La mañana siguiente al tumultuoso encuentro de la noche anterior, Leo se despertó con una sensación extraña en el estómago. No era solo el eco de las palabras que había intercambiado con Alex, sino también la confusión que había surgido de su conversación sobre los celos. Mientras se preparaba para el día, su mente divagaba entre recuerdos y dudas, preguntándose si había hecho lo correcto al confrontar a Alex. Con un ligero suspiro, Leo decidió que necesitaba un buen desayuno para despejar su mente. Salió de su apartamento y se dirigió a su cafetería favorita, un lugar pequeño y acogedor donde el aroma del café recién hecho siempre lo saludaba como un viejo amigo. La calidez del lugar lo envolvió, y mientras saboreaba su tostada con aguacate, notó a un hombre en la mesa de al lado. El hombre era atractivo, de cabello oscuro y una sonrisa encantadora que parecía iluminar la habitación. Justo cuando Leo estaba a punto de mirar hacia otro lado, el extraño se acercó con confianza. —Hola, soy Marco —se presentó con un tono amistoso—. No pude evitar notar que estás aquí solo. ¿Te importaría si me siento? Leo dudó por un momento, pero la curiosidad ganó. Después de todo, no había nada de malo en hacer una nueva amistad. —Claro, soy Leo —respondió mientras extendía la mano. La conversación fluyó fácilmente entre ellos. Marco compartió historias divertidas sobre su vida como fotógrafo y mencionó que estaba buscando modelos para una nueva campaña. Fue entonces cuando Leo se sintió intrigado por una propuesta inesperada. —Estoy trabajando en una sesión de fotos un poco diferente —dijo Marco con una chispa en los ojos—. Estoy buscando a alguien que no tenga miedo de salir de su zona de confort. ¿Qué te parecería modelar en lencería femenina? Leo se quedó helado por un instante. La idea era completamente inesperada y chocante. Aunque era hombre, algo en él resonaba con la propuesta; tal vez era el deseo de explorar nuevas facetas de sí mismo o simplemente la emoción del riesgo. —Wow, eso es… interesante —respondió Leo tratando de mantener la compostura—. Déjame pensarlo. Marco le sonrió y les intercambiaron números antes de despedirse. Mientras caminaba por las calles soleadas, el corazón de Leo latía con fuerza ante la posibilidad que se le presentaba. Sin embargo, mientras se perdía en sus pensamientos sobre la oferta inusual, se topó con Alex justo en la esquina de una calle concurrida. La tensión entre ellos aún flotaba en el aire tras el episodio de celos de la noche anterior. —Hey —saludó Alex con un tono casual pero cauteloso—. ¿Cómo estás? Leo sintió una mezcla de emociones: alegría por ver a Alex pero también nerviosismo por lo que había sucedido antes. —Bien… acabo de tener una conversación extraña —dijo Leo mientras intentaba sonreír—. Te cuento: un tipo me ofreció trabajo como modelo… en lencería femenina. Los ojos de Alex se abrieron ligeramente por sorpresa, y luego una risa juguetona escapó de sus labios. —No puedo evitar imaginarte en eso —bromeó Alex—. Aunque no estoy seguro si sería buena idea. Leo sintió que sus mejillas se sonrojaban ante la imagen mental que Alex había creado. Sin embargo, también notó cómo los celos comenzaban a burbujear nuevamente en el fondo de su mente. —Sí… yo tampoco estoy seguro —respondió Leo, tratando de ocultar su incomodidad—. Pero pensé que podría ser una buena forma de explorar algo nuevo. Alex frunció el ceño ligeramente antes de hablar. —Mira, no quiero ser ese tipo celoso otra vez, pero creo que hay mejores maneras de explorar tu creatividad sin tener que ir tan lejos… ¿Y qué tal si hay otros trabajos más apropiados? La preocupación en la voz de Alex era palpable para Leo, y eso lo hizo sentir aún más conflictuado. Parte de él quería abrazar esa nueva aventura; otra parte deseaba mantener la paz entre ellos. Finalmente decidió rechazar la oferta sin pensarlo demasiado más. —Tienes razón… creo que voy a rechazarlo —dijo Leo con firmeza mientras miraba a los ojos a Alex—. No quiero complicar las cosas entre nosotros. Alex sonrió aliviado y le dio una palmadita amistosa en el hombro. —Eso es lo mejor —dijo mientras ambos continuaban caminando juntos por las calles bulliciosas—. Siempre puedes explorar otras oportunidades más alineadas contigo mismo. La conversación entre ellos fluyó hacia otros temas menos tensos: planes para el fin de semana y recuerdos divertidos compartidos durante sus años juntos. Sin embargo, en el fondo del corazón de Leo permanecía esa chispa inquietante sobre lo que pudo haber sido una experiencia transformadora como modelo en lencería femenina. Mientras caminaban hacia el parque cercano donde podían disfrutar del sol brillante y relajarse un poco después del almuerzo, Leo sabía que aún tenía mucho que considerar sobre su identidad y sus deseos personales. Pero al menos ahora tenía a alguien como Alex para compartir esos pensamientos complejos. En esos momentos cotidianos llenos de risas y complicidad, Leo sentía cómo poco a poco se desvanecían los celos y las inseguridades; sin embargo, había algo más grande acechando al fondo: la necesidad incesante de ser verdaderamente él mismo sin importar qué pensarán los demás o cómo eso afectaría su relación con Alex. Por ahora, decidieron disfrutar del presente juntos y dejar las decisiones difíciles para otro día; después de todo, cada momento compartido era un paso hacia adelante en su propia exploración personal y emocional.