto, ocurra… eso es lo poco que se de mi poder…--
--Me sorprende que, más allá de la golpiza que te di, parezcas tan despistado con todo esto, ¿El viejo te explico tan pocas cosas? ¿o simplemente no recuerdas? Bueno… da igual, ese poder puede dar buen juego, así que, vamos a hacer un pequeño trato, y por supuesto, tu parte implica que no dirás nada a nadie nunca, ambos quedamos tranquilos, es muy simple, vas a cederme tu daimon. —
--Bien, ¿y luego podre irme? —
--Si, parecías algo más intimidante de frente, pero de verdad no resultaste siendo la gran cosa, pero mejor para mí, después de todo, es un ejercicio de mutuo beneficio. –
--Yo simplemente no quiero saber nada de esto… ¿Cómo no iba a temer en semejantes circunstancias? —
--bueno, sí, pero algo de dignidad no hace daño, no parecías un llorica…--
El socio de Mute dio una corta risotada, sus expresiones revelaban que era bastante joven.
Durante buena parte de su vida, Amadeo había sido un animal corpulento y aventado, con bastante disposición al enfrentamiento directo, entonces recordó que ese supuesto que se extendía superficialmente a "buena parte" de su vida, era poco más que algo ilusorio, la verdad era que solo durante sus años de escuela secundaria en adelante había adoptado semejante actitud y ahora más que nunca, se veía dispuesto a poner todo ello en duda, comenzaba a creer que simplemente, su supuesta valentía se debía simplemente a que hasta ahora, no había enfrentado a nadie realmente peligroso.
¿Quién aparecería en defensa suya? ¿Qué ingenio podría concebir para librarse de todos los percances? Así pensaba Amadeo, casi ignorando la propuesta de su contrario, temía demasiado dar una respuesta, por supuesto, la sospecha de que él terminaría en alguna fosa independiente de su respuesta permanencia en su lado consciente. era una cuestión de lo más típica.
--Bueno, muchacho, me parecía que había dejado muy en claro que quería hacer todo lo más rápido posible, pero solo te veo ahí silbando con la nariz sin decir nada, ¿vamos a hacer el trato o no? –
--Ya di mi respuesta…--
--¿Esa era una respuesta de verdad? Pensé que solo balbuceabas –
"Me mataran después de que todo quede resuelto" pensaba Amadeo, lo que decía Mute tenía algo de razón, la mayoría de sus respuestas no eran más que jadeos desesperados, quería salir de aquí con vida sin importar el costo, pero a estas alturas, casi estaba por convencerse de que estas personas lo matarían en cuanto obtuvieran lo que buscaban.
La cuerda que mantenía al joven atado sufrió un repentino y brusco estiramiento, era por gracia del propio Amadeo, quien repentinamente había comenzado a forcejear con todas sus fuerzas restantes, apretujaba los dientes y se agitaba en todas direcciones ansioso por dar con su ansiada libertad, cada tanto se detenía y apoyaba el rostro contra aquel frio pilar de concreto, buscando que la fricción le ayudara a desprenderse de la venda.
Ante semejantes movimientos, los dos supervisores de Amadeo desenfundaron sus armas, ambos cañones no tardaron en apuntar en contra del agitado joven.
--No intentes ninguna estupidez, vas a terminar matándote si sigues así, debes tener una costilla rota como mínimo, no tenemos por qué ser así de bruscos, yo solo quiero hacer un buen negocio…-- Sugirió Mute mientras apuntaba—
--¡Eso es pura mierda! Ustedes, ratas, me van a matar en cuanto puedan, todos conocen ese juego, a mi déjenme fuera, hagan lo que tengan que hacer…--
Aquella violenta reacción podría ser rápidamente asignada a un estallido de valentía, pero en verdad, era fruto de una rabieta exacerbada por el miedo y la impotencia, estaba más inclinada a un ataque de locura que a un ejercicio de plena valentía.
Dolor, insomnio, aturdimiento, y terror, todo ello no hacia sino hacer que los movimientos del joven se hicieran más convulsos y raquíticos, el desgraciado muchacho hablaba con tono quebradizo, parecía que estallaría en llanto en cualquier momento, sus custodios permanecieron en alerta, rápidamente notaron que la venda no se desprendía, ello era fundamental, puesto que aquella desprolija pieza de tela les servía de ultima garantía, quien demostraba un cierto grado de agitación era el acompañante de Mute, el muchachito se notaba sumamente extrañado por los dramáticos movimientos de Amadeo, aún con esto, mantenía un buen pulso mientras su vista se agudizaba como una mirilla dispuesta a señalar el punto mortal sobre su objetivo.
--Diez segundos, contare hasta diez para que te calmes, superados esos diez segundos, si aún puedo verte retorcerte como un animal, vamos a iniciar con los disparos, tu elijes… diez…--
Mute había iniciado su conteo, pero ello no hizo sino empeorar la agitación de Amadeo, en efecto, aquel parecía una bestia salvaje acorralada, la impotencia simplemente habría superado cualquier grado de prudencia… (nueve) el conteo continúa, ahora el mermado ingenio de Amadeo resultaba inútil, no había espacio en aquella cabeza que sirviera a ideas útiles en semejante situación.
(Ocho) Gotas rebosantes surcan la piel de Amadeo, sus rodillas comienzan a ceder tras turbulentas agitaciones, cae de rodillas, ahora solo usa la fuerza de sus hombros y cuello para forzar el desprendimiento de la venda, todo ha sido inútil hasta ahora.
