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Sombras del pasado: Un nuevo comienzo

🇨🇱Ryuzen_Takahiro
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Synopsis

Chapter 1 - El antiguo yo

"Feliz cumpleaños, hijo. Realmente estoy orgulloso de ti y de que hayas alcanzado tu meta. Espero que estés bien en la militarizada, hijo, te amo mucho..."

Era un joven de 18 años emocionado por al fin cumplir mi meta, que tanto esfuerzo me costó lograr. A pesar de los problemas que tenía, nunca me rendí. Quería que mi familia estuviera orgullosa de mí. Carecía de muchos aspectos como inteligencia, fuerza, agilidad, etc., pero esto se debía a problemas que tenía en mi cuerpo. Aun así, nunca me rendí y prometí enorgullecer a mi familia a pesar de esos problemas.

El 3 de agosto del año 2027 fue mi cumpleaños de despedida antes de irme a la militarizada. Toda mi familia y amigos estaban ahí, cantándome el... el último "Cumpleaños feliz". Todo estuvo bien: reímos, cantamos y bailamos. Aproveché todo el tiempo que tenía para estar con ellos, ya que no los iba a volver a ver durante un largo período de tiempo.

Una vez terminada la fiesta, mi padre y mi madre se fueron a mi habitación. Me dijeron lo mucho que estaban orgullosos de mí por no haberme dado por vencido y seguir adelante a pesar de mis dificultades. Con lágrimas en los ojos, les di un gran abrazo ante esas palabras.

Pasaron dos años. Era mayo y yo había vuelto. Claro, saludé a toda mi familia y visité a algunos amigos. Una vez hecho eso, regresé a mi casa por la tarde para jugar un poco, ya que lo extrañaba. Pasaron unos 10 minutos cuando sonó mi celular.

-¡Riiing, riiing!

-¿Aló? -pregunté de forma confusa.

-Hola, ¿me comunico con Dante Salazar?

-Emm, sí, sí.

-Le hablamos de la Escuela Militar de Valparaíso y le informamos que tiene que regresar a la militarizada.

-¿Eh? Pero acabo de regresar...

-Lo sé, lo sé, pero han ocurrido algunas cosas. Se ha informado de llamar a todos los que hayan pasado por la Escuela Militar.

-Mmm, está bien, iré. ¿Cuándo tendría que ir?

-Venga el jueves 17.

De una forma deprimente respondí:

-Está bien...

Realmente no entendía qué pasaba. Acababa de volver. No quería irme todavía, quería pasar tiempo con las personas que amaba. Pero, bueno, si me lo pide mi país, no tengo otra opción.

Ya era jueves 17 y me encontraba esperando a que dieran la información que dijeron que darían, junto a miles de militares más. Había rumores de que podía ser una guerra contra Afganistán. Así es, Chile vs. Afganistán. ¿Loco, no? Bueno, no quise tomar este rumor a la ligera porque sabía que probablemente habría una guerra por la inesperada reunión. Un rato después subió el capitán y habló.

-Hola, muy buenas tardes. Lamento haberles convocado de imprevisto. Supongo que no tienen ni la menor idea de lo que está pasando. Es difícil decirlo a la ligera, pero probablemente ya hayan escuchado rumores por ahí sobre Afganistán y cómo quiere apoderarse de nuestro país. Bueno, déjenme decirles que este rumor es totalmente cierto. Afganistán, por alguna extraña razón, nos tiene en la mira. Aún no sabemos los motivos de este ataque tan inminente, pero nosotros no nos quedaremos con los brazos cruzados. Por eso les informo que probablemente entraremos en guerra, y quiero que se preparen a partir del sábado 20. Los quiero a todos aquí porque entrenaremos duro para combatir esta inminente amenaza...

Una vez terminó de hablar, no pude evitar pensar: ¡¡¿REALMENTE ENTRAREMOS EN GUERRA?!! Bueno, por el bien de mi país y de mi familia, será mejor que vaya y enfrente esto, aunque... Yo no quiero matar. A pesar de mi entrenamiento el año pasado, no estoy listo para eso...

