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Chapter 19 - Encuentro inesperado con Seraphine

— Perdón si te molesto, ¿pero por qué te sentaste aquí? -pregunté con un poco de nerviosismo.

— ¿No puedo? -preguntó, aún con una cara seria y los ojos entrecerrados.

— Perdón, sí puedes.

"Lo mejor será ignorarla y seguir comiendo, aunque me siga viendo fijamente, me haré el loco".

Agarré nuevamente mi plato y procedí a terminar mi comida mientras Seraphine seguía mirándome. Luego de haber acabado, me levanté para dejar los platos en su lugar e irme.

"Qué pesada, no ha dejado de mirarme y desde que acabó aún no se ha ido. Lo mejor será que me despida y me vaya de aquí".

— Bueno, Seraphine, ya me voy, adiós -mencioné con un leve tono disgustado.

Ella también se levantó y, con una mirada aguda, me respondió.

— Bien, ya es hora de irnos.

Ambos dejamos los platos en su lugar. Rápidamente y de forma discreta, salí del comedor para escapar de su vista.

— Aaah -solté un pequeño suspiro de alivio.

— ¿Qué pasa? ¿A dónde iremos? -preguntó Seraphine.

Al escuchar su voz, di un pequeño salto de susto.

"¿Pero qué pasó? Creí que ya nos habíamos despedido. ¿Qué querrá esta tipa?".

— La verdad es que yo ya me voy, jaja -solté una sonrisa incómoda.

— ¿Vas a algún lugar en particular?

— N-no, la verdad es que...

Sin poder decir nada más, ella se me acercó más y, un poco entusiasmada, me dijo:

— Entonces ven conmigo al mercado de Tracia.

Sin poder responderle, me jaló del saco que traía puesto. Luego de un rato de silencio incómodo, llegamos al mercado de Tracia. El mercado era grande y extenso, un lugar donde podías comprar casi cualquier cosa, como alimentos, ropa, muebles, accesorios, e incluso armas y equipamiento, y todo esto se podía pagar con la tarjeta de estudiante, siempre y cuando tuvieras suficientes créditos.

— ¿Tienes algún sitio al que te gustaría ir aquí? -preguntó repentinamente.

"Umm, ¿qué estará pasando por la mente de esta tipa? Ya me cansé de tratarla formal. Ya que estamos aquí, supongo que me divertiré un poco".

— Escuché que hay un lugar donde venden libros. Me gustaría ir ahí a ver.

— ¿Hablas de la librería? ¿Te gustan los libros? No tienes cara de que leas mucho.

— Recientemente me empezaron a llamar la atención. ¿A ti no te gustan?

— Normalmente nada me gusta ni me disgusta.

"Con esa respuesta tan fría, ni cómo seguirle la conversación".

— Bien, déjame preguntar por dónde está la librería.

Después de preguntar a un señor si sabía dónde se ubicaba la librería y de que nos indicara, fuimos directamente. El lugar estaba en un callejón un poco oscuro, pero al fondo se podía ver una pequeña luz y un cartel.

— Mira, Seraphine, es ese lugar que está al fondo.

— Bien, pues vamos a verlo.

Nos adentramos más en el callejón y nos colocamos delante de la puerta de madera. Al abrirla, sonó una pequeña campana que indicaba que alguien había entrado. El interior era pequeño y desordenado, un poco polvoso y con libros tirados fuera de sus estanterías. En una esquina, un joven muchacho que acomodaba libros se quedó mirándonos hasta que se acercó a nosotros.

— Bienvenidos a mi librería, ¿hay algo en lo que les pueda ayudar? -preguntó amablemente.

El joven parado frente a nosotros, aún con un libro en las manos, era de la raza de los elfos, con unas orejas largas y puntiagudas; era impensable que fuera de otra raza. Tenía el pelo largo y de color verde, con unas grandes gafas que cubrían la mayoría de su rostro y una túnica de color verde y blanco.

— La verdad, solo queríamos ver los libros que vendía.

— En ese caso, me pueden decir qué tema les gustaría que les mostrara.

"Ahora que lo dice, la historia es lo único que me gustaría saber de momento".

— Me gustaría algún libro que trate sobre la historia del imperio.

— Oh, ¿así que historia? Bien, lo tengo. Puedes ver lo que quieras en lo que te traigo algunos.

— Bien, gracias. Echaré un vistazo.

Seraphine y yo nos separamos mientras él buscaba los libros.

"Tiene varios, pero comparado con la biblioteca, no me sorprende nada, aunque es interesante".

Mirando en un estante, mi atención se dirigió a unos libros que estaban en la parte alta del estante.

"Esos libros son de estrategia militar, de cómo ganar guerras y esas cosas. Sería interesante saber eso si fuera militar. Me pregunto si los capitanes leerán ese tipo de libros".

Sin tardarse mucho, el elfo regresó con los libros y los colocó en una pequeña mesa. Seraphine y yo nos acercamos a ver.

— Mira, estos son los libros que te recomiendo. El primero es El Imperio de Bretaña, el otro es La guerra de 100 años, y el último es El Calendario del Dragón y el Sistema.

— Vaya, todos tienen buenos nombres y se ven bien, pero no sé cuál elegir.

— Si vas empezando a leer, te recomiendo el último, El Calendario del Dragón y el Sistema -mencionó Seraphine, concentrada en ayudarme a elegir.

"Realmente está prestando atención; por un momento pensé que solo me trajo aquí para perder el tiempo".

— En ese caso, elegiré el último. ¿Cuánto cuesta?

— Excelente elección; tiene un precio de 3900 créditos.

"¿QUÉ? ¿Cómo puede un libro costar tanto? Eso sería más de un mes de mi sueldo cuando trabajaba, pero ahora tengo los créditos que me dio mi hermana. Ni hablar, será el único libro que compre".

Sin notarlo, Seraphine ya estaba sacando su tarjeta para pagar.

— Oye, no hace falta que tú pagues; el libro lo quiero comprar para mí.

— No te preocupes, yo te lo pagaré -mencionó despreocupada. Aquí tienes, cóbrate -le extendió la tarjeta al elfo, y él cobró.

Luego de que cobrara el libro, ambos salimos del lugar, ahora con el libro en mi mano.

— Oye, realmente no tenías por qué comprarlo -le dije, apenado.

— Un chico de la clase F no tendría fácil el pagar esa cantidad por un libro.

— Bueno, yo tengo suficientes créditos gracias a mi hermana.

En ese momento, la chispa de la curiosidad se encendió en Seraphine.

— ¿Tienes una hermana? -preguntó, con los ojos un poco más abiertos y curiosidad.

— Sí, va en la misma clase que tú. Probablemente ya la conozcas; es Haruki.

— Así que Haruki… -su expresión volvió a la normalidad, con los ojos entrecerrados y una mirada seria-. Ya la he visto; se parece un poco a ti, pero no creí que fueran hermanos. En ese caso, me pagarás lo del libro de otra forma.

— ¿A qué te refieres? Te puedo pasar créditos ahora…

— No -su expresión se tornó más suave, y con una pequeña sonrisa contestó-: solo quiero que de vez en cuando comamos juntos.

Atónito por su bella expresión, solo le respondí:

— Sí.