Algo interrumpe el avance del conteo, una tercer arma ha sido desenfundada, con suma perplejidad, los dos torturadores de Amadeo se giran hacia la puerta principal que se dispone a sus espaldas, uno de sus socios parece haber perdido el juicio, les apunta con todas las intenciones de abrir fuego, solo Mute, confiado por su poder, se anima a girarse para dirigir el cañón de su arma en contra del recién llegado, es uno de los que se unieron a la pandilla hace menos de cinco días, un joven de no más de veinticinco años, con un desproporcionado flequillo sobre la frente, vestido con poco más que un pantaloneta de jena y una camisa mugrienta.
--Intenta algo y mato a Paulo…-- Dice el recién llegado.
--¿Qué piensas que haces? no imaginé que los traidores aparecerían tan rápido entre los miembros de nuestra pequeña empresa, esto si no lo voy a pasar por alto…--
--Aquino, ¿Qué te pasa? No salgas con estas, mira que no nos conocemos mucho, pero esto de aparecer y buscarnos para meternos un tiro es demasiado, los demás muchachos no tardaran en darse cuenta y la vas a pagar bien caro…--
Aquino, el joven que acababa de aparecer y buscaba pleito con los otros dos, pareció enrojecerse por la ira.
--A mí eso me importa poco, ustedes acabaron con la buena de mi tía, la que me crio, y todo para que me uniera su maldita pandillita, pues ya no más, he decidió ser un hombre, me la van a pagar bien caro. –
--¿Qué tía que te crio? Si vives con tus padres y la buena de tu madre nos había traído empanadas y todo…-- Respondió Mute con cierto tono burlón—
--Todo eso era una coartada, animal, ¿Qué van a saber ustedes? Estoy aquí de infiltrado para terminar con todo desde adentro, así ha sido siempre, pero pude ver desde la puerta como atormentaban a este pobre infeliz, inhumanos, ¿Cómo pueden estar tan tranquilos? –
Paulo y Mute se dieron una mirada simultanea que rebelaba una enorme confusión, lo dicho por Mute no era ninguna locura, otros miembros de la pandilla ya conocían a los padres de Aquino, y la madre de este les mandaba regalos cada tanto, ninguno de los dos había escuchado nada semejante sobre una tía o algo por el estilo, realmente parecía que Aquino se había vuelto loco de repente.
--Bueno… mira, no sé si estas fumado o algo, pero aún con eso, no puedes venir a hacer ese espectáculo en medio del interrogatorio…-- Mencionó Mute--
Fue el impulso fulminante de un único disparo el que acallo todas las voces, la bala silbante dio de bruces en el pecho de Paulo, y el pobre muchachito cayó al instante, Mute, por mero instinto, se arrojó al suelo temiendo otro disparo, no por ello desatendiendo la vieja dirección de su cañón, y como pudo tambien se dedicó a abrir fuego, fue así que, tal como una luz rauda, la imagen de Amadeo regreso a su lado consciente, y determinado por un sencillo deseo de establecer prioridades, el temor le hizo dirigir su cañón en contra de Amadeo, aun sabiendo que el verdadero tirador, Aquino, permanencia a pocos metros tras el con un arma cargada y dispuesta a cobrar una segunda víctima.
Un segundo estallido, parece que numerosos pasos presuroso se aproximan hacia el salón donde se realizaba el interrogatorio, el revólver de Mute yace descompuesto en varias piezas ennegrecidas por el suelo, su mano derecha parece ilesa, se acaba de llevar un buen susto. El hombre alza la mirada con absoluta perplejidad, un tercer estallido emana del cañón de Aquino, el daimon de Mute frena el proyectil a pocos centímetros de su objetivo, gracias a que ha extraído de este todo su ímpetu.
Mute, ahora desarmado, concentra el poder robado de la explosión de su arma y del tercer disparo en una única esfera resplandecientes, apenas más grande que una canica, acomoda su dedo medio y su pulgar a modo de propulsor para el diminuto proyectil, apunta y lo arroja contra Aquino, quien se desplaza en dirección a Amadeo para liberarlo, por fortuna para este último, el proyectil de Mute erra por completo, dejando una grieta en la pared.
Ahora Mute pretende ir por el arma de Paulo, pero esta detona al igual que la suya, todo eso es obra de Amadeo, quien se ha librado de un lado de la venda, dejando disponible su ojo izquierdo, Aquino comienza a desprender sus ataduras como puede.
--Tienes que salvarnos, yo te salvo ahora, tú me salvas después, tienes que hacerlo para que ambos salgamos en una pieza…-- Dice Aquino, con pequeñas lagrimas que recorren sus mejillas, la presión de las circunstancias le han magullado los nervios, ahora ve a Amadeo como su única esperanza—
Amadeo no entiende el por qué o el cómo, solo reconoce que alguien ahora está por liberarlo, tiene una posibilidad de salir vivo de todo esto, Mute se pone de pie, materializa un nuevo orbe de energía, esta vez de un tamaño mayor, semejante al que uso por primera vez en contra de Amadeo, se prepara para apuntar y calcula como mejor puede la trayectoria de su proyectil, está especialmente nervioso, las terribles dudas sobre las verdaderas posibilidades del poder de Amadeo se han acrecentado.
Por su parte, Aquino y Amadeo lucen aún más intimidados, especialmente este último, un terrible presentimiento lo atormenta…
Los socios del enemigo se aproximan, no tardaran en aparecer, ¿Cuántos de ellos ya son evocadores tal como Mute y el mismo? Amadeo considera esa inquietante posibilidad.
súbitamente, un haz de ingenio se sobrepone al temor de Amadeo, puede hacer memoria sobre un hecho pasado, piensa en su noche más terrible, puede hacer énfasis en cierto suceso, recuerda que su último perseguidor intento escapar, y pudo lesionarlo poco antes de que pudiera ganar cierta distancia, después de todo, siempre hay cierta posibilidad de que un tendón pueda romperse mientras está sometido a cierto grado de estrés, la única idea que Amadeo podía relacionar a todo esto eran las lesiones que había visto en su vida y que conocía por ciertos deportes, y ahí, en ese preciso instante, la imagen de Mute a punto de arrojar aquella esfera constituida de puro ímpetu le recordó a un hábil beisbolista a punto de hacer su lanzamiento, fue ese brevísimo instante el que confirmo no solo su breve razonamiento, sino que sirvió de comprobante para lo que su intuición parecía prever desde hace rato.