Los días pasaron volando. Ya era sábado y mi mente estaba llena de preguntas y preocupación respecto a la guerra que se aproximaba. Pasé esos dos días con mi familia y amigos. Realmente los apreciaba mucho. Claramente mi madre empezó a llorar cuando escuchó que me iba a ir a la guerra. Mi padre, con los ojos medio llorosos, se acercó a mí y me dijo con una gran sonrisa: "Te esperaré cuando vuelvas, campeón". Nunca pensé que estas serían las últimas palabras de mi padre... Ni de mi madre...

Pasó un mes de preparación para la guerra y la tensión estaba como nunca. EEUU nos apoyó con armamento para poder enfrentar a Afganistán. Era un hecho: había guerra.

Y así, el día que nunca esperé que llegara, llegó. Yo tenía 20 años cuando fui a la guerra. Estaba asustado, no quería morir. Quería ver a mis padres de vuelta. No quería dejar este mundo aún. Esas ideas se me venían a la mente cuando estaba en el avión antes de lanzarme, hasta que el capitán ordenó:

-¡VAMOS, YA ES HORA, LÁNCENSE!

Todo el escuadrón se lanzó del avión. Llegamos firmes al campo de batalla. Todo era un caos, gente muerta por todos lados. DIOS, ERA UNA MASACRE, PERO... PERO NO PUEDO PERDER LA COMPOSTURA, PARA ESTO ENTRENÉ, ¿NO? Invadimos casas buscando información sobre un tipo llamado EL CARNICERO. Este era uno de los grandes en Afganistán, uno de los más buscados que causó la guerra. Mientras revisábamos una casa, nos atacaron. Le dispararon a mi compañero mientras revisaba el sótano. Yo estaba consciente de que tenía que matarlo, sin importar qué. Así que simplemente apagué mi mente y traté de concentrarme.

-¡HIER...! -Antes de que alertara a los otros, disparé, matándolo al instante.

Me sentí asqueado. No sabía qué hacer. Todo me daba vueltas, hasta que llegó otro compañero a despertarme, y no le di más vueltas al asunto después de un rato.

La misión fue un éxito. Logramos saber el paradero del CARNICERO. Así que la próxima misión era ir tras él. Llegó la noche y yo no podía dormir después de lo que hice. MATÉ A ALGUIEN, QUÉ MIERDA ACABABA DE HACER, QUÉ ES LO QUE... LO QUE HICE, SANTO CIELOS... Sabía que tenía que matar personas en la guerra, pero por mucho que intenté prepararme mentalmente para este momento, nunca pude afrontarlo. Esa noche no pude dormir por la culpa que sentía en ese momento.

Al despertar, nos comunicaron que debíamos reunirnos en la carpa del capitán a las 16:00 hrs. Cuando llegó la hora, me dirigí hacia el capitán. Sorprendentemente, éramos 16 personas. Éramos pocos, y eso me sorprendió. Una vez estando todos, el capitán habló y dijo:

-Ustedes son la mejor línea que tenemos hasta el momento, ya que su anterior misión fue un total éxito. La siguiente misión es ir tras la cabeza del Carnicero para acabar esta guerra sin sentido. Ustedes irán tras su cabeza y la traerán hasta aquí. Así que hoy, a las 20:00 hrs, partirán rumbo a Qizilbash. Irán en camioneta para no llamar tanto la atención, así que prepárense para más tarde, ¡SOLDADOS!

-¡¡¡SÍ, CAPITÁN!!!

Una vez terminada la reunión, me dirigí a entrenar un poco mientras esperaba, pero algo no me cuadraba. ¿Cómo iba a enviar a 16 soldados a una misión tan peligrosa? Pero, bueno, no le tomé mucha importancia.

