Una andanza petulante, zapatillas de marca se proyectan débilmente sobre la reluciente superficie de los preciosos azulejos recién instalados, la basta luz de la mañana se digna a invadir toda la residencia gracias a unos amplios ventanales apenas recubiertos por cortinas violetas decoradas con bellos listones, una segunda tela ligeramente traslucida se deja ondear débilmente por la fuerza de la fresca brisca, Mute, quien en poco tiempo a aprendido a comportarse con la dignidad infundada de un falso oligarca, se acerca hasta uno de los dormitorios principales, la inmensa puerta de roble (también, instalada recientemente) hace que el dormitorio del patrón, el jefe, sea especialmente distinguible.
Un par de toques a la puerta por parte de Mute y ya se hacen escuchar ligerísimos cuchicheos al interior, una muchacha de rizos ligeros y labios hinchados cubriendo su remarcable y atrayente figura con una sábana blanca se digna a abrir la puerta.
Mute no se digna a dar un vistazo completo al interior del lugar o a la propia muchacha, desde una cama tamaño king puede distinguirse al patrón, un hombre ligeramente regordete y de bigotillo patético, un animal que solo podía determinar sus gestos mediante expresiones de súbita astucia o rudeza inesperada, aquel se encontraba con un humor especial aquel día, entonces se permitió recibir a Mute con una sonrisa burlona y un gesto con la cabeza, ese era su "buenos días".
Eso sí, ambos no redujeron la distancia entre ambos, parecía que Mute tenía algo importante que decir, pero ello no le impedía recordar los protocolos, protocolos que eran usualmente improvisados, o más bien, completamente sujetos a las disposiciones variables en el ánimo del patrón.
A cualquiera le sorprendería comprobar que estos bien acomodados y presuntuosos señores no eran más que un grupito de ineptos cuya mayor aspiración en un inicio era ahorrarse tantas molestias con la policía como fuera posible, las tardes y noches de amarga perdida en el cuarto trasero del bar de barrio habían quedado en el pasado, ahora las reuniones se determinaban en el patio trasero de una encantadora casa de estilo colonial a media hora de viaje de la capital.
¿Cómo habían conseguido semejantes resultados en tan poco tiempo? La respuesta por supuesto, se encontraba en el poder de los daimones.
Para buena fortuna de ellos, el extraño ermitaño con el que se habían encontrado cuando fueron a confirmar la historia de Zurro, no solo les había conferido principios semejantes a los que ya antes había dado a Amadeo, sino que, además, les otorgo una cantidad especialmente generosa de cascabeles, y sumado a esto, les proporciono el secreto para confeccionar más de estas preciadas baratijas, aquel secreto que Emilia ansiaba enérgicamente.
En fin, que no les ocupó mucho tiempo a estos criminales de poca monta para entender las gozosas implicaciones de semejante poder.
Primero se encargaron de hacerse con un nombre, cosa que resultó relativamente sencilla, en menos de una semana se había hecho cargo de las pequeñas pandillas rivales en su territorio, y por supuesto, los sobrevivientes empezaron a correr el rumor.
El clan de los primos comenzó a adquirir nuevos miembros, y mediante un proceso de selección muy poco desarrollado, se iba determinado a quienes valía la pena otorgarles un daimon.
Aunque muchos de los poderes adquiridos por los miembros del grupo no se distinguían por sus asombrosas implicaciones, si resultaban increíblemente útiles para los objetivos del grupo, dichos objetivos se dividían en dos tipos de violencia contundente; el primero contra los grupos rivales y el segundo contra la policía.
Algo raro estaba ocurriendo, pronto todos los habitantes de la creciente zona de influencia de los primos comenzaron a esparcir rumores sobre acontecimientos completamente contra natura, pequeños informes, chismes, sospechas, con el boca a boca fue extendiéndose la idea de que esos hombres estaban jugando con algo más que simple indumentaria de sicario.
La reputación del grupo tuvo su siguiente subidón con la primera retirada de un grupo de oficiales en misión de patrullaje, es decir, que ahora se sabía que, por una u otra razón, ni siquiera la policía era capaz de realizar intervenciones directas, fue en estos días cuando se popularizo un video que a ojos del publico solo podía determinarse como un absurdo o un acto fantástico, aquel donde un único hombre y su querido revólver ahuyentan a un grupo de oficiales.
Un movimiento bastante inteligente por parte del grupo fue esclarecer las dudas iniciales por parte del público con nuevos rumores, es decir, si algunos parecían sospechar que los primos se veían en capacidad de realizar grandes hazañas, era en virtud de alguna fuerza maligna, en respuesta, los primos hablaban "de fuerzas divinas" y "pactos con el todo poderoso".
Por supuesto, nunca se habló abiertamente de daimones ni nada semejante, todo se reducía a un juego de rezos y suplicas de lo más ambiguo.
--¿Y entonces? ¿Tenemos malas noticias? -- Mencionó el patrón. –
--Pues algo por el estilo, el muchacho ese… em… Amadeo, apareció en una de nuestras bodegas, en medio de un pequeño ejercicio de "reclutamiento", ya se imagina usted el alboroto que hizo…--
El patrón se colocó una amplia bata de baño purpura, en un extremo inferior de la prenda se notaban las iniciales bordadas del dueño, un sello personal ridículo por sus proporciones y detestable por el estilo de la caligrafía.
Los dos hombres anduvieron juntos sin decirse nada más sobre todo el asunto, el único que parecía a la expectativa de algo era Mute. Anduvieron hasta la amplia sala, allí el patrón se dignó a encender la inmensa televisión que coronaba la colección de vistosos electrodomésticos y parlantes estorbosos que servían tanto a las ocasiones fiestas que tanto agradaban al jefe como a pequeños conciertos matutinos.
