Leo, con su cabello pelirrojo desordenado y sus ojos cafés aún brillantes por las lágrimas, se había dejado llevar por su miedo. Pero Alex, el chico moreno de mirada profunda, había estado allí, ofreciendo consuelo en medio del caos. Ahora, mientras la lluvia caía suavemente contra los cristales de la ventana, el ambiente en el pequeño apartamento se sentía diferente.
El sofá era un refugio improvisado donde ambos se habían acurrucado. La cercanía de sus cuerpos era un contraste entre la calidez del momento y la tensión que flotaba en el aire. Alex había pasado su brazo por los hombros de Leo de manera protectora, un gesto que significaba más de lo que ambos estaban dispuestos a admitir. El silencio que se instaló entre ellos era denso y cargado de significado; cada latido del corazón de Leo resonaba en sus oídos, y no podía evitar robar miradas furtivas a Alex.
A medida que el sonido de la lluvia se convertía en un suave murmullo, Leo sintió cómo una chispa comenzaba a encenderse en su interior. Era una sensación extraña y emocionante; algo en la forma en que Alex lo miraba lo hacía sentirse vivo. ¿Era posible que esa conexión tan fugaz entre ellos pudiera ser algo más? La incertidumbre lo invadió, pero también una audacia inesperada.
Sin pensarlo dos veces, Leo se giró ligeramente para enfrentar a Alex. Sus ojos se encontraron, y por un instante, el mundo exterior desapareció. Era como si todo lo que conocían se desvaneciera, dejando solo ese momento suspendido en el tiempo. Sin poder resistirse al impulso, Leo se acercó lentamente, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Con un movimiento suave y decidido, robó un beso: un roce ligero pero cargado de emociones reprimidas.
El contacto fue eléctrico; Leo pudo sentir cómo el aire a su alrededor se volvió denso y cálido. Pero cuando sus labios se separaron, la realidad regresó como una ola fría. Alex lo miraba con sorpresa, sus ojos abiertos como platos reflejaban una mezcla de asombro y confusión. El shock era palpable entre ellos, como si el tiempo hubiera dejado de existir justo en ese instante.
Leo contuvo la respiración mientras evaluaba la reacción de Alex. La tensión del momento se volvió casi insoportable; cada segundo parecía estirarse eternamente mientras ambos luchaban por encontrar palabras o explicaciones que no parecían existir. ¿Había cruzado una línea? ¿O había descubierto algo nuevo e inesperado entre ellos?La tormenta había dejado su huella en la ciudad, pero en el pequeño apartamento que compartían, el eco de los truenos se había convertido en un suave murmullo. Leo se acomodó en el sillón de su sala, su mente aún atrapada en lo que había sucedido en el museo. La imagen de Alex, con su risa despreocupada y su mirada intensa, persistía en su mente como un eco constante. Mientras tanto, Alex se encontraba en la ducha, el agua caliente deslizándose por su piel mientras intentaba despejarse la mente. Pero no podía evitarlo; el beso robado de Leo lo perseguía. Se sentía como un niño atrapado en un sueño del que no quería despertar. La conexión entre ellos había cambiado sutilmente, y eso lo inquietaba. **Leo** miró los colores dispuestos sobre su caballete, cada uno vibrante y lleno de vida. Sin pensarlo, tomó un pincel y comenzó a trazar líneas suaves que capturaban la esencia de Alex: sus rasgos marcados por la luz del atardecer que entraba por la ventana. Con cada trazo, su corazón latía más rápido, y los corazones empezaron a aparecer en el lienzo sin que él se diera cuenta. "¿Qué estoy haciendo?", murmuró para sí mismo mientras observaba su obra. La pintura reflejaba más que solo la apariencia de Alex; era un retrato cargado de emociones ocultas y deseos reprimidos. Mientras tanto, **Alex**, envuelto en vapor y agua caliente, cerró los ojos intentando concentrarse en algo más que su amigo. Pero no podía evitar recordar cómo Leo lo miraba con esos ojos café llenos de vulnerabilidad. En un momento de debilidad, sus manos comenzaron a explorar su propio cuerpo; la sensación del agua lo excitaba más de lo que esperaba. "Esto es una locura", pensó Alex mientras sus dedos se aventuraban más abajo. La imagen de Leo le llenaba la cabeza: su risa, la forma en que se sonrojaba cuando se sentía avergonzado y cómo lo cuidaba incluso en sus momentos más difíciles. Leo