El corazón de la Tía Yang dio un vuelco al ver su expresión tan seria.
—Joven, no estarás hablando en serio, ¿verdad? —Song Yi asintió.
—Sí.
Su rostro, considerado delicado entre los jóvenes del pueblo, se sonrojó ligeramente.
Se presentó con toda seriedad.
—Señora, este año tengo veintitrés años, sin malos hábitos. Mis padres han fallecido, y hay algunos hermanos mayores y tíos en la familia que no son importantes.
Mi salario mensual es de veintitrés yuanes y cinco jiao, también tengo varios cupones de ración.
Mientras la chica tenga buen carácter y no haya personas excepcionalmente malas en su familia, estoy dispuesto a considerarla. No me importa ser yerno y mudarme a la casa de la esposa...
Xiao Heping se sentó al lado, descansando con los ojos cerrados.
Al oír la conversación de ambos, su ceño se frunció y las comisuras de su boca se contrajeron involuntariamente.
—...¡Song Yi! —dijo con voz fría.
—¿Acaso debes ser tan familiar?!