--Entonces me imagino que Cristian no lo pudo matar, digo… de otro modo ya estaríamos celebrando—
Dijo aquel mientras se ajustaba de mejor modo la bata, la pantalla cobro vida y no tardo en enseñar las noticias locales, el patrón siguió hablando:
--Vea pues, nuestro amigo Marcelino está en televisión nacional, últimamente lo sacan a dar cuentas de cuanta cosa ridícula, ¿sabe que veo yo? Yo veo a un oficial de alto rango de lo más prudente, ese es un hombre practico, un sujeto de gran experiencia en su área, si no me equivoco, de los mejores capitanes en la fuerza policial, y que eso se sepa, porque el rango de nuestros enemigos dice mucho de nosotros… ¿Pero le digo que otra cosa veo? Veo a un chaparrito nervioso, indispuesto por todas las dudas que al final, siempre se vinculan a él, le genera a uno un poquito de pesar, un día te reconocen por domar a esos incorregibles y despreciables grupos de marginados en la periferia y un mes después te acusan de ser su colaborar, una pena, ¿Pero a quien no se le saldría de las manos una situación como esta? Yo, en su lugar, me volvería loco, pero como no lo estoy… me inquieta una única cosa, y es que un muchacho, un único muchacho me genere más inquietudes que todos los jefes de la policía incluyendo al propio Marcelino… --
--Yo lo entiendo… usted sabe que sí, y los muchachos, en su mayoría, tambien ya están informados de sobra, porque al final es una cuestión de lo más sencilla, si damos de baja al tal Amadeo, pues no quedaran testimonios inconvenientes sobre este "milagro" nuestro, y mejor aún, cuando lo demos de baja, ya no habrá en este mundo alguien que nos diga que no… yo lo entiendo, por eso quiero que este secreto se quede entre "los primos". –
--Pues sí, usted me lo repite, pero por lo que me acaba de decir, ese muchacho sigue vivito y coleando, entonces… yo solo me pregunto ¿Qué pasa? ¿Tenemos a un capitán de la policía dando bamboleos ante las cámaras y no podemos matar a ese tal Amadeo? –
--Pues eso fue hasta hoy, porque yo ya mandé al Silbón a la locación, para que le de ayuda a Cristian o lo reemplace en caso de que este último ya hubiese sido dado de baja—
--¿Y el Silbón si va a poder? Si a usted mismo casi lo sacan del juego… pero bueno, por ahora estoy con ganas de confiar, que todo ande de buena manera para que mañana nuestro primer festival no sufra ni se nos eche a perder…--
--Y así será… porque a ese muchachito lo matamos hoy mismo, es una apuesta muy sencilla, y, además, de mucho peso. –
--Eso lo tengo muy claro, que el secreto de los daimones sea solo para "los primos" y para nadie más, porque así nos conviene que sea…--
Hace menos de diez minutos, Mute, casi al enterarse de todo el incidente en una de las bodegas, no dudo en mandar a una de las más recientes adquisiciones del grupo, "el Silbón", a este lo habían encontrado en el barrio de Senda Blanca, nada más y nada menos que en el tercer ejercicio de reclutamiento de los primos, un tipo de no más de treinta años, altura sobresaliente, cabello decorado con una cresta poco prominente, siempre se le veía vestir el mismo saco gris y desgastado.
Al Silbón lo llamaron a la acción en pleno partido de futbol, mientras se alistaba a un costado de la canchita sintética, le llegó la llamada de Mute, y el Silbón, con gran pena tuvo que pedirles a sus compañeros de equipo que lo entendieran, y estos lo hicieron, todos sabían que un encargo para los primos era cosa seria.
Salió en el carro de uno de los choferes asignados por el grupo, quienes contrataban viejos taxistas de la zona para este fin.
Media hora antes de que la primera llamada de alerta se produjera desde el interior de la bodega, un grupito de quince hombres iban y venían arrastrando sillas plásticas consigo, acomodándolas como si de un consultorio médico se tratase, el antiguo almacén de chatarra brindaba un espacio suficiente para la base de operaciones, ahí sentarían a los voluntarios más adecuados según el ojo del seleccionador, todos los demás volverían a casa, la parte superior del recinto se encontraba bordeada por una delgada plataforma metálica, que permitía el transito libre hasta la antigua oficina principal, una especie de cubículo a diez metros de altura, desde donde se alcanzaba a ver todo el interior del recinto.
De entre todos estos, el único hombre acompañado de un daimon era Cristian, un hombrecillo escuálido y pecoso, de cabello rubio y rostro alargado, aquel se dedicaba a dirigir y, en caso de ser necesario, ofrecer defensa al establecimiento mediante el uso de su poder.
El primer avistamiento de Amadeo aquella mañana fue dado por los hombres ubicados a los costados de la inmensa puerta principal, los vigías habrían reportado a un muchacho vistiendo un viejo suéter marrón, que se aproximaba con gran despreocupación a la entrada, cuando pudieron verlo de mejor modo, a medida que se aproximaba, no pudieron hacer más que ponerse en alerta, cabía la posibilidad de que aquel desconocido, que con tanta confianza se aproximaba, fuera el viejo enemigo de "los primos".
Prácticamente todos en el grupo se habían hecho una ide superficial de Amadeo, ello porque los superiores ya lo habían tachado de "amenaza" y era algo lógico, todos los delincuentes al interior de este grupo se sentían muy seguros al enfrentar a la policía, porque siempre había por lo menos un "evocador" entre sus filas (aunque estos mismos solían llamarlos como "señalados") y la historia siempre resultaba idéntica, un solo "señalado" era capaz de ahuyentar a cuantos policías se requiriese.
La cosa cambiaba radicalmente a la hora de pelear contra otro evocador, especialmente uno cuyo poder resultaba fundamentalmente desconocido.
Los dos hombres al frente apuntaron sus armas, aún a sabiendas de que Amadeo tenía la capacidad de hacerlas explotar.
Al interior del edificio se escuchó una única detonación, otros dos hombres no tardaron en abrir la pequeña puerta posterior para salir a revisar, en la entrada, solo uno de los vigías permanecía retorciéndose en el suelo con el puño empapado en sangre, el otro parecía completamente atónito, por supuesto que también había jalado el gatillo, pero en su caso, el mecanismo del arma se había trabado por completo.
Amadeo se sintió aliviado, la sugerencia de Emilia había resultado útil, su última reunión, justamente la noche anterior, había valido la pena, ahí había aprendido a ampliar las capacidades del poder de su daimon.
Aquella reunión se consolido en una pequeña cafetería, no muy lejos de donde vive Emilia, prácticamente frente a un centro comercial y al costado de una inmensa pista de patinaje.
Amadeo y Emilia partieron juntos, esto porque, desde que el muchacho fue dado de alta, a este y su abuela se les recibió en el hogar de Emilia, y esto era algo que la chica había previsto oportunamente, sabiendo que quienes buscaban asesinar a Amadeo no tardarían en dar con su viejo lugar de residencia, para amedrentarlo, y por supuesto, no dudarían en aprovecharse de la indefensa abuela de este para usarla como moneda de cambio.
Entonces Amadeo entendió, por eso es por lo que Emilia le había preguntado por su dirección en alguna ocasión mientras se recuperaba.
Todos podían habitar perfectamente en el amplio departamento de dos pisos, los dos muchachos en habitaciones separadas en el primer piso, la abuela de Amadeo había ocupado el segundo piso, ella creía que todo era una cuestión de un pequeño romance entre su nieto y la encantadora muchacha, y ambos jóvenes convinieron en que era mejor mantenerla ignorante de todo el asunto.
Ya en la cafetería, no se permitieron desviar la conversación en ninguna dirección fuera de "el gran plan".
