—He estado a dieta y en entrenamiento constante. Tenía mucha hambre, así que cuando vi los chocolates, los comí.
Todo el mundo miró a Hugo con sorpresa.
—¿¡Qué?! —Slater salió rápidamente de su asombro, mirando a su hermano mayor con incredulidad—. ¡¿Fuiste tú quien los comió?!
Nina frunció los labios.
—Segundo hermano, ¿estás seguro de que son los mismos chocolates? —Nina sabía que era Penny de corazón. Hugo era conocido por su dedicación y disciplina. Nunca lo habían visto hacer trampas, y siempre había sido íntegro. Ni siquiera sus padres podían hacerle comer si estaba ayunando.
—Sí, son los mismos chocolates —Hugo recogió uno de los envoltorios y lo examinó de cerca—. Están deliciosos.
—¡Segundo hermano! ¿Estás tratando de cubrir a Penny!? —Slater frunció el ceño profundamente, incapaz de aceptar esto.