La cara del jefe de la aldea se volvió azul hierro de la ira. ¿Había intentado persuadirlos amablemente, llegando incluso a rebajarse con una sonrisa, solo para encontrarse con insultos despiadados?
Ya no pudo quedarse, y el jefe de la aldea se dio la vuelta y se alejó.
Los dos hombres que habían venido con él también estaban hirviendo de ira. Al ver que el jefe de la aldea se había ido, rápidamente lo siguieron.
Estaba claro que, en el fondo de sus corazones, también temían a An Jing y Xiao Changyi—uno se había atrevido a matar, y el otro había matado en el campo de batalla y regresado. ¿Cómo no iban a tener miedo?
—Marido —dijo An Jing con una sonrisa en cuanto el jefe de la aldea salió del patio—, apuesto a que ahora piensan que somos tercamente irracionales.
—Mm.
—Ah —suspiró An Jing de repente—. Los valores de esas personas son realmente tan retorcidos.
