El comedor se encontraba ubicado al norte del auditorio. Prácticamente, el auditorio es el centro de toda la academia y el lugar donde convergen la mayoría de los caminos a los lugares importantes de la academia. Después de un rato caminando, llegué al comedor, un lugar bastante grande donde caben fácilmente unas 100 personas, con mesas grandes de madera y sillas del mismo material. El interior es de color blanco, y en una parte exterior hay mesas y sillas con grandes sombrillas para proteger del sol a quienes estén ahí, sobre un pequeño jardín.
"Lo mejor de este lugar es que siempre tienen comida deliciosa. Cuando Haruki y yo no queríamos prepararnos comida o no teníamos tiempo, veníamos a este lugar."
Entro al comedor y veo que ya hay un poco de gente adentro. Decido formarme en la fila para la comida, la cual no es muy larga. Para comer en este lugar y para comprar prácticamente todo dentro de Tracia, los cadetes tenemos una tarjeta que se nos da al comienzo, la cual tiene "créditos". Estos créditos se renuevan cada mes, y la cantidad que recibes depende de la clase en la que estés. También puedes comprar créditos con dinero del Imperio.
"Al ser de la peor clase, solo me dan 5,000 créditos al mes. Para algunos, eso puede ser poco, pero para mí, que apenas ganaba la mitad de eso al mes cuando trabajaba, es todo un lujo. Además, mi hermana me pasó la mitad de sus créditos hace unas semanas, a ella le dieron 100,000 créditos. Ese es uno de los privilegios que tienen los de la clase A."
Poco a poco, la fila avanzaba hasta que llegó mi turno. Me acerco a la barra, y el cocinero Otto, un hombre musculoso, alto, calvo y de mediana edad, me vio. Nos conocía bien a mi hermana y a mí, por todas las veces que habíamos venido estos últimos meses.
— Oh, chico, que milagro que vienes por aquí hace unas semanas que no te veo. ¿Cómo estás?, ¿Dónde está tu hermana? Creí que siempre estaban juntos.
— Ella no tiene tiempo de venir a comer conmigo, está ocupada en sus clases, Otto.
— Bueno, chico asi es la academia, te tienes que esforzar tú también, pero lo más importante ¿qué pedirás hoy? -pregunta con una sonrisa.
— Me gustaría la carne ahumada con puré de papas, por favor, Otto -le digo sonriendo tontamente mientras se me escurre un poco de saliva de solo pensar en lo deliciosa que es la carne.
"Esa carne es la mejor que hay, y desde que la probé con el puré de papas, se convirtió en mi platillo favorito."
— Jajaja, algo me decía que ibas a pedir eso. No te puedes resistir a mi comida, ¿verdad? Enseguida te lo traigo, chico. Puedes irle pagando a mi esposa -me dijo señalando a un costado.
Su esposa también nos conocía. Era una mujer de cabello color café, que llevaba puesto un delantal. Se llamaba Aina, y siempre sonreía. Al acercarme para pagar, ella me saludó mientras sonreía.
— Oh, hola Hikaru, qué agradable verte por aquí.
— Buenas. La verdad es que no aguantaba las ganas de comer la comida del viejo, jajaja.
— Jajaja, tienes razón, su comida es deliciosa, y por eso fue que me enamoró -dijo mientras sonreía y se tocaba la mejilla con una mano.
— Aquí tienes -le extiendo la tarjeta para que la tome.
Al cobrarme, la tarjeta brilló un poco en señal de que el pago había sido aprobado. Luego de cobrarme, me devolvió la tarjeta. En ese momento salió de la cocina Otto con un gran plato de carne ahumada y puré. Solo podía verlo con ojos de admiración y brillo.
— Toma, chico -dejó el plato sobre la barra y levantó su pulgar. Le agregué un extra porque sé que aprecias mi comida más que nadie.
— Muchas gracias, viejo, eres el mejor.
— Que lo disfrutes, chico.
Antes de irme, Aina me habló con su sonrisa característica.
— Saluda a tu hermana de nuestra parte.
— Claro, lo haré -mencione alegre.
Después de esa agradable charla con ellos, me fui contento en busca de un lugar donde sentarme.
"Genial, parece muy sabroso. Solo debo encontrar un lugar; no parece tan lleno, pero tengo ganas de sentarme cerca de la ventana para ver el cielo despegado de hoy."
Vi un buen lugar completamente vacío a un costado, y me acerqué.
"Genial, ese lugar se ve bien, y lo mejor es que no hay gente."
Llegué al lugar y procedí a sentarme, acomodando mi charola de comida, pero me di cuenta de algo.
"Se me olvidó ir por agua. Dejaré mi plato aquí para que nadie se siente. No creo que alguien aquí robe. Iré rápidamente y volveré."
Me dirigí rápidamente al área de bebidas y me serví agua en un vaso. Después de eso, volví alegre a mi mesa, pero esta ya había sido ocupada. Una chica de cabello negro estaba sentada ahí.
"Mierda, uno ya no puede descuidarse un momento porque le roban el lugar. Aunque el comedor ahora está un poco lleno, aún hay más mesas disponibles. Tal vez solo deba ignorarla, después de todo no es tan raro que se comparta mesa."
Al seguir acercándome, noté que llevaba el uniforme de la clase A. Una vez frente a la mesa, con mi vaso de agua en la mano, me senté enfrente de ella y la miré.
"Siento que ya la había visto en alguna parte, ¿pero en dónde?"
— Así que nos volvemos a ver -dijo ella con una actitud formal pero despreocupada, como si no le importara mi presencia.
"Esa forma de hablar, ahora la recuerdo. Si no me equivoco, es la chica de la ceremonia. Qué mala suerte tengo. Pero ahora puedo verla bien, y debo decir que es bastante bonita, con cabello largo totalmente negro si la ves de espalda, pero de frente, su cabello es rojo intenso, con ojos carmesí y ¡unos iris ligeramente ovalados! ¿Será acaso del clan de los Fénix? Aunque su cabello no coincide... No debo meter la pata con alguien como ella, debo andar con cautela."
— T-tienes razón, si mal no recuerdo, tu nombre era Seraphine.
— Y tú eres Hikaru.
Después de eso, no dijo nada más y siguió comiendo su sopa de fideos de una forma que la hacía ver delicada y sofisticada.
"Esto es un poco molesto, pero supongo que no tengo opción. Debo evitar mirarla. Me concentraré en comer este exquisito plato de carne."
Acercando mi plato, comencé a comerlo con alegría, pensando en lo sabroso que era. Luego de un rato silencioso y delicioso, ella había acabado de comer y solo me miraba con una expresión seria y un tanto inexpresiva, como si estuviera observando una exhibición. Con valor, dejé de comer por un momento para hablarle.