--Lo que intento decir, es que, hasta donde entiendo, extralimitas demasiado tu poder…-- Menciono Emilia mientras daba un sorbo a su malteada—
--¿Y cómo se te ocurre que puedo dejar de "extralimitarlo"? – Respondió Amadeo, mientras releía el menú sin dar con algo que le llamara la atención. –
--No me digas que tendré que pensarlo todo, dime algo, ¿Por qué pensaste en usar un relámpago para defenderte? –
--Hum… A lo mejor y tendría que darle algo de crédito a las circunstancias, te lo juro, pocas veces había estado así de asustado, supongo que eso me obligó a exprimir el cerebro al máximo, todo con la poca información que mi daimon me había dado, entonces… una especie de intuición extraña me hizo creer que podría hacer caer un rayó sobre ese tipo…-- Amadeo aparto la mirada incómodamente y se encorvó para darse pequeños golpecitos en el pecho, luego volvió a incorporarse—
--Vale vale, ahora, supongo que tú ya relacionabas los relámpagos con "los sucesos desafortunados" –
--Si, creo que veo demasiadas cosas en la vida dentro de lo que es "la buena" y "la mala" fortuna, culpa de mi abuelo, no mía…--
--Y lo mismo aplica para el caso de que un arma explote en la mano del tirador—
--Claro… me parece que lo vi en una película, ¿o habrá sido en internet? No estoy muy seguro, la cuestión es que si, es otra de esas cosas que entran en el amplio espectro de "cosas que le asigno a la suerte"—
--Bien, asumiré que lo de provocar lesiones en ciertos músculos o ligamentos obedece al mismo principio, y lo digo así porque espero que me estés dando la versión completa de lo que ocurrió. –
--Si, es decir, casi juraría que te he contado todo de manera correcta y sin saltarme nada importante—
--Esto sería más fácil si me hubieras dejado leerte la mente—Dijo ella dando un nuevo sorbo a su bebida—
--Nada de eso, aunque pudiera pedirle a mi daimon que te dejara hacerlo… es demasiado para mí, no gracias. –
--Bien bien, entonces llegamos a la parte donde te ayudo a no extralimitar tu poder, y la mejor parte es que es super sencillo, si no me equivoco, buena parte de lo que no puedes hacer obedece a lo que ignoras, es decir, por ejemplo, si no supieras que el ser golpeado por un relámpago es un hecho poco probable, es posible que no hubieras podido hacerlo, con eso en mente, te voy a dar otras tres opciones… todas extraídas de mi reciente investigación en internet…La primera seria la "teletransportación cuántica espontanea"—
--Aja… justo como el colisionador ese que tienen en Europa, ¿verdad? —
--Eso no tiene nada que ver…, mira, lo importante no es si sabes o no una palabra de física cuántica, lo importante es que sepas que aquel fenómeno puede ocurrir…--
--Ya… ¿y cuál es ese fenómeno? –
--Resulta que existe la posibilidad de que un sistema se teletransporte al azar a un lugar indeterminado del espacio, por supuesto, es tan improbable que, incluso durante toda la existencia del universo, no hubiese ocurrido ni una sola vez, por supuesto, eso puede cambiar gracias a tu poder…--
--¿Teletransportarse como en las películas? … ¿Podre ir al país que yo quiera? –
--Eh… bueno, no tenía nada parecida en mente, es más, dudo que tu poder tenga efecto sobre ti mismo, y más importante aún, puede que puedas "forzar" el evento, pero una cosa muy distinta es si puedes determinar la posición final de aquello que se va a teletransportar. –
--¿Entonces? No veo para que pueda servir algo así…--
--Usa un poco la imaginación … quiero decir, imagina que alguien está a punto de atropellarte con un auto a toda velocidad…--
--Pues uso mi poder para que se arruine el motor o para que explote… yo que se, me mencionas "auto en movimiento" y no me hace falta imaginación para pensar en todas las cosas relativamente poco probables que pueden provocar un accidente. –
--Ya… pero sígueme un poco la corriente – Emilia hizo un gesto sutil para llamar al mesero y pedirle una nueva malteada— Me refiero a lo siguiente; el auto va a ti a toda velocidad y justo ves que el resto de tus posibilidades se agotan, es decir, no puedes hacer que el auto explote o se active el freno por accidente o alguna locura por el estilo, porque resulta que en ese momento no has tenido suerte, después de todo, si la probabilidad de que ocurra tu "evento deseado" es un cero rotundo, no podrás hacer nada al respecto, en esos escenarios, podrías confiar que la teletransportación espontanea es tu última oportunidad… haces que el auto desaparezca solo con verlo y te salvas.—
--Imagino que eso que mencionas aplicaría a todas las cosas… ósea, animales personas y objetos, todo por igual. –
--Pues supongo que sí, no conozco a fondo las limitaciones de ese proceso, pero supongo que cualquier cosa con átomos debería ser vulnerable a la teletransportación espontanea…--
--Y eso aplicado a una persona… ¿La mataría? –
--No estoy segura… pero es probable que no, por eso esto es de las primeras opciones que te doy, sé que parece que salí de la nada para ayudarte con tal de que a cambio salgas y hagas algunas cosas en mi beneficio… pero no es así, tampoco quiero que salgas y acabes con los demás sin discreción, la última vez que tocamos directamente este tema, juraría que te afectó bastante que hubieses acabado directamente con alguien, aunque ese alguien anteriormente estuviera intentando acabar contigo. –
--Eso da igual, también pensé algo al respecto, y te diré la verdad porque a estas alturas no vale la pena negarlo… me sentí terriblemente mal, es de esa clase de cosas que te quietan el sueño y el apetito, no puedes pensar en mucho más. De cierta manera incluso me tranquiliza un poco que ahora lo sepas y que aun así no me veas de mala manera…--
-- Supongo que era una cuestión de necesidad, pero lo importante es… si estás dispuesto a seguir con el plan, ¿No es así? —
--Si, justamente quería llegar a eso, siento que le daba demasiadas vueltas al asunto, puede que hiciera algo malo… pero ¿Qué más debía haber hecho? ¿Ellos no son responsables de sus propios actos después de todo? Yo no estoy aquí para hacer justicia, eso es algo más grande, que me supera, lo que si se es que tengo el poder de defenderme, y con eso me basta, esos imbéciles no harán más que generar un daño aún mayor, y quiero demostrar que no pueden hacer lo que se les antoje… no contra mí, si llegamos a fundar esa pequeña empresa de la que me hablaste, podremos defendernos, la gente contará con nosotros para que les demos una mano en contra de esas bestias. –
--Me alegra que pienses así, a lo mejor no me crees, pero más allá del dinero para el viaje, también creo que lo primordial es ayudar a las personas, quiero decir, esa pandillita de quinta parece que tiene algunos adeptos, ¿Pero y los demás? ¿Qué pasa con los que tienen que pagar sus extorciones, acatar sus reglas inútiles y rendirse ante su influencia? ellos no tienen forma de defenderse, pero eso va a cambiar muy pronto…-- Emilia dio un breve vistazo al exterior a través de la ventana—
--Si tengo que terminar con otro de los miembros de ese grupo… pues que así sea, no es que sea un tosco o un violento sin razón, solo creo que es lo justo, la alternativa es sentarnos aquí y esperar a que ellos sean aún más peligrosos…--
--Aja… De todas formas, lo mejor es reducir las muertes lo más que podamos, ¿no te parece? Independiente de lo que pensemos de esa gente, es mejor mantener todo dentro de lo conveniente, y bajo esos términos, también pensé en otras alternativas para que puedas defenderte sin necesariamente acabar con quien te estas enfrentando, eso sí… yo no te juzgo, tú eres quien estará en legitimo riesgo y tu decidirás que hacer –
--¿Cuáles serían esas alternativas? –
--La primera es bastante sencilla – Ella dio un profundo sorbo a la bebida-- ¿has escuchado o visto que algunas personas pueden sufrir desmayos repentinos? Pues bueno, pensé que sería posible utilizar algo del estilo para detener a otros sin hacerles demasiado daño… el problema es que no se si sufrir un síncope es cosa de unos pocos o algo que puede afectar a todo el mundo. En caso de que lo segundo sea cierto, sería algo muy inefectivo, ya es cosa tuya determinar si puedes forzar el desvanecimiento de una persona. —
--Bueno, eso ya es bastante más fácil de entender, ¿eso sería todo? –
--Lo último que se me ocurre de momento es que puedas usar tu propia fuerza para aturdir o noquear a otros de un solo golpe, suena a algo de las películas, pero estoy bastante segura de que es posible, y con tu poder, todos los golpes que den podrían dar el mismo resultado; noquear al rival sin hacerle daño excesivo. –
--¡Ah! Eso sí que lo he visto, y no es por presumir, pero ya lo he hecho, al menos dos veces –
Amadeo se acomodó contra el espaldar de su asiento y cruzo los brazos con actitud fanfarrona, luego se afano un poco al ver que la impresión en el rostro de Emilia no era la más positiva.