El proyectil de Mute nunca se proyectó con gran poder en contra de sus enemigos, el impacto probablemente habría terminado con Amadeo de manera definitiva, pero en su lugar, un grito de dolor volvió a opacar la escena, el tendón supraespinoso de Mute se rompió en medio de su movimiento, la esfera de ímpetu se hizo humo al caer sobre el suelo como una bola de cañón desprovista de impulso, el desgraciado se hecho sobre su espalda para quejarse.
Un grupo de cinco hombres ahora permanecía fuera de la improvisada sala de interrogatorio, todos empuñando sus armas, hace pocos segundos parecían decididos a cargar, pero los gritos de Mute habían sofocado esta determinación, todos tenían razón para temer, en el grupito de subordinados solo se contaban dos hombres capaces de usar el poder de sus respectivos daimones, aún con esto y sumándose el hecho de que todos iban armados con sus viejos revólveres, nadie se animaba a dar el primer paso, todos temían que Mute hubiera sido herido fatalmente.
--¿Lo mataron? A mí me parece que ya lo mataron…-- Dijo uno de entre el grupo—
--Aguarden, esperen, a lo mejor y nos da una señal… dios mío…--
Así murmuraron entre ellos sin decidir qué era lo más conveniente, el jefe de todo el grupo no se encontraba en el lugar, y todos temían demostrar su ineptitud mediante suplicas en busca de su ayuda, ninguno quería parecer un incompetente y menos un cobarde.
Al interior de la puerta, un todavía temeroso Aquino hacia uso de sus máximos esfuerzos para ayudar a un débil Amadeo, quien apenas podía mantenerse en pie, parecía que los gritos de Mute habían cesado, unos leves jadeos se hacían audibles, ya no era solo el dolor la fuente de la inactividad de este último, sino el miedo a otro ataque semejante, al principio le gobernó una gran confusión, supuso que su propio daimon lo mantendría a salvo ante cualquier ofensiva de Amadeo, pero Mute se había equivocado, ahora podía considerar las grandes vulnerabilidades de su poder, puesto que todo lo que había sido capaz de detener y "absorber" no eran más que ataques contundentes, proyecciones de fuerza que ejercían un efecto típico en la realidad, en el caso del relámpago arrojado por Amadeo, eso era un elemento dotado de ímpetu y fuerza suficiente para ejercer gran daño, por eso pudo absorberlo sin ninguna dificultad, pero este nuevo ataque, parecía desprovisto de cualquier influencia material "anterior", por eso su daimon había sido incapaz de hacer nada.
--¡Corran! No abran fuego, ¡Den paso! ¡ustedes solos no pueden! –Dijo Mute a todo pulmón, esperando que sus cinco cómplices tras la puerta pudieran escucharlo, todos eran bastante jóvenes, y Mute quería ahorrarse cualquier daño innecesario, sabia de sobra que ninguno podría hacer frente al daimon de Amadeo, en cuanto este último avanzara por la puerta, le bastaría un vistazo breve para que las armas de todos detonasen en sus manos.
Los cinco muchachos no tardaron en acatar la orden tal y como pudieron interpretarla, "huyan" así hicieron, abandonaron su puesto y varios saltaron hacia las escaleras creyendo que estarían seguros en el segundo piso del local, el viejo almacén era bastante amplio y sirvió a favor de que todos se dispersaran rápidamente en búsqueda de un escondite.
Aquino apoyó a su nuevo aliado contra sí, y ambos comenzaron a moverse, los dos dieron una mortal mirada a Mute, quien quería fingir inconciencia.
Ya a las afueras del viejo almacén, un establecimiento antes destinado a guardar de piezas reciclables, pudieron ver como un pequeño auto negro se detuvo justo al frente, lo último que Amadeo pudo recordar de esa breve instancia a las afueras de ese horrible sitio fue la lastimosa despedida de Aquino, quien lo dejo seguro en el asiento trasero del auto, luego una gran debilidad lo hizo desfallecer.
Un eco monstruoso resuena desde el fondo de la penumbra, como una bestia hambrienta y jadeante, a veces aparecen luces, a veces los rostros casi parecen algo real, los breves vistazos del mundo tangible se emulan luego como retazos inútiles y malformados, todo se suma a la gran mancha de la incertidumbre, Amadeo cree que ha oído a alguien hablar de un doctor, luego un gran foco blanquecino que casi le ciega, ¿Dónde se encontraba? Cada tanto nacía de si el instinto por levantarse y desprenderse de ese ambiente sofocante y extraño, pero no tenía las fuerzas.
En algún punto, le pareció que sus ojos estaban dispuestos a ver y contemplar una vez más, dio un rápido vistazo a su habitación, era un espacio limpio y muy bien adecuado, una pequeña mesita a su mano derecha sostenía un ramillete de girasoles y pequeñas margaritas, al lado izquierda, una triste viejecilla parecía no caber dentro de si por su grata sorpresa, la abuela de Amadeo se levantó como pudo y fue a abrazarlo al notar que había abierto los ojos, todo se iría aclarando a partir de ahora.
Pocas horas después apareció Benito, quien no hizo más que lamentarse, suplico a Amadeo que le perdonara, que olvidara su terrible muestra de cobardía, Amadeo, dotado de una extraña lucidez y paz interior, (no podía evitar demostrar gratitud por la vida después de lo experimentado) aceptó de buena manera todos los ofrecimientos, le dijo a Benito que no había nada por lo que disculparse.