Una vez llegada la hora, todos los soldados nos dirigimos hacia la camioneta para ir rumbo a la misión. Estaba oscuro, así que era buena idea ir ahora. Pasado un rato, llegamos a nuestro destino, alrededor de las 23:00 hrs. El Carnicero se encontraba en su casa, junto a su familia. Obviamente, no estaba solo. Había muchos guardaespaldas protegiendo a este tipo, así que nos pusimos de acuerdo para eliminar poco a poco a cada guardia. Y así fue, ya no quedaba casi nadie. Nos dirigimos a la casa silenciosamente, pero algo me pareció raro: ¿Cómo este tipo tendría una seguridad tan pésima sabiendo que era el más buscado? Así que me quedé atrás cubriendo la espalda de los demás, pero de pronto...

TODO ERA UN CAOS... ERA UNA PUTA TRAMPA.

---

Ya lo veía venir. Era muy raro que nuestro sargento mandara a 16 soldados a matar a un tipo tan importante como este, además de la seguridad tan mediocre que tenía. Era demasiado sospechoso. Nos dispararon dentro de la casa una vez que mi compañero abrió la puerta cuidadosamente. Lancé una granada de humo para escapar con los demás mientras disparaba a través del humo. Corrí hacia un arbusto cercano y me oculté, herido por algunas balas que me habían impactado. Busqué a mis otros compañeros para ver si estaban bien, pero... era el único que quedaba. ¡Todos murieron! Traté de mantener la calma y no perder la cordura, pero vi a un niño que estaba cerca. Quizás vivía en una de las casas de los alrededores. Los guardias afganos se acercaron fríamente al niño y le pusieron un arma en la cabeza. En ese momento, reventé de furia. No podía permitir que mataran a un niño...

Me posicioné lentamente para no ser detectado. Una vez que tuve la postura adecuada, disparé y maté a los cuatro guardias que estaban con el niño. Cuando todo estuvo despejado, corrí hacia él para sacarlo de allí, pero... antes de que pudiera reaccionar, uno de esos hijos de puta le disparó al niño en el último segundo. El niño cayó al suelo. Fui a ayudarlo, pero estaba agonizando. Me quedé parado, sin saber qué hacer, durante cinco segundos antes de escuchar pasos que venían hacia mí. Mierda... tenía mucho que pensar. Cargué al niño y corrí rápidamente por el bosque, desapareciendo de la vista de esos bastardos. Una vez que tomé un descanso, vi al niño sufrir por la bala y sus últimas palabras fueron: "Por favor, señor... acabe con esto... me duele... mucho", mientras se agarraba la herida con fuerza. No me quedó otra opción más que acabar con su vida para que pudiera descansar de una vez...

Una vez hecho, no pude evitar llorar. Lloré como nunca. Nunca pensé que acabaría matando a un niño. Aún no podía asimilarlo... Cómo es posible que haya pasado tanto en tan poco tiempo...mierda...

Al llegar al campamento, le conté todo al coronel sobre lo que había pasado y sobre la trampa, pero para mi sorpresa, no se inmutó. Le mencioné que quería matar al "Carnicero" sin importar qué. Pasó un día después de eso y el coronel finalmente reunió a un grupo más grande para ir tras él. Así que partimos por la noche.

Recorrimos varias celdas hasta que recibimos la información de que el Carnicero estaba en la última. Se encontraba en un cuarto de aproximadamente 18,7 metros cuadrados. Llegamos a una prisión afgana y entramos a la fuerza. Gente muerta por todos lados... Yo... yo estaba traumado por lo que veía, pero seguí adelante. Matamos a la mayoría de la seguridad, aunque pagamos el precio con la mitad de nuestros hombres. Solo quedábamos el coronel y yo, mientras los demás cubrían la entrada. Cuando llegamos al Carnicero, él estaba sentado, esperándonos pacientemente. Pero yo sabía lo que planeaba.

El día anterior, después de mi llegada, me di cuenta de que el coronel tramaba algo. Era extraño que no se preocupara por sus hombres, así que lo investigué. Descubrí que era un agente encubierto que le informaba todo al Carnicero. Por eso sabía que íbamos tras él.

De vuelta en la última batalla, saqué mi arma y, sin compasión, le disparé al coronel que estaba a mi lado. Lo miré a los ojos y le dije: "Muere, hijo de puta", matándolo en el momento.

