Al escuchar las palabras de Su Chengyu, An Jing se levantó inmediatamente —Esta mujer rinde sus respetos a la Corona.
An Jing no deseaba arrodillarse y rendir respeto, pero en una tierra donde la autoridad real era suprema, ciertas órdenes debían ser seguidas. Sin embargo, antes de que pudiera arrodillarse, Xiao Changyi la detuvo.
Los ojos de Xiao Changyi eran fríos y penetrantes mientras miraba a Su Chengyu —Su Chengyu, ¿has venido aquí para hacer que mi esposa se arrodille ante ti? Si ese es el caso, ¡vete inmediatamente y regresa a la Capital!.
Su Chengyu no pudo evitar sonreír con amargura —Hermano Yi, ¿por qué la ira? —dijo—. Estaba a punto de ayudar a la Cuñada a levantarse y decirle que no hay necesidad de arrodillarse, pero tú me has adelantado.
Al ver que Su Chengyu efectivamente se había levantado y ya no estaba sentado en el pequeño taburete, Xiao Changyi lo dejó pasar y continuó asando batatas.