Amadeo pudo dar un gentil vistazo a la amplia ventana de su habitación, debían ser algo así como las cinco de la tarde y un cielo que tendía hacia el ocaso recobraba los buenos ánimos del muchacho.
La tercera visitante era hasta entonces una completa desconocida, la puerta dio paso a una muchacha de tez morena y mirada brillante, cabello oscuro y prolijo, dueña de unos ojos amplios y un porte espectacular, el estilo de su breve andar y lo exacto de todos sus ligeros gestos extrañaron a Amadeo, viendo todo el porte de la contraria, no le costó intuir que era alguna ricachona, pero definitivamente no podía identificarla de ningún lado.
--Buenas tardes, me alegra verte mejor… ejem… me dijeron que habías llegado bastante mal, espero que no te moleste lidiar con una desconocida en un momento como este—
Tras hablar, la muchacha acomodo su falda para sentarse en el pequeño asiento a un lado de la cama, Amadeo solo la observo con incredulidad.
--Disculpa que le pidiera a tu familia un espacio en privado, pero es necesario, me parece que ellos aún no saben absolutamente nada del asunto, … ellos solo saben lo que todo el mundo ya cree saber, te secuestraron para una posible extorción, pero milagrosamente uno de los implicados cambió de objetivo a último momento y facilito tu escape… Pero tú y yo sabemos que hubo algo más de por medio, ¿Te sientes capaz de hablar de eso ahora? –Dijo la muchacha, temiendo la indisposición de Amadeo, por ello se permitió hablar con suma gentileza –
El muchacho se acomodó para estar en una posición algo más erguida sin tener que abandonar la comodidad de la cama, pareció ligeramente exaltado.
--Ya sabes de que quiere hablar…-- Dijo la daimon de Amadeo desde el interior de su mente –
La visitante rápidamente noto el pequeño sobresalto de Amadeo, entonces tomo su pequeño bolso dispuesta a salir.
--Disculpa, aún debe ser muy pronto, creo que de todas formas aún tenemos tiempo, no debe ser ahora. —
-- Yo…es que no te conozco de nada, si eres la encargada y vienes a cobrar la cuenta del hospital te adelanto que no tengo idea de cómo quedé en un cuarto así, en realidad no se si eso suma al precio final, pero te aseguro que no sé cómo pagarlo…--
--Nada de eso, mira, me refería al asunto de… --Ella miro en dirección a la puerta con cierta sospecha antes de seguir hablando-- …los daimones, no te hagas el loco—
Aquellas palabras arrastraron a Amadeo lejos de su pequeña zona de confort, porque en su estado de inconciencia, parecía que había logrado apartarse de todo lo ocurrido en las últimas semanas, por un momento, tras despertar, se había visto aliviado, como si todo lo antes sufrido correspondería a un sueño indeseable, "daimones" una palabra que en el primer instante le pareció irreconocible, totalmente alienígena, pero mientras su memoria iba haciendo de las suyas para unir todo y presentarlo como un asunto definitivamente real, los buenos ánimos del muchacho iban disminuyendo.
La voz de su propia daimon que hace poco se había pronunciado volvía a ser una cosa plenamente distinguible de su propia voz interior, un pequeño escalofrío acompañó este entendimiento y Amadeo bajo la cabeza con disgusto.
--Ah, por supuesto… ese asunto—
--Hum… ¿no te parece extraño que yo sepa de este asunto? –
--Bueno, se supone que sí, pero si te soy completamente honesto, he conocido demasiadas personas relacionadas a ese maldito asunto, preferiría, yo que se… seguir escuchando a mi abuela, si quieres algo relacionado con mi daimon puedo vendértelo, eso quería el tipo que casi me mata…--
--¿Lo dices enserio? ¿Te desprenderías de un poder como ese así sin más? —
--Por supuesto que si… a lo mejor y esa es la razón de que esa palabra recuerde tanto a "demonio" ¿No te parece? A mí me suena a que son alguna maldición, yo ya no quiero nada que ver, me parece que terminé con más de una costilla rota, es más… ni siquiera sé si tengo algo más, llama a mi doctor por favor…--
--Espera, aún no terminamos de hablar, el doctor ya vendrá, lo que debería inquietarte más son las implicaciones de tener semejante poder, ¿Tú hiciste que las armas de esos tipos detonaran? Había visto cosas similares, como accidentes extremadamente raros…--
--Quiero que salgas del cuarto, te juro que no tengo ni idea de cómo sabes todas esas cosas, la verdad, no me interesa demasiado, déjame en paz, creo que me siento algo mareado, eres muy amable y todo eso, pero por favor, vete…--
La muchacha se inclinó de súbito sobre la cama de Amadeo, entonces el semblante de su rostro mudo a una expresión inquisidora, fijando los ojos en los del muchacho.
--Reiniciemos la conversación, quiero que me escuches, y que me escuches enserio, y para que te tomes el asunto con la suficiente prudencia, te voy a decir algo, yo… la que tu abuela cree es una querida amiga tuya, te está pagando las facturas del hospital, gracias a que mandé a recogerte aquella tarde es la única razón de que no estiraste la pata… si entiendes eso, ahora voy a preguntarte, ¿Entiendes algo del poder que tienes entre manos? –
Amadeo permaneció medio atontado, la cabeza se le ladeo levemente mientras parecía esforzarse por acomodarse a las nuevas circunstancias.