--No me digas, ¿Eras muy de meterte en peleas antes? – Dijo ella—
-- Uf… pues algo así, solo en la escuela, pero eran tonterías, tú sabes, cosas que pasan cada tanto cuando uno es joven, por supuesto, ya no me la paso metiéndome en líos—
-- Hum… en mi liceo nunca vi nada parecido –
-- No te creo, me imagino que vienes de esas escuelitas para niños consentidos, pero creo que incluso en uno de esos lugares uno puede ver una pelea cada tanto…--
-- Aunque te parezca una locura. No, las "escuelitas para consentidos" no suelen dar esos espectáculos – Emilia dijo eso ultimo con un tono de indignación evidente, cosa que Amadeo no pudo captar—
-- Entonces… ¿Nunca pasaba nada emocionante? –
-- Nunca dije eso, de hecho, puede que no lo creas, pero en una ocasión le hicimos creer a un maestro que todos habíamos faltado a clase, pero en realidad nos organizamos para escondernos en una de las canchas de tenis, hubieras visto la cara del profe cuando se dio cuenta pff… por supuesto, lo hicimos durante los últimos días de clase para que no hubiera ningún problema –
-- ¿Y luego que paso? —
--Pues… nada, fue solo eso, a poco tú has hecho algo más extremo contra un maestro —
-- No, nunca, jamás lo pensé… o bueno sí que lo pensé, pero mi limite siempre fue que me expulsaran, ya me habían sacado a patadas de mi escuela anterior y quería ahorrarle problemas a mi familia –
--Ya veo, tu… ¿vives solo con tu abuela? –
--Si, desde hace varios años, aunque me crie con mis dos abuelos.
--Y… ¿te molesta si pregunto por tus padres? –
--Para nada, mira que puede sonar como algo terrible, pero es de esas cosas que no me afecta tanto, quiero decir, prácticamente no tengo ni un solo recuerdo con ellos, la cuestión es que durante el proceso de rendición de algunas guerrillas se volvió muy común usar falsos testimonios para reducir condenas o perjudicar a miembros de grupos enemigos con los que aún se tenían rencillas, así que… bueno, parece que mis padres necesitaban dinero y sirvieron como falsos testigos a cambio de algunos millones, el problema fue que los ex miembros rivales de la guerrilla que "contrató" a mis padres se enteraron del todo plan y un día mientras viajaban a las afueras de la ciudad los "desaparecieron", tu entiendes…--
--Que terrible… lo siento mucho –Emilia desvío la mirada con evidente incomodidad—aun así, supongo que tuviste mucha suerte, quiero decir, si tus padres te hubiesen llevado a ese viaje no estaríamos aquí hablando…--
--Si… supongo que fue pura suerte…-- Amadeo hizo un gesto extraño y meditó un poco, como si una pequeña epifanía le hubiese encantado—Oye, y respecto a ti, no he visto a ningún familiar tuyo hasta ahora, quiero decir, aún luces bastante joven como para ser completamente independiente, ósea… estamos en la edad para vivir por nuestra cuenta, pero… yo que se, supongo que sería raro para mí no ver a nadie en casa…--
--Oh, sobre eso, pues si, vivo sola desde hace tiempo, mi familia vive lejos y no suelen tener mucho tiempo para visitas y esas cosas, aunque, si te soy honesta, por eso mismo es importante que iniciemos nuestro pequeño "emprendimiento" lo más pronto posible, los pocos ahorros que tenía empiezan a agotarse…--
--Claro… claro, sobre eso, será mañana mismo, ¿Verdad? –
--Si todo va según el plan, si, mañana por la noche deberíamos tener con nosotros la fórmula para crear más cascabeles para evocadores, después de ese primer paso todo lo demás ira sobre ruedas, te lo prometo. –
--Eso espero, después de todo eso de la "teletransportación cuántica" me siento algo más confiado, me gusta pensar que este poder tiene más posibilidades de las que creía originalmente—
--Lo harás bien, yo estaré cubriéndote la espalda en caso de que algo malo ocurra, no lo dudes, definitivamente vamos a ganar… -- la voz confiada de Emilia se cortó con un nuevo y dificultoso sorbo a su bebida--
--Gracias, eso espero, porque de lo contrario… bueno, me matarían, y de verdad prefiero no tener que pasar por eso…--
--Lo dices como si fuera cualquier cosa, pero quizá es mejor así, no pienses mucho en eso … (el vivirá, no estoy mandando a nadie al matadero… todo esto saldrá como debe…)—
--Al final no pude decidirme por nada del menú, la verdad no estoy muy acostumbrado a esta clase de comida, apenas y si reconozco algunos nombres de países en la carta…--
--¿Quieres que al salir busquemos otro lugar? Oh… ¿y que le gustaría a tu abuela? No estaría de más llevarle algo –
-- Yo… bueno, está el asunto de la plata, no tengo mucha, en mi último trabajo no me habían pagado la última mensualidad… --
--No te preocupes, yo invito, es lo menos que puedo hacer por ti, si todo falla podremos vivir al menos medio año más tal y como lo hemos hecho hasta ahora, luego tendremos que pensar en algo mejor…--
--Hm… ¿y si ganamos? —
--Ah…entonces nada será imposible para nosotros– Emilia se levantó y con un simple gesto indico a su compañero que era hora de partir—
Devuelta al momento del golpe, los jadeos desgarradores de un hombre herido entorpecen el ejercicio de memoria de Amadeo, el aroma a pólvora lo arrastra de súbito al presente, el segundo sujeto, cuya arma se había atascado tras su primer intento de disparo, se aparta para ponerse más próximo a sus dos compañeros recién llegados, el mayor de entre los tres advierte que no activen el gatillo por precaución, mientras da aquella orden, busca en uno de sus bolsillos una pequeña navaja, parece ser que aquel hombre ha estado más al pendiente de las habilidades de Amadeo y se siente en confianza con un arma blanca, incapaz de detornarle en las manos.
