—Penélope, ¿dónde estás? —preguntó el doctor, mirando a Penny, quien se reclinaba en su asiento con los ojos cerrados—. Penny, ¿me oyes?
Penny no respondió durante un minuto completo hasta que susurró:
—Sí.
—¿Dónde estás ahora?
—Aquí.
—¿Dónde es eso?
—... —Penny hizo una pausa, sus ojos parpadeando bajo sus párpados—. Cementerio.
—¿Qué haces allí, Penélope?
—De pie.
El doctor inclinó ligeramente la cabeza mientras preguntaba con cuidado:
—¿Puedes intentar mirar a tu alrededor?
Penny no respondió, pero en el recuerdo en el que estaba, miraba a su alrededor. Tras una breve pausa, el doctor preguntó:
—¿Qué ves?
—Mamá.
—¿Qué está haciendo tu mamá?
—Llorando —las líneas entre las cejas de Penny se pronunciaron más.
—¿Qué más hay ahí, Penélope?
El rostro de Penny se desmoronó mientras sus labios comenzaron a temblar:
—Mamá... está llorando porque Papá está muerto. Mamá... deja de llorar ahora. Está bien.
