—Sí, el joven maestro se lo dio a la joven señora —contestó Xiaobei.
—¿De dónde sacó eso tu joven maestro? —preguntó Wei Ruo.
—Bueno... no lo sé... —Xiaobei fue evasivo.
—¿Tu joven maestro está en el patio? —preguntó Wei Ruo.
—Sí.
—¡Voy a buscarlo!
Ya que la respuesta de Wei Jinyi no se podía obtener de Xiaobei, ella bien podría preguntar al propio Wei Jinyi.
En el dormitorio, la mitad inferior del cuerpo de Wei Jinyi estaba cubierta por la colcha, y la parte superior estaba apoyada contra el cojín, sosteniendo un libro en su mano.
Llevaba puesto un bata blanca, y su cara todavía estaba un poco pálida, y parecía un hombre demacrado que justo había sido empapado por la lluvia.
Wei Ruo se acercó y Wei Jinyi levantó la vista hacia ella.
—¿Me estás regalando este valioso ginseng? —preguntó Wei Ruo, señalando la caja en su mano.
—Sí.
—¿Dónde conseguiste algo tan valioso? —Wei Ruo tenía curiosidad.
—Hace algunos años salvé a un anciano, es un regalo de él —respondió Wei Jinyi.