Este hombre avanza por en medio de sus compañeros y ordena a uno de estos informar de todo a Cristian, quien al parecer permanece al interior del almacén, agita amenazadoramente la navaja mientras se acerca a amadeo, da pasos titubeantes y parece que no se anima del todo a cerrar la distancia existente entre sí mismo y su adversario.
Amadeo permanece casi inmutable, ahora hace un buen trabajo disimulando sus nervios y ni tan siquiera se digan a sacar las manos de sus bolsillos, viendo que su adversario parece más dispuesto a atacar decide hacerle una pregunta: "¿Así quieren ganar tiempo?", el contrario dio una risa burlona y escupió sobre el rostro de Amadeo.
Un segundo hombre ingresa a toda prisa por la pequeña puerta del almacén, es aquel a quien se le ha estropeado el mecanismo de su arma al intentar disparar, "lo hizo desaparecer, como por acto de magia, Julio ya no está" dice aquel con voz titubeante y miedosa, desde la cabina del director Cristian les pide a sus cómplices que se organicen para abrir la gran compuerta, "la trampa ya esta lista", todos los miembros del grupo huyen al interior.
Justo cuando Amadeo se dignaba a seguir al sujeto que acababa de escapar, pudo escuchar el mecanismo de la enorme puerta principal, la inmensa lamina metálica adornada con pequeños pliegues en toda su superficie se alzó para revelar el interior del lugar, las ventanas dispuestas en lo más alto de la estructura no fueron suficientes para iluminar plenamente todo el interior, habían apagado las luces, incluso el más torpe había entendido que aquello se trataba de una trampa.
Amadeo entendió de inmediato la sutil astucia de aquel movimiento, si alguien abría fugo en su contra desde una oscuridad considerable o desde un punto ciego, entonces él no tendría oportunidad de usar su poder, entonces temió permanecer al frente de la puerta como un blanco fácil. Extrañamente, ninguna ráfaga de disparos emano del oscuro interior para acabar definitivamente con el muchacho, este simple hecho permitió a Amadeo recobrar brevemente su plena confianza, el creía que sus enemigos actuaban con una prudencia excesiva, definitivamente tanto Amadeo como los otros estaban igualmente inquietos y nerviosos respecto a cómo actuar adecuadamente.
El muchacho debía considerar algo más, y era la posibilidad de que al interior del lugar lo esperara otro evocador, podría ser otra cosa, en realidad, quizá aún estaban terminando los preparativos para esa presunta emboscada, ello también justificaría el tardado actuar de los delincuentes, esta hipótesis se hizo aún más plausible cuando un buen número de pasos se hizo audible desde la parte trasera del edificio, ¿Acaso habían llamado refuerzos? En realidad, Amadeo consideraba más plausible una huida sorpresa que un llamado a los refuerzos.
El joven sabía que debía actuar ahora, cada segundo entre sus pensamientos no era más que un segundo extra para que los otros pudieran concretar su emboscada o emprender la huida.
La desesperación por no poder idear nada más ingenioso le colmo de repente, se había hartado de tanto pensar, entonces se decidió por lo obvio, fijó la mirada en los opacos ventanales cercanos al techo y no pensó en nada mejor que hacerlos desaparecer por mera "teletransportación espontanea" al principio no estuvo muy seguro sobre esto, porque cabía la posibilidad de que su poder no funcionase con elementos que formasen parte de una estructura solida mucho más grande, pero pronto se demostró errado respecto a aquella idea, la estructura comenzó a colmarse de inmensos agujeros poco uniformes, como aperturas húmedas que se forman en una pieza de papel expuesta a la lluvia, así, con cada agujero que se abría, más luz inundaba el lugar, y en consecuencia cada vez más cosas se hacían visibles y vulnerables al poder de Amadeo, se empezaron a oír gritos angustiados al interior del almacén, y ligeras siluetas de hombres avanzaban angustiadas en búsqueda nuevos escondites, Amadeo no se había equivocado, definitivamente les estaba tomando tiempo ejecutar la emboscada que tenían planificada.
Después de todo, Amadeo los había tomado por sorpresa, y sus enemigos no eran ningún ejercito idealmente entrenado y organizado, a sus ojos, eran poco más que un grupito de marginados relativamente bien armados.
El atacante considero que derrumbar la estructura podría privarle de obtener el secreto de los cascabeles, pero confió en que el único evocador del lugar se las arreglaría para sobrevivir al colapso del techo (asumió que solo habia un evocador en el sitio, ya que de ser un número superior, la emboscada se habría convertido en un ataque directo), Justo cuando se preparaba para desvanecer las ultimas partes que daban sostén al techo del lugar, una bala rauda dio justo en el hombro el muchacho, derribándolo al instante.
El ahora angustiado Amadeo dio un jadeo estremecedor y empeño todas sus fuerzas en levantarse lo más rápido posible.
--Cura mi herida ahora mismo… ¿Cómo no pude verlo? Aquellos pasos, en realidad alguien muy sigiloso se formaba a nuestro alrededor—Dijo Amadeo en voz alta y en términos suplicantes para que su daimon pudiera ayudarlo—
--Lo siento, humano, un corazón que repentinamente pierde su ritmo puede volver en si se tiene suerte… pero un disparo directo en el brazo… no sé qué podríamos hacer, por ahora solo concéntrate en eliminar a los que nos rodean…--
--Mierda… no tienes idea de cuanto duele…--
El miedo ante la inminencia de un segundo disparo no tardo en disminuir el raciocinio del joven y ello le frustró horriblemente, le parecía que una vez más le superarían, le parecía que una vez más su propio poder resultaría insuficiente.
