Una vez sentados, llegó la hora de clase. Se suponía que todos los alumnos ya deberían estar adentro, pero de los 25 estudiantes que vi la última vez, solo hay 17 aquí.
"Tal vez a los estudiantes se les hizo tarde", pensé.
Todos ya ubicados en sus lugares esperamos al profesor... esperamos... esperamos... y seguimos esperando, pero el profesor Alexander no llegaba. En ese momento se escucharon los murmullos del salón.
— ¿Por qué no vendrá el profesor?
— Ya se tardó el profesor.
— Es inadmisible que un profesor de esta academia llegue tarde sin previo aviso.
Esas eran algunas de las cosas que murmuraban los estudiantes. En ese momento, Gisei me habló con tono aburrido.
— Oye, subordinado, ya se tardó ese profesor, ¿será que sí vendrá?
— Supongo que sí, recuerda que él nos dijo que viniéramos hoy, jefa.
En ese momento, se abrió la puerta del salón y, al mismo tiempo, entró despreocupadamente el profesor, ahora con un aspecto descuidado. Llevaba solo una camisa blanca, unos pantalones negros y un par de zapatos. Al entrar, le habló al grupo con un tono ligeramente irritado.
— Perdón por llegar tarde, mocosos. Es que se me pasó la alarma y me quedé dormido porque ayer tuve que atender un compromiso muy importante.
Al llegar al escritorio, tomó asiento y puso sus brazos en forma de almohada para recostarse. Sin decir nada más, agachó la cabeza para dormir. Todo el salón se quedó en silencio, sin saber qué decir ante esta situación, pero en voz baja se escuchó a Gisei quejarse.
— ¿Qué está pasando? Después de llegar tarde, tiene la osadía de quedarse dormido. Además, apesta a alcohol. ¿No debería estar prohibido llegar en esas condiciones?
— Tienes razón, jefa. Seguramente tiene resaca, debió quedarse a descansar en lugar de venir -comenté con una cara seria.
— ¿Pero eres tonto o qué? Para empezar, no debió beber si iba a dar clases. ¡No tiene respeto por la enseñanza!
Después de que los murmullos continuaran, un estudiante se levantó de su lugar en la parte delantera del salón. Era un chico de cabello castaño, ojos oscuros y buena complexión, de aproximadamente 1.79 m de altura. Con voz firme, le habló al profesor.
— Profesor, ¿no cree que ya es hora de empezar la clase? Usted ya llegó tarde, es momento de recuperar el tiempo perdido.
Después de que él fuera el primero en hablar, la mayoría de los alumnos comenzaron a seguir sus palabras.
— Tiene razón, profesor, deberíamos empezar.
— ¡Profesor, ya despierte para que comience a dar la clase!
— ¡Tiene que darnos la clase profesor!
Después de escucharlos por un rato, el profesor, un poco irritado, se levantó de la silla y nos habló.
— Oye, chico, ¿cuál es tu nombre? -preguntó mirando al primero que se levantó para hablar. Este le respondió con algo menos de confianza.
— Soy Naoki Kendo, profesor.
— Ya lo tengo, mocoso, puedes sentarte. Como todos están ansiosos por aprender, les enseñaré mi especialidad –menciono sonriendo.
Sin decir nada más, Alexander se dirigió a la pizarra y empezó a escribir. Todos lo observamos expectantes. Al terminar, quedamos sorprendidos por lo que escribió. Ahora, un poco más animado, el profesor se dio la vuelta y nos habló.
— Este será el tema de hoy, mocosos: será clase de autoestudio. Ahora si alguien tiene alguna duda no me busque porque no me encontraran.
El salón quedó nuevamente en silencio mientras veíamos cómo el profesor se marchaba sin ninguna pena ni temor en su rostro, solo mostrando cansancio por la resaca. Después de que se fue y nos dejó solos, el salón se llenó de murmullos en su contra.
— ¿Viste lo que dijo ese sinvergüenza, Hikaru? -preguntó Gisei, enojada.
— ¿Que si lo vi? ¡Lo viví! Jajaja.
— Parece que no te molesta, subordinado -dijo Gisei con cara cansada.
— Bueno, él ya nos lo había dicho antes, ¿recuerdas? "Si quieren que les enseñe, demuéstrenme su determinación", o algo así fue lo que dijo. Así que supongo que se refiere a esto. De todas formas, ya me voy, jefa.
— Recuerdo algo así, pero ¿a dónde vas? ¿No vas a estudiar?
— Es autoestudio, pero podemos hacer lo que queramos, así que iré a entrenar. ¡Adiosito, jefa!
Después de eso, salí del salón, y poco después todos hicieron lo mismo. Yo me dirigí al segundo piso, donde está el salón de entrenamiento.
"Qué bueno que supe que no nos iba a dar clase el profesor. Por cómo habló la primera vez, era bastante obvio que no nos enseñaría tan fácilmente. De hecho, no sé si realmente quiera enseñarnos algo".
Cuando llegué, noté que todo estaba igual que como lo dejé ayer, así que empecé a prepararme. Me quité la ropa y me quedé solo con unos shorts deportivos que llevaba debajo del uniforme.
"Bien, así será más cómodo y no llenaré de sudor mi uniforme. Mañana traeré mi uniforme de ejercicio para dejarlo aquí".
Mi rutina consistía en un calentamiento suave seguido de uno intenso, con ejercicios básicos como lagartijas, sentadillas, levantamiento de mancuernas, entre otros. Luego, encendí la máquina de correr para empezar con un trote lento y después correr a máxima velocidad todo lo que pudiera. Para finalizar, hice media hora de lo que los boxeadores conocen como sombra. Después de todo eso, acabé agotado y me senté unos momentos para recuperarme.
"Logré completar el segundo día. Aunque la motivación no fuera la misma que ayer, no debo bajar la intensidad. Debo seguir con este ritmo, tal vez en unos meses se noten los cambios".
Me levanté e hice un par de estiramientos, pero en ese momento me empezó a dar hambre.
— Ya me está dando hambre. Después de tomar una ducha, iré al comedor de la escuela.
Procedí a tomar una ducha con agua fría, las cuales estaban cerca del gimnasio. Después de vestirme, apagué todo y salí del edificio F.
"Ahora debería ir al comedor. Qué bueno que fui regularmente ahí con mi hermana en estos meses anteriores, así que ya sé el camino".
Sin más, emprendí mi camino hacia el comedor.