Así que quedé yo contra el Carnicero. Obviamente, le decían Carnicero por alguna razón, ¿no? Bueno, lo descubrí cuando sacó un enorme cuchillo de debajo de su mesa. Ya con el cuchillo en sus manos, yo me encontraba frente a él con mi cuchillo de combate. Estaba listo para la batalla...

Estábamos frente a frente, cara a cara. Tenía ante mí al hombre que me había causado traumas de por vida tras esta maldita guerra. Estaba claro que lo iba a matar.

-¿De verdad esto es lo que quieres, Dante...? -dijo con una sonrisa en el rostro.

-Sí...

-Jajajaja, está bien. Si eso es lo que quieres... ¡¡COMENCEMOS!!

En cuanto lo vi acercarse a gran velocidad, me puse en guardia y logré esquivarlo. Intentó cortarme la cabeza con ese maldito cuchillo suyo, pero fui ágil y por suerte no acertó ninguno de sus golpes. ¡Era mi momento de atacar! Después de su fallido ataque, me moví en zigzag para despistarlo y lancé una ráfaga de pequeños cuchillos que alcanzaron su objetivo. Entró en desesperación, justo lo que esperaba: su desesperación.

Una vez recuperó la compostura, sonrió y sacó una bomba de gas de su pantalón.

-Para que esto sea más interesante dijo, mirándome a los ojos con una sonrisa maliciosa.

Lanzó la granada. Me coloqué la pañoleta rápidamente. Él seguía moviéndose a gran velocidad, a pesar de tener varios cuchillos clavados en su cuerpo. Yo, por mi parte, estaba en desventaja. Era la primera vez que peleaba sin ver nada, mientras que para él era algo habitual. Me puse en máxima alerta, pero no fue suficiente. Sus cortes eran tan rápidos que no lograba ver de dónde venían. Me hirió varias veces hasta que decidí lanzar una granada aturdidora. Me tapé los oídos y la granada explotó. Después de la explosión, escuché al Carnicero gritar: "¡HIJO DE PUTAAA!". Te encontré bastardo...

Corrí rápidamente hacia donde había escuchado el grito, con el cuchillo en mano. Lo vi... Por primera vez, el Carnicero estaba asustado. Sin perder más tiempo, le clavé el cuchillo directamente en el corazón. Al hacerlo, miré hacia arriba. Él sangraba por la boca, pero con una sonrisa en el rostro, me miró y dijo en voz baja:

-Jejeje... bien jugado, chico... pero no creas que este es el final... Aun así... haré de tu vida un... infier...

No alcanzó a terminar su frase. Pensé que era solo un último intento por intimidarme antes de morir, pero lo que me causó escalofríos fue la inquebrantable sonrisa que mantuvo hasta el final.

Una vez muerto, salí de allí lleno de heridas y cicatrices que me acompañarían por el resto de mi vida, tanto físicas como psicológicas...

Con la misión terminada, les expliqué a todos lo que había sucedido, incluyendo la traición del coronel y cómo me di cuenta de todo. Pasados unos minutos, nos llevaron de vuelta a mi país.

Chile salió victorioso ante Afganistán, lo que nos proporcionó muchos más recursos que antes. Apenas aterrizó el avión, miles de familias corrieron a saludar a sus hijos y esposos que regresaban de la guerra, pero mi familia no estaba presente. Eso me pareció raro, ya que sabía que mi familia estaría emocionada por mi regreso. Pensé que tal vez habían organizado una fiesta sorpresa.

Al llegar, hice algunas cosas antes de volver a casa. Era medianoche cuando finalmente decidí regresar. Esperaba encontrar una fiesta, pero no había nadie. Llamé inmediatamente a mi mejor amigo. Se alegró mucho al saber que había vuelto con vida.

-¿Aló? -pregunté con una mezcla de cansancio y alegría.

-Hola, ¿quién habla? -respondióconfundido por la llamada inesperada.

-¿No reconoces mi voz?

-Mmm... se me hace conocida...

-Soy Dante. Increíble que te hayas olvidado.