--Yo… si… entiendo lo primero, disculpa, no tenía idea, mira, si me salvaste la vida para quedarte con esa cosa, no tengo ningún problema, has lo que tengas que hacer, sobre ese supuesto poder, creo que alguien más inteligente podría darle ciertos usos, pero… no es para mí, simplemente no entiendo ni lo fundamental, y mucho menos he sabido usarlo, quiero decir, ni siquiera he podido defenderme adecuadamente. --
--Tranquilo, no quiero nada de eso, ya que empezamos mejor me apresuro para que el doctor pueda pasar a revisarte, tengo un pequeño plan para soluci0onarnos la vida… ganar una cantidad indecente de dinero, suficiente para que tus nietos vivan sin demasiadas preocupaciones… y más allá. Lo que quiero decir es… imagina esto como una propuesta para una sociedad, tú y yo vamos a trabajar juntos para obtener ese objetivo, te lo juro, es un plan imbatible…--
Ella al tocar ese último punto, pareció presumir en sus gestos una confianza infantil y desmedida, se notaba completamente segura de su apuesta.
--¿Un plan? Mira, yo ya intenté ganar los números de la lotería con mi daimon, pero fue inútil, y eso que su poder se supone que está vinculado a los sucesos improbables. –
--No seas bruto, no hablo de eso, eso sería lo primero que se le ocurre a cualquiera, pero lo mío es algo bastante más novedoso, será algo complejo, pero definitivamente podemos hacerlo—
--La verdad no se me ocurre que es… dame una pista—
--Eso será luego, quiero saber si aceptas o no…--
Entonces la joven extendió su mano ante Amadeo, el muchacho bacilo como pocas veces en toda su vida, pero tras uno pocos segundos, este último pareció determinado a aceptar, acababan de cerrar su pequeño trato.
--Entonces, ¿Qué es lo que vamos a hacer? –
--Los detalles de mi idea vienen después, por cierto, mi nombre es Emilia, y por supuesto, tengo mi propio daimon, pero ya llegara el momento de hablar con tiempo… Tu eres Amadeo si no me falla la memoria, lindo nombre, estaremos en contacto…--
Emilia agitó gentilmente su mano mientras se levantaba, dio una mirada perspicaz en contra de Amadeo, como si quisiera cerciorarse de que no se había echado para atrás, luego partió del lugar.
Poco después pasó el doctor para evaluar el estado de Amadeo, allí el doctor tuvo la gentileza de informarle que lo más grabe había sido un par de costillas rotas, aparte de eso, se evidenciaban una buena cantidad de lesiones menores, magulladuras, cortes y moretones, el doctor indagó con el muchacho respecto a su mayor cicatriz, fuente del golpe que según él le había roto las costillas, Amadeo no supo que responder, es decir, sabía que obviamente no podía mencionar nadar de lo ocurrido con Mute o lo tratarían de loco, por lo que simplemente dijo no ser capaz de recordar eso.
Después de esto, Amadeo tuvo tiempo de charlar amenamente con su abuela, luego con su amigo, allí pudieron sentirse seguros de que la vida del joven no corría ningún riesgo, parecía que lo peor había pasado por ahora.
Esta fórmula se repitió por varias semanas, primero la abuela, luego Benito, luego Emilia, y finalmente el amable doctor.
No fue sino hasta el quinto día que Emilia volvió a tocar el asunto más peliagudo de todos, los dos habían dejado de conversar, fue ahí cuando la muchacha se preguntó si era la hora del noticiero, Amadeo sugirió que era probable, por lo que encendieron la pequeña televisión que se sostenía en la pared, efectivamente, el noticiero había comenzado, en ese instante Amadeo quiso revisar su teléfono, pero Emilia le advirtió que fijara su atención en los reportajes.
Se enseña en pantalla lo que parecer ser la filmación de una cámara de seguridad dispuesta a las afueras de un pequeño negocio, el informe destaca que aquello ocurrió en "Medidito" un pequeño sector vecino del barrio natal de Amadeo, lo que se enseña en aquella filmación logra inquietar profundamente al muchacho, pese a la terrible calidad de susodicho video, el asunto es más que evidente, se observa a un par de patrulleros de la policía, parece que aparecen para atender diferentes denuncias y quieren cerciorarse respecto a las sospechas de algunos vecinos, el lugar al que han ido a indagar los dos oficiales parece ser una vieja bodega, allí los recibe un único hombre, el video se corta y se adelanta hasta el momento del enfrentamiento, el hombre, ahora armado, inicia un tiroteo contra los oficiales, lo primero que llama poderosamente la atención de cualquier espectador es la gallardía del tirador, se pone en medio del fuego enemigo sin el menor miramiento, los oficiales mantienen el fuego y aún con ello, ninguna bala en contra del tirador parecer surtir el más mínimo efecto, muchos espectadores ya han sugerido cosas descritas como "sombras semejantes a brazos" que parecen emanar del cuerpo del sospechoso, el sentido común de la mayoría descarta lo que se ve en aquel video como malinterpretaciones obvias gracias a la baja calidad del material, otros, en su lugar, asumen por automático que lo que allí se contempla es poco más que un montaje, un pequeño grupo asigna el fenómeno a un misterio. El video finaliza con un oficial en el suelo, herido, mientras que otro se aparta para buscar refuerzos, no se ha conseguido ningún testimonio por parte de vecinos o de los propios oficiales, el asunto sigue bajo investigación de las autoridades.
--Esto debe haber ocurrido como mínimo unas seis veces en los últimos meses, solo que la policía ha sabido disimular todo de mejor manera desde entonces, todo el mundo sabe que en la periferia está ocurriendo algo de lo más extraño, tú ya debes imaginar de que se trata… --
Dijo Emilia para después abandonar su asiento, entonces extiendo sutilmente el brazo derecho y tal como emergen los polluelos del cobijo de un ala familiar, dos pequeñas criaturas emergieron desde la espalda de Emilia en cuanto hizo aquel movimiento, dos criaturas infantiles, de cabello plateado y piel gris, lucían vestidos sencillos y largos, de porte antiguo, ambas demostraban un carácter bastante más tímido que el del daimon de Amadeo.