--Tienes que calmarte… tienes que pensar… -- Menciono la daimon desde el interior de la mente de Amadeo –
-- No necesito pensar, necesito resolver esto aquí y ahora… sea como sea… --
--Entonces yo pensare por ti… si estuviéramos rodeados de hábiles tiradores, no estaríamos hablando en este momento…--
--¿Y eso que quiere decir? –
--Debes pedirle a esa mujer que te ayude a tener una imagen general de lo que ocurre, ella dijo que podías contar con ella para estas cosas…--
Frente a la puerta principal del almacén había un reducido estacionamiento con una única entrada que aparecía desde el fondo de un pasillo, alrededor, una colección de pequeños almacenes, rejas de alambre y antiguas casas en aparente desuso conformaban el escenario, daba la impresión inmediata de que aquel grupo de tiradores en formación se refugiaba tras estos obstáculos en el terreno, acomodándose como mejor pudiesen para ejecutar a Amadeo, pero las palabras de la daimon revelaban algo verdadero, y es que si se tratara de un grupo de hombres cualquiera, ya habrían tenido la oportunidad de realizar un segundo disparo efectivo, después de todo, Amadeo permanecía de rodillas en medio del aparcadero, y la distancia de aquel punto en relación a las primeros cercos metálicos no era superior a los veinte metros, es decir, era un blanco fácil.
La temblorosa mano de Amadeo hurgó en su propio bolsillo para tomar su teléfono, mientras se incorpora y escrudiñaba todas las direcciones en búsqueda del más mínimo movimiento, fue capaz de ver que era Emilia quien por coincidencia lo llamaba en ese mismo instante.
--¡Son esqueletos! Concéntrate, no te miento, por fin pude ver a uno desde el aire, son esqueletos humanos… no sé cómo un daimon es capaz de algo semejante, pero se nota que les cuesta organizarse, busca algún lugar para cubrirte…--
--Amadeo hizo un gesto de angustia-- ¿Esqueletos? –
--¡Busca un lugar para esconderte y busca al evocador que los controla! – Gritó Emilia al ver la inactividad de Amadeo. --
Sin dar espacio a nuevas dudas Amadeo se incorporó de inmediato, y justo cuando se dignaba a divisar algo que le sirviera de protección, no pudo evitar fijarse en el debilitado estado del techo del depósito.
Entonces alzo brevemente la mirada hacia el aire, una única paloma revoloteaba de un lado a otro sobre el escenario sin tomar demasiada distancia, era mediante aquel animalillo que Emilia podía darse cuenta de lo que ocurría allí mismo, Amadeo inclino su teléfono contra su oreja una vez más:
--Solo dime… alguno de ellos ha podido salir del almacén? –
-- No, no que yo sepa, ¿Por qué lo dices? –
Amadeo lanzo una sonrisita confianzuda y desafiante, supo entonces que había podido resolver todo desde antes si no se hubiera dejado intimidar por aquel disparo, la solución de Amadeo; un raudo relámpago impacto directamente en uno de los últimos puntos de apoyo que mantenían la estructura del techo en pie, con un estruendo inmenso, seguida de una nube de polvo, se concretó el colapso de buena parte de la estructura.
Entonces el muchacho, ahora un poco más satisfecho y seguro, pudo fijarse en algo escalofriante en su costado derecho, a pocos metros en relación consigo mismo, detrás del sistema de calefacción de un viejo edificio, apenas sobresaliente, se contemplaba la figura de un verdadero esqueleto humano, de pie y con una pistola en la mano izquierda.
--Todos los esqueletos se detuvieron de súbito… ¿habrá muerto el evocador que los controla? —Dijo Emilia sin despegarse del teléfono—
Amadeo, a pesar del impacto temprano de ver cosa semejante, decidió prevenir y uso su poder para desvanecer a aquella figura siniestra.
Luego de ello, avanzó con suma cautela hasta los escombros del lugar, un par de muros dañados permanecían en pie. Hacia la parte trasera, mientras el humo se disipaba del todo, Amadeo pudo comprobar que había movimiento, ligeros quejidos de más de una persona se hacían audibles, el joven se topó con un par de muchachos quienes empeñaban todos sus esfuerzos para sacar a Cristian de entre todo ese desastre.
Los dos jóvenes, con las frentes ensangrentadas y las prendas ennegrecidas notaron rápidamente que Amadeo se les aproximaba, "Si nos vamos sin Cristian, luego nos mandan a matar a nosotros, atento" con esta breve frase, ambos desenfundaron, aquel gesto se notaba más como un movimiento para acelerar su propia derrota en lugar de un esfuerzo autentico.
--Aquel tipo, al que intentan ayudar, ¿Acaso es el que maneja los esqueletos? –
Los dos muchachos no respondieron nada, se mantuvieron a la defensiva.
Amadeo fijo la mirada sobre uno de sus oponentes, aquel se puso especialmente nervioso, sabía que uno de los medios mediante los cuales un evocador proyecta su poder es mediante la mirada, hubo un instante agobiante de silencio para todos, Amadeo aún no se decidía en cómo proceder, casi le parecía que había generado el suficiente daño y estaba en dominio de la situación.
La suave corriente de viento que terminó por dispersas lo último de la ligera columna de polvo se presentó con una suave melodía, el silbido distante de un hombre tomo de improviso a todos los involucrados, entonces una voz ronca pronunció; "Todos quietos, muchachos, vamos a conversar".
Para Amadeo fue suficiente un instante para comprobar que su cuerpo no le respondía, estaba completamente inmovilizado sin que una sola atadura recubriera sus extremidades.
--Vean que me obligaron a caminar bastante, no quería que el sonido del auto advirtiera nada, aunque viendo todo el estruendo que debieron haber causado, me parece que fue algo incensario…--
Aquellas fueron las palabras del Silbón, los dos muchachos que pretendían rescatar a Cristian, pese a tambien estar paralizados, se vieron enormemente animosos gracias a las reducidas expresiones que aún podían demostrar con el rostro.
--Tú, el que tiene el brazo empapado en sangre, quietecito y cierra los ojos…--
Aquella última frase hizo que gradualmente un sudor frio recubriera la piel de Amadeo, sin poder resistirse, terminó por cerrar los ojos.
Tal como una estatua, se mantuvo en exactamente la misma posición que había adquirido antes de escuchar el silbido, luego la voz del Silbón dio un nuevo comando, permitiendo a los dos muchachos restantes el moverse libremente.
El Silbón deambulo amenazadoramente alrededor de Amadeo, el disparo de adrenalina al interior de este último fue increíble, pero le siguió un sensación sofocante y terrible, todo su cuerpo se había puesto en completa disposición para la huida o el combate, pero estos impulsos simplemente no ejercían ninguna influencia sobre los músculos, toda esa potencia desperdiciada se concentraba como un menjurje venenoso en las venas del joven, jamás había experimentado semejante cosa…
--Muy bien muchachos, ya saben que procede, jueguen piedra papel y tijeras para ver quien tiene el honor de dar de baja a la mayor ladilla con la que se ha topado el clan de los primos…--
Dijo el silbón en tono burlón, y los dos todavía aturdidos muchachos empezaron a jugar.