-¡Oh, Dante! ¡Dios, es increíble que estés con vida!

-Lo sé, lo sé. ¿Sabes que soy imparable, no?

-Jaja... Es bueno tenerte de vuelta, Dante... -su tono de voz cambió. Sonaba triste, como si algo malo hubiera pasado.

-¿Estás bien? De paso, te quería preguntar por mi familia. Cuando llegué, no había nadie esperándome ni en casa. ¿Sabes algo?

-Dante... no sé cómo decirte esto... es complicado... ¿podemos hablar en persona?

Mi corazón se detuvo. Sabía que algo malo había sucedido. Traté de mantener la calma.

-Estoy cansado, pero estoy preocupado. Dime, ¿dónde nos encontramos?

-Voy a tu casa ahora mismo.

-Está bien, te espero...

Cuando colgué, mi mente no dejaba de dar vueltas. Algo realmente malo había pasado. Las palabras del Carnicero antes de morir resonaban en mi cabeza...

Pasaron unos minutos y mi amigo llegó. Lo abracé como en los viejos tiempos. Trajo algo para beber y me dijo que nos sentáramos para conversar. Estaba realmente preocupado por mi familia, así que fue lo primero que pregunté.

-¿Y mi familia? -pregunté con ansiedad, sintiendo un nudo en el estómago.

-A eso voy, Dante... El 4 de febrero del año 2029, unas personas se presentaron en la puerta de la casa de tu padre. Preguntaron por ti y si él era tu padre, a lo que respondió que sí. Una vez que contestó, lo atacaron, lo dejaron inconsciente y entraron a la casa, donde estaba tu madre. No sé exactamente qué pasó, ya que, al parecer, cortaron el audio de las cámaras. Cuando terminaron, salieron cubiertos de sangre... La policía llegó al lugar después. Esos bastardos eran sicarios de Afganistán, y su objetivo era tu familia, Dante. Nunca se supo quiénes fueron los responsables, así que el caso quedó archivado. La policía, como siempre, no hizo ni mierda. ¿Dante...?

Mientras él contaba esta tragedia, yo no podía pensar, todo me daba vueltas. Los recuerdos de mi familia invadían mi mente... ya no me quedaba nada más.

-Amigo, si necesitas algo, estoy aquí para ti. Por favor, no te lo guardes -me dijo mi amigo, con evidente preocupación.

-N... no, gracias, hermano -le respondí mientras contenía mis lágrimas.

Él intentó abrazarme, pero lo rechacé. Sabía que si me abrazaba, rompería en llanto, y no quería que me viera así. No quería preocuparlo aún más.

Una vez que se fue, rompí en llanto. Lloré, lloré y lloré. ¿Todo fue en vano? ARRIESGUÉ MI PUTA VIDA POR ESTO... ¿Quién diría que un sueño acabaría con mi vida? Hijos de puta, ¡¿POR QUÉ A MÍ?! ¿Por qué...? Me acosté en el sillón y, entre lágrimas, me quedé dormido.

Pasaron siete meses después de aquello. Caí en una depresión severa. No salía de mi casa. Mis amigos se preocuparon por mí, pero los trataba mal. No comprendían lo que sentía. Este dolor... nadie podía sentirlo más que yo.

Durante esos siete meses, solo me dediqué a leer mangas y ver anime. No tenía ganas de nada más, solo quería acabar con mi miseria. Era 3 de agosto, me dije mi último "feliz cumpleaños" y deseé mi muerte. Después de cantarme "feliz cumpleaños" solo, escribí una carta para mi mejor amigo. Le dije lo mucho que lo apreciaba y que lo cuidaría desde el más allá. Una vez escrita la carta, la entregué a un cartero para que se la llevara.

Una vez hecho esto, saqué el arma que guardaba bajo mi cama. Esa noche, fui al cerro Manquehue para ver por última vez la vista. Saqué el arma de mi bolsillo y dije: "Cuídate mucho, amigo mío". Sonreí y, finalmente, lleno de una extraña felicidad, apreté el gatillo...