--Estas dos son mis daimones, me otorgan un control absoluto sobre la mente, humana o animal… suena simple pero definitivamente es una habilidad muy valiosa – Emilia parecía presumir un poco—Ahora tú, quiero que me dejes ver a tu daimon…
A pesar de todo, Amadeo todavía demostraba cierto grado de sorpresa ante semejantes fenómenos, esas dos pequeñas apariciones fantasmales parecían observarlo fijamente, entonces volvió en sí y accedió ante la petición de su contraria.
Desde bajo la cama, lentamente fue emergiendo la perseguidora de Amadeo, su larga y negra cabellera se extendió sobre la cama, y esta no quiso apartarse demasiado de Amadeo.
--Una pequeña duda… ¿Cuándo pediste tu deseo consideraste en algún momento que fuera una mujer la que te lo cumpliera? –Indago Emilia—
--Pues no que yo recuerde –Replico Amadeo-- ¿Eso tiene algo que ver con la forma de estas cosas?—
--No lo sé en realidad, aún tengo demasiadas dudas sobre todo el asunto, lo relevante es… ¿Qué puede hacer tu daimon? –
--Ejem… bueno, hasta donde entiendo, ella puede "forzar" cualquier evento poco probable, es decir, si por ejemplo existen unas mínimas probabilidades de que caiga un rayó, ella podrá hacerlo aparecer independiente de lo improbable que parezca…--
--Oh… y si digamos, quisieras provocarme una muerte súbita aquí y ahora, ¿Podrías? –
--Bueno, definitivamente es posible causar daño físico desde el propio cuerpo… pero nunca lo he intentado…--
--La voz de la daimon de Amadeo intervino y susurro como de costumbre—Algo fuera de cualquier consideración tuya esta fuera de mis propias consideraciones… pero ya que lo mencionan, definitivamente se puede detener el corazón de alguien, o incluso, enviar un coagulo al cerebro, ahora que tienes una idea más amplia, puedo escuchar tus pensamientos y su relación de ideas… cada una podría generar más daño que la anterior—
Era verdad, el muchacho se vio incapaz de negarlo, un flujo considerable de daños posibles se iba enlistando, muchos, quizá la mayoría, serian descartables, pero algunos definitivamente podrían generar gran daño en un adversario, Amadeo se asombró a la vez que se sentía intimidado por las nuevas implicaciones de su poder, era cuestión de usar la imaginación.
--¿Por qué es importante si puedo hacer algo como eso? – Indago Amadeo con cierta inquietud—
--Es solo para tener plena conciencia de todas nuestras cartas, la realidad es que estamos en desventaja absoluta por cantidad de asociados—
--¿Asociados? Ah… ¿Hablas de nosotros respecto a ellos? Esos tipos son muchos, supongo que tienen más de esos cascabeles que nosotros. ¿También se metieron contigo? –
--Eso me recuerda, ¿Tú cascabel está en un lugar seguro? – Emilia evade las dudas de Amadeo--
--Debería… se lo entregaron a mi abuela, o eso dijo ella. –
-- Eso es perfecto, por cierto, esto me recuerda, ya es momento de que te cuente la primera fase de mi idea, pero antes, te pido permiso para leer tus recuerdos…--
--¿Y eso es necesario? No quiero decir que desconfié, pero no me imagino a nadie pidiendo algo como eso—
--No te preocupes, solo buscare cosas relacionadas a todo este asunto—
--No, ni loco…--
--Tienes que acceder, de otro modo ¿Cómo voy a confiar en ti? —
--Pues como la gente normal, confiando y ya, ¿te metes en la cabeza de la gente así sin más? –
--Nunca lo he probado en un evocador, pero no es nada del mundo, tu abuela y tu amigo ni siquiera se percataron, gracias a eso sé que no eres una mala persona, vamos, será muy rápido—
Una de las jóvenes gemelas fantasmales se aparta de su hermana, y tímidamente avanza hacia Amadeo, una vez que está a los pies de la cama, se inclina ligeramente para tocar el pie derecho del muchacho, un instante antes de que Amadeo siquiera pudiera apartar el pie, fue la mano de su propio daimon la que emergió desde el tobillo del joven para sostener la pequeña mano de la gemela.
Emilia observo con curiosidad, luego dio a Amadeo una mirada inquisidora, como si exigiera alguna respuesta a lo que ocurrida.
--Yo definitivamente no le pedí que hiciera eso, te lo juro—
--Ya …ya, al menos pídele que la suelte…--
Entonces, con la velocidad de un pensamiento, la orden desde la mente del muchacho hizo que aquella mano liberara a la pequeña criatura, quien volvió al cobijo de Emilia.
--A lo mejor y los daimones tienen reacciones automáticas para proteger a su evocador, no lo sabía… --
--Pues mejor, una razón más para que no entres en mi cabeza…--
--Como sea, supongo que solo esta vez podemos saltarnos ese paso, por cierto, no me has preguntado prácticamente nada, ¿No te da curiosidad el cómo saliste vivo de ese secuestro? –
--A lo mejor sí, pero no soy muy preguntón…--
--No pareces el más avispado, eso me genera mis dudas, pero… después de todo, eres la única persona con la que puedo contar de momento. –
--¿Solo yo? Pues mejor consíguete un novio o algo por el estilo, así sabes en quien confiar—
--No me refiero a eso, lo que quiero decir es que, a diferencia de esos criminales, nosotros no tenemos más aliados, o al menos yo no he podido encontrar más evocadores en ninguna parte. –
--Espera, hablando de preguntas, ¿Tu como obtuviste tu cascabel? Quiero decir, hasta donde recuerdo, yo lo encontré gracias a que di con ese viejo, y bueno, los demás hicieron su descubrimiento mientras buscaban el cuerpo de su amigo supongo--
--Hm… me encontré a un viejo cavando una tumba en medio de la arboleda que limita con mi departamento, supongo que él nos contó cosas similares… espera, ¿El cuerpo de su amigo? Acaso tu…--
Entonces el rostro de Amadeo se tornó de un color enfermizo, se le aguaron los ojos y apretó los labios con fuerza, Emilia se acercó en caso de que fuera un desmayo, pero el muchacho conservo las fuerzas para no colapsar.