--Nos tomaríamos el tiempo de robarte el cascabel, pero me parece que Mute ya intento eso y no le salió del todo bien, pues que mal… eso le pasa por dárselas de dotado, conmigo no se dan pequeñas oportunidades, esas son las más peligrosas, terriblemente peligrosas, ¿Quién ganó? Ah… tu, el de la izquierda, apunta de buena manera y no temas, mátalo con un tiro limpio, hoy cenaremos un buen lugar, eso sí… hay que hacer alguna fiesta. –
Cinco segundos agobiantes transitaron para Amadeo en suma oscuridad, en una penumbra total, una bruma imposible, fatal, inquietante, que alimentaba todos los horrores y alentaba el llanto, el pobre de Amadeo quiso suplicar, pero sus labios cerrados apenas daban muecas torpes y limitadas, no era solo el hecho de que sería ejecutado, si no las circunstancias tan lamentables en las que parecería, seria obligado a dejar este mundo atrás, partiría en una tormenta, con un terrible calambre recorriéndole la columna y una sensación de presión incomparable sobre su pecho.
--Pensé que de verdad habíamos ganado una buena ventaja, humano… ¿Cuál era tu nombre? –Dijo la daimon de Amadeo en tono lastimero. –
Finalmente, el mecanismo del arma fue accionado, el de menor estatura entre los dos muchachos accionó su arma, seguido al estruendo, un cuerpo colapso sobre el suelo…
El viejo astuto, el dueño de un poder ejemplar, el verdugo de algo así como cincuenta y tres oficiales de la policía para este momento; El silbón, se derrumbó estrepitosamente e hizo lo posible para no jadear penosamente, a esto siguió un segundo disparo, el muchacho al que no le había correspondido ejecutar a Amadeo tambien cayó al suelo, este sin siquiera tener la oportunidad de retorcerse.
-- Tadeo, muchachito, no fui yo quien pudo hacerte justicia… perdóname –
Así se pronunció el Silbón antes de ser silenciado de manera definitiva, aquel fue el tercer y último disparo, como la muerte de aquel fue rápida y fulminante tras este último tiro, la influencia de su daimon desapareció de inmediato, Amadeo pudo moverse y ver una vez más.
Ante él, yacía el ultimo miembro de aquel grupo en esa pequeña zona, el muchachito, quien había arrojado su arma al suelo, ahora se notaba desgraciado:
--Él es el que puede decirte todo sobre la fórmula que buscas, solo los señalados saben esas cosas… yo no sé nada, me voy…--
Amadeo presto atención, pero una inmensa confusión le hacía dudar para permanecer a la defensiva, el muchacho simplemente fue alejándose, y de sus espaldas, con total disimulo, emergió la pequeña figura espectral de una muchachita, era el daimon de Emilia.
El teléfono sonó una vez más, Emilia no tardó en advertir a Amadeo sobre todo lo que acababa de ocurrir.
--Dios mío… la suerte que tuviste… ya todo está bien, tranquilo, solo queda lo último…--
--No entiendo, ¿Cómo pudiste tomar control de ese tipo sin que los otros notaran la presencia de tu daimon viajando desde la paloma? –
--Yo… bueno, los daimones pueden atravesar muros y esa clase de cosas, lo mismo con el suelo, por eso lo más fácil es calcular la distancia y hacer que el daimon viaje bajo el suelo, así nadie puede verlo, lo difícil es que… claro, la mayor parte del proceso es a ciegas, por eso tuviste mucha suerte, casi se me sale el corazón, no podía creer que había fusionado…--
Amadeo asintió levemente con la cabeza como una expresión de entendimiento para sí mismo, dio un breve vistazo a los dos cuerpos que permanecían a su alrededor y luego avanzó hasta donde Cristian yacía inconsciente.
--Siento mucho que algo así volviera a pasar… no se cuánta gente quedó bajo los escombros, enserio lamento no haber pensado algo mejor antes …--
--No importa, ya sabes… ellos o nosotros—Respondió Amadeo—Lo importante es… ¿Cómo se supone que le sacaremos la información a este tipo si no puedes entrar a la cabeza de un evocador? –
--Ah… claro, sobre eso ultimo… solo nos queda sacarle el daimon a la fuerza, quizá nuestros dos daimones juntos puedan hacerlo, para eso, necesito que con una video llamada me dejes ver que ocurre, o no podré darle indicaciones mi propio daimon…--
Después de una breve organización, y tras asegurar rápidamente que no había posibilidad de un nuevo ataque inminente, los daimones tanto de Amadeo y Emilia, la primera fuera del cuerpo de su evocador por supuesto, colocaron sus manos sobre el cuerpo inconsciente de Cristian, ello debería, en teoría, provocar la reacción defensiva de su daimon.
Efectivamente, así ocurrió, el espíritu guardián de Cristian; un viejo de escaza cabellera, barba arreglada en estilo oriental y una vieja toga de patrones cuadriculados, emergió del cuerpo del escuálido joven, naturalmente, buscó apartar a los dos espíritus invasores.
De entre la barba de aquel espectro, emergieron pequeños ratoncillos de un material semejante a la felpa, los cuales no tardaron en morder y rasguñar a las dos figuras femeninas que trataban de someterlo.
El forcejeo continuo por un rato mientras Emilia y Amadeo miraban sin poder intervenir realmente, pareció entonces que la fuerza combinada de las dos entidades femeninas no era suficiente para apartar del todo a un daimon del cuerpo de su evocador.
Decidiéndose por un adecuado cambio de estrategia, la daimon de Amadeo inclino levemente su rostro sobre el hombro del espectro de apariencia más anciana:
--Vas a seguir forcejeando, y de ese modo terminaras por hartarnos, y por supuesto, cuando eso ocurra, no nos dejaras más opciones quedar muerte a tu evocador, cuando eso ocurra, volverás a perderte en la legendaria oscuridad a la que tanto tememos… ¿No te parece eso inadecuado? En cambio… si nos permites hacer lo que deseamos hacer, te daremos una segunda oportunidad, y al final tu y este humano al que estas ligado serán capaces de buscar otro camino, ¿Qué dices? ¿No es esa una buena propuesta? –
Aquella voz seductora y apacible, audible solo para los daimones que, en ese momento, gracias al forcejeo, estaban en contacto los unos con los otros. Pareció capaz de poner en duda las acciones del viejo espíritu, cosa que se hizo evidente por el repentino cese de la pequeña batalla.
