—Cuanto más trabajaba, más se sentía agraviada Linghe.
—Pensaba en sí misma como una Princesa Comandante que había sido atendida de pies a cabeza, nunca había hecho siquiera trabajo ligero, mucho menos labor pesada.
—Pero ahora, había abandonado su multitud de criadas para encontrar al hombre que amaba, solo para ser ignorada por él y obligada a trabajar. Fue tratada como una campesina, incluso peor que sus propias criadas...
—Linghe se sentía cada vez más dolida conforme lo pensaba. Sus ojos se enrojecían con el sentido de injusticia, y parecía que pudiera estallar en llanto en cualquier momento.
—An Jing, al ver esto, no pudo evitar reír. Era obvio para ella que Linghe no estaba hecha para las dificultades.
—Al final, Linghe sí lloró, pero solo dejó caer discretamente dos lágrimas antes de secárselas rápidamente con la manga. Ella tenía su orgullo; después de todo, aún era una Princesa Comandante. ¿Cómo iba a llorar abiertamente y convertirse en motivo de burla?