pintaba con fervor, cada pincelada era un intento de capturar no solo la imagen sino también la esencia del momento compartido. Se sintió impulsado a poner todo lo que sentía sobre el lienzo. Pero a medida que avanzaba, sus pensamientos volvían al beso accidental: ¿había sido realmente un accidente? ¿O era una señal de algo más profundo? El aroma del jabón de Alex llenó el aire mientras él finalmente se soltó por completo en la ducha. Se permitió soñar despierto, imaginando cómo sería si Leo sintiera lo mismo por él. Las fantasías comenzaron a mezclarse con la realidad; ¿y si ese beso no había sido solo un error? Después de unos minutos bajo el agua caliente, sintió que estaba perdiendo el control sobre sus propios pensamientos. "No puedo seguir así", pensó con frustración mientras apagaba el agua y se envolvía en una toalla. Cuando salió del baño, encontró a Leo concentrado frente al caballete, completamente absorto en su pintura. La luz del atardecer iluminaba suavemente el espacio y creaba sombras danzantes alrededor de ellos. "¿Qué estás pintando?", preguntó Alex con curiosidad, intentando ignorar las mariposas que revoloteaban en suestómago. Sin girarse completamente hacia él, Leo respondió: "Solo... algo inspirado". Pero no pudo evitar sonrojarse al darse cuenta de que estaba pintando a Alex con corazones alrededor. Alex se acercó lentamente al caballete y observó la obra: "Wow", dijo asombrado. "Es hermoso". La sinceridad en sus palabras hizo que Leo sintiera una mezcla de orgullo y vergüenza. "Es solo... un retrato", murmuró Leo mientras intentaba ocultar sus propias emociones detrás de una sonrisa nerviosa. "¿Un retrato o algo más?" preguntó Alex con una sonrisa traviesa. La tensión aumentó entre ellos como si el aire estuviera cargado de electricidad estática. Ambos sabían que algo había cambiado entre ellos desde aquella tormentosa noche. "Es solo arte", respondió Leo rápidamente, tratando de desviar la conversación hacia un terreno seguro. Pero Alex no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente. "¿Y si te dijera que hay algo más? Algo detrás del arte", dijo mientras daba un paso más cerca. Leo tragó saliva; las palabras estaban justo ahí al borde de sus labios pero no podía encontrarlas. En ese momento, todo lo que quería era confesarle a Alex lo que realmente sentía: cómo cada vez que estaban juntos su corazón latía más rápido y cómo el simple roce entre ellos encendía chispas. Sin embargo, antes de poder contestar algo coherente, decidió cambiar rápidamente de tema para evitar las preguntas incómodas que sabía vendrían después. "¿Te gustaría ver cómo va mi pintura?", sugirió tratando desesperadamente de mantener las cosas ligeras. Alex sonrió con complicidad y asintió: "Claro". Mientras observaban juntos el lienzo lleno de colores vibrantes y corazones dispersos alrededor del retrato de Alex, ambos sintieron una conexión palpable pero inconfesable flotando entre ellos. Era como si cada trazo estuviera enlazando sus almas poco a poco. "No puedo creer cuánto has mejorado", comentó Alex mientras examinaba los detalles del retrato. "Gracias... pero creo que tú también has inspirado mucho esto", dijo Leo sin pensar antes de darse cuenta del doble sentido detrás de sus palabras. Ambos se miraron fijamente durante unos segundos interminables antes de soltar risas nerviosas simultáneamente. El ambiente estaba cargado; ya no eran solo amigos compartiendo un momento artístico sino dos almas perdidas buscando encontrar un camino hacia algo más profundo. **Más tarde esa noche**, después de compartir risas y recuerdos sobre las tormentas pasadas (y algunas anécdotas graciosas sobre sus vidas antes), Leo sintió una creciente necesidad por ser honesto consigo mismo y con Alex sobre cómo se sentía realmente. "Alex", comenzó Leo titubeante mientras ambos estaban sentados juntos en el sofá con las luces tenues iluminando suavemente el lugar. "Hay algo importante que necesito decirte". Pero antes de poder continuar con esa confesión tan esperada, sonó el timbre del apartamento interrumpiendo el momento perfecto. Ambos se miraron confundidos; ¿quién podría estar visitándolos tan tarde? Sin saber qué esperar ni qué rumbo tomarían las cosas después del beso robado, decidieron levantarse para abrir la puerta juntos...