--Lo siento, respira, olvidemos eso… después de todo, seguro lo hiciste en defensa propia, era uno de esos casos, no te preocupes…--
Emilia hablo con gran arrepentimiento, entonces viendo que Amadeo parecía algo descompuesto, se apartó un poco:
--Me voy por ahora, lo siento mucho, ¿Quieres que llame al doctor? –
--No, así está bien… es solo… es solo que no quería recordar.
El muchacho vio hacia sus temblorosas y pálidas manos, intento secarse las lágrimas con el mayor disimulo posible y luego suspiro con fuerza.
--Al menos cuéntame la primera parte del plan… ese dinero me caería bien en caso de que te deba todos los gastos del hospital. – Dijo Amadeo mientras intentaba mantener una sonrisita temblorosa muy mal disimulada.
-- ¿Estás seguro? –
--Absolutamente, ya hablamos mucho como para no llegar al punto…--
--Bien… bien, la primera parte del plan es descubrir que tienen de especial estos cascabeles, quise mandar a hacer uno más con exactamente las mismas características, luego seguí el pequeño ritual de deseo que me enseño el viejo y nada ocurrió, peor aún, el cascabel que mande a hacer si emitía ruido como cualquier otro, como ya sabrás, lo peculiar de los nuestros es que pese a que no están dañados o incompletos, siguen sin emitir ningún sonido, no sé a qué se debe, pero definitivamente debe ser un indicativo de si un cascabel es capaz de evocar o no a un daimon, la cuestión es, que los miembros de esa condenada pandillita son capaces de fabricar sus propios cascabeles funcionales, le había lavado el cerebro a ese tal Aquino para que diera con el secreto, pero bueno… ahora que te salvó la vida no me quedaba de otra más que hacer que se entregara a la policía. –
--Eso explica bastante, entonces… la misión es descubrir cómo es que ellos logran hacer cascabeles funcionales. —
--Así es, solo por si tienes la duda, sé que usan cascabeles nuevos gracias a la calidad que demostraban, los nuestros, dados originalmente por el viejo ese, se notan terriblemente desgastados, mientras que, gracias a Aquino, sé que algunos de los miembros de ese grupo tienen cascabeles recién armados. –
--Espera, ¿De verdad le lavaste el cerebro a un tipo para eso? —
--Eso da igual, la cuestión es que ahora tú serás el que robe la fórmula secreta para nosotros—
--¿Y luego? –
--Luego reuniremos socios para nuestra pequeña empresa, nuestra pequeña empresa será contratada por las personas que se ven amenazadas por el crecimiento de esa pandilla, considerando que somos los únicos capaces de vencerlos, nuestra empresa ganará mucha plata mientras que va reduciendo a esos delincuentes, finalmente, con algo de ese dinero ahorrado, nos pagamos un pequeño viaje a Estados Unidos…--
--Espera, ¿Estados Unidos? ¿Para qué hacer semejante viaje? –
--je… bueno, eso te lo diré después. –
--¿Y para que me necesitas a mí? —
--Veraz, descubrí que la parte interesante a la hora de hacer un cascabel esta más allá del conocimiento de los miembros más nuevos de la pandilla, todos los que conocen la fórmula secreta son los altos "mandos", y todos ellos ya cuentan con daimones personales, es decir, resultarían inmunes a mi poder tal y como acabamos de ver con tu caso, parece que los daimones de contacto como el mío la tienen difícil si el adversario tambien es un evocador, por eso solo queda robar la formula a la fuerza, tuve bastante suerte de no intentarlo directamente con un evocador…--
--Y no sería mejor revisar a fondo que caracteriza a nuestros cascabeles para así imitarlos a la perfección? –
--Eso es una posibilidad, pero definitivamente eso podría implicar revisar el interior del cascabel, y eso podría dañarlo definitivamente, no quiero tomar ese riesgo, peor aún, puede que las capacidades paranormales del cascabel provengan de un proceso anterior el cual no podemos imitar hasta que robemos la formula…--
--¿Y esperas que yo aparezca frente a esa gente, me imponga como si nada y les robe lo que queremos? Uno solo de ellos ya me venció con creces, mi poder no es lo bastante bueno…--
--Eso es porque eres demasiado tonto para usarlo como se debe—
--¿Y qué? ¿Aprendo a usarlo para matar a aún más gente? –
--Bueno, eso ya depende de ti, de todas formas, quiero que pienses muy enserio al respecto, es una gran oportunidad… para nosotros dos y para todos a quienes quieres, pero mejor te dejo por hoy, cuídate… --
De manera algo abrupta, la muchacha dio una rápida despedida para después abandonar la habitación.
Cada tanto, en las noches más silenciosas, Amadeo tomaba en consideración todo lo descubierto, fue en aquellos momentos de soledad que se vio capaz de recobrar un elemento clave en su perspectiva, ya no era capaz de discernir si aquello se trataba de un elemento nuevo o si simplemente era una vieja idea que había vuelto a atrapar.