--Cuanto me gustaría escupir sobre sus rostros, pero no parece que se me brinden muchas alternativas, mejor ceder antes gente de su calaña que perecer, eso es lo que conviene a mi evocador… confió en que no le darán muerte y que obraran de buena manera …--
--Así será… --Respondió la daimon de Amadeo—Ese será nuestro trato, y les facilitaremos a ustedes todo lo que deseen para que todo se cumpla y ambos resultemos satisfechos—
El viejo espíritu había cedido, en la condición de indefensión absoluta en la que se encontraba (puesto que su evocador estaba inconsciente) concluyo que valdría la pena ceder a las propuestas de aquellos desconocidos que le ofrecían, como mínimo, la oportunidad de seguir en este mundo…
El viejo se apartó del cuerpo de su humano, a pocos pasos de distancia de este, fue allí donde el espíritu protector de Emilia vio la oportunidad, y sin duda alguna se sumergió en la mente de Cristian, la daimon de Emilia, para este fin, simplemente tuvo que "sumergir" su propia mano en la espalda del inconsciente.
--Ya está… no vas a creerme, pero no era tan complejo como un pensaría en primer lugar, solo queda una última cosa… --El ligero desanimo de Emilia fue rápidamente reemplazado por un entusiasmo creciente—
La muchacha, mediante su daimon, no tardó en alterar considerablemente todas las memorias resientes de Cristian, para que todos los hechos se proyectaran en su mente de manera distinta, y para que luego, buscara un camino lejos del crimen, para que así, contra su voluntad inmediata fuera capaz de buscar un mejor camino en compañía de su daimon, Emilia considero que esto les ahorraría muchos problemas en el largo plazo.
Una vez hecho esto, ocuparon algo de tiempo en hacer que el espíritu acompañante de Emilia encontrara una nueva ave como huésped para volver a casa, Amadeo, ya abriendo recobrado a su respectiva acompañante como parte de si hizo un esfuerzo para cargar a Cristian hasta un vehículo que habían solicitado pocos minutos antes.
No solo el sacar a Cristian fue una tarea agotadora para Amadeo, sino además el arrastrarlo hasta la calle, por supuesto, ambos poseían un aspecto terriblemente sucio.
Por fortuna, el conductor del vehículo no hizo demasiadas preguntas.
Por el repentino cambio de planes, los dos hombres se vieron obligados a ingresar al hospital, esta vez bajo circunstancias mucho más sospechosas respecto al primer ingreso de Amadeo, Cristian, quien permeancia inconsciente fue el primero en ser atendido de urgencias tan solo diez minutos después de que este fuera instalado en una pequeña camilla en el pasillo, por otro lado, el propio Amadeo fue lidiado cerca de una sala de espera, donde se le hicieron breves exámenes y se vendo la herida en el brazo tras realizar una rápida desinfección, la bala pudo ser extraída con relativa facilidad.
Por supuesto, las pintas de ambos no tardaron en llamar la atención, ¿Abra sido un enfermero o algún doctor encargado el informante? Nunca se sabría, la cuestión es que veinte minutos tras la llegada de Amadeo y Cristian, ingresó al hospital un hombre bajo y moreno, de escaza cabellera y que portaba un bigotillo de estilo victoriano.
Este hombre portaba un bien lucido uniforme de la policía local, era a su vez escoltado por dos acompañantes de la fuerza pública.
La gente alrededor rápidamente advirtió la presencia de los recién llegados. Amadeo, quien permanencia próxima al pacillo principal, no pudo evitar inquietarse con la presencia de los uniformados, era un asunto demasiado obvio, si la policía venia en búsqueda de alguien, era increíblemente probable que fuera por la presencia de los dos evocadores, aunque el derrumbe del almacén ocurriera al interior del territorio de los primos, no era imposible que la policía, al enterarse, siguiera la pista hasta dar con los responsables en aquel hospital.
Justo cuando el muchacho ahora desprendido de su suéter marrón y con la camisa ensangrentada quiso determinar cualquier otra posibilidad, los uniformados se abalanzaron a su alrededor.
Marcelino, el oficial al mando, ese reconocido oficial que ahora dedicaba jornadas enteras a intentar resolver el desagradable asunto de la expansión territorial del clan de los primos, dio un breve enunciado a Amadeo.
--Queda usted detenido por sospecha de vínculos con el "clan de los primos", no se apure en intentar nada raro, estará listo para acompañarnos en cuanto lo hayan tratado…--
Marcelino habló de manera concreta y directa, Amadeo tartamudeo torpemente un par de veces y quiso alegar algo en su defensa, pero jamás había estado en contacto con una situación semejante, definitivamente no era parte de esos jóvenes adelantados que siempre "conocen sus derechos".
Esto, sumado en buena medida al adecuado grado de respeto que sentía por esta clase de figuras de autoridad, le impidieron ejecutar cualquier defensa, por supuesto, pensó que usar el poder de su daimon en semejante situación seria de todo menos algo prudente, a su lado permaneció uno de los oficiales, mientras el de más alto rango y el segundo acompañante fueron hasta el fondo para hacer cuestionamientos al doctor encargado de Cristian, querían informarse sobre la condición de este último, específicamente, si había sido herido de muerte o no.
De lo primero que se enteraron es que el sospechoso había sufrido algunas contusiones y fracturas múltiples en ambas piernas, además de una especialmente grabe en la clavícula.
Marcelino estaba increíblemente ansioso por obtener información, tanta como le fuere posible, y quería reducir al mínimo las probabilidades de que sus recién adquiridos "testigos" encontraran algún recoveco jurídico o literal por el cual escabullirse. Casi todo el cuerpo policial de la zona llevaba semanas buscando capturar, aunque fuera a un pequeño grupo del clan de los primos, cosa que resultaba imposible hasta ahora por la terrible perdida de territorio.
Por esto mismo, los oficiales habían establecido cuerpos de vigilancia y seguimiento, Marcelino había comprendido rápidamente que no podrían ofrecer una respuesta adecuada hasta que comprendieran realmente qué demonios estaba ocurriendo, él lo había comprobado en las más de quince grabaciones (la mayoría eran oficialmente inaccesibles para el público). Algo realmente fuera de cualquier escala habitual otorgaba una ventaja insalvable a los delincuentes.
Pero el análisis directo de la evidencia documental siempre resultaba insuficiente, por ello se determinó como primera prioridad capturar a algún miembro del grupo criminal tan pronto como fuera posible. Fue así como ese mismo día, una patrulla motorizada en las cercanías del lugar del incidente advirtió el colapso de un almacén antecedido por una serie de disparos esporádicos.
Poco después, un conductor elegido informo a los patrulleros sobre el extraño estado de dos de sus últimos clientes, el ultimo elemento fue la llamada de algún miembro del cuerpo médico del hospital.
Definitivamente, Emilia y Amadeo habían subestimado completamente las capacidades de la policía, especialmente en un momento tan crítico para la seguridad pública, donde definitivamente todos, incluyendo los civiles, estarían en el mayor estado de alerta.