"¿Entonces lo que hice está justificado?" de este modo, con esta pregunta, fue así que se proyectó aquella pequeña idea, le parecía que antes tenía derecho a vacilar, e incluso a desviar el punto, porque al fin y al cabo, no sabía realmente quienes eran esos hombres que le habían dado caza, en esa terrible noche, cualquier excusa hubiera sido admitida, pero después de todo lo aprendido, no le cabía un mínimo ápice de duda, ya no… aquel desdichado muerto en el claro de la arboleda por el impacto de un relámpago no era más que un criminal, un inadaptado que ya habría generado buena cantidad de daños y que seguramente estaría dispuesto a seguir haciéndolo, era cuestión de ver a que se dedicaban sus socios ahora.
Una amargura terrible enveneno el corazón del muchacho, una parte de si quería confiar en la posibilidad que antes le parecía más prudente, ello era que la culpa recaía idealmente en su daimon y no en el mismo, aquellas tiernas consideraciones iban perdiendo impacto a medida que Amadeo escudriñaba en su lesionado ego.
Primero vio a su yo antiguo, que había sido vencido por una manada de inútiles y salvajes que le habían amedrentado terriblemente en tres oportunidades, luego, se le facilito extender esta herida a las circunstancias de otros, y se preguntó ¿Cuántos otros han sufrido terriblemente a manos de esos criminales?, con esto se hizo con la fórmula idónea para la indignación y la planificación vengativa.
En aquella noche, no tuvo el ingenio para desacreditar el principio moral que señalaba a la vida humana como sumamente valiosa, simplemente ignoró este aspecto a conveniencia, después de todo, la ira que participaba en todas sus maquinaciones tenía el poder de hacer invisible cualquier consigna moral.
Finalmente, se convenció de que no debía considerar nada en contra de Emilia, aunque le había ayudado por mera conveniencia, ella no era ninguna enemiga, de hecho, buena parte del plan consideraba el "contraataque" contra los nuevos enemigos de Amadeo.
Ya no podía ignorar el potencial mortífero de aquel grupo delictivo, "esas bestias generan un daño terrible, muy superior incluso al que ya me han generado, muy superior al que ya han generado a muchos inocentes, a personas como Benito, a personas indefensas como mi propia abuela"
Amadeo pudo convencerse de que todo el asunto, pese a poder extrapolarse a una cuestión social, tambien obedecía a un vínculo personal, cualquier venganza contra "esos" tambien servía como recompensa a su íntimo recelo.
¿Por qué no la venganza si el hombre está dispuesto para tales cosas? Si aquellos otros no ofrecen más que barbarie, si son los clásicos amedrentadores de los débiles, ¿Por qué no ofrecer una fuerza de implicaciones idénticas? Antes, Amadeo se veía trastornado por sus derrotas, pero parte de su pequeño escape le brindo una nueva fuente de fortaleza, el miedo perfectamente grabado en el rostro de Mute, era verdad, esos enemigos tenían razones para temerle, ¿Y cómo no? Al final aquellos habían adquirido ventaja solo por enfrentarse a personas comunes y corrientes, en el sentido de que no eran evocadores, todo lo contrario, al caso del propio Amadeo.
Él era un hombre duro, un tipo tosco, siempre había sido de imposiciones rápidas y violentas, así había hecho las cosas hasta ese momento, puede que las palabras de Emilia tuvieran algo de cierto, el, a fin de cuentas, era un inepto, una criatura de razonamientos cortos, o al menos, así había sido durante largo tiempo, ¿Y si ello implicaba una ventaja? Quizá el mundo necesitaba personas que lo consideraran todo con suma profundidad, así como necesitaba de gente de acción, ese último arquetipo le servía para re conmemorar sus viejas victorias, infantiles, indiscretas, lejanas, pero victorias, al fin y al cabo.
Aun temía, le acobardan infinitud de fuerzas interiores, entonces, a un lado de su cama, en la silla antes ocupada por sus familiares, contemplo a su daimon, por primera vez, concibió aquella figura femenina y siniestra como una fuente de verdadero poder, de superación, una herramienta de alcance definitivo, "no sé qué eres, no sé de dónde has venido, y no he sabido ni como formularme las preguntas correctas para alcanzar esas respuestas… lo que si se es que eres una amiga, una aliada en mi revancha…con eso me basta".
La criatura solo asintió con la cabeza, "Tus enemigos son mis enemigos" dijo ella, y un gesto burlón y confianzudo se esbozó por primera vez en el rostro de Amadeo desde que todos estos extraños eventos habían comenzado a ocurrir.
En ese instante, el mundo de Amadeo fue capaz de dividirse con suma perfección entre buenos y malos, los matices y las ligeras distinciones le parecieron inútiles.
Fue esa misma noche, con las cortinas abiertas, cuando fijó la mirada en una lejana torre de retransmisión, entonces se hizo la magia, Un resplandor fantástico hizo eco en la noche, las luces de la ciudad compartieron escenario con aquel centelleo. El trueno hizo cala en las ambiciones del muchacho.
¿Qué corazón humano no se sentiría convencido de sus propias convicciones ante semejante manifestación de poder? Su pequeño espectáculo, en tiempos más sencillos, serviría como prueba de divinidad incuestionable.
Parecía que finalmente se había distanciado del escenario fantástico en el que los daimones y sus fuerzas superiores vacilaban tiernamente entre el reino de los sueños y el mundo de las cosas tangibles, se avergonzó al no poder haberse dado cuenta sino hasta ahora, a pesar de ya haber cobrado una vida, pero daba igual, había aprendido la lección, su poder tenía el potencial definitivo de cambiar el rumbo de las cosas y ahora tenía un objetivo bien definido, su venganza serviría al extraño plan de Emilia, eso era algo a considerar.
Estas fueron las conclusiones tras casi tres meses de recuperación, Emilia cumplió su parte y se hizo cargo de todos los gastos médicos, el caso de Amadeo culmino en la emisión de una nueva orden de captura en contra de Mute, las conclusiones del muchacho seguían frescas e inamovibles, su pequeña venganza seguía en pie.