La puerta estaba abierta, y mientras Shen Jianhua miraba hacia adentro, vio a Shen Mianmian sentada en la cama, como una supervisora, sin intención de ayudar. Frunció un poco el ceño.
—Mianmian, ¿por qué no le das una mano a Siyu? Ese es un balde grande de agua; ¿cómo podría ella llevarlo?
Se sentía algo culpable hacia su hija, pero no quería que creciera siendo egoísta. Esperaba que las hermanas se apoyaran mutuamente en el futuro, haciendo que sus vidas fueran cada vez mejores.
Shen Mianmian se rió, —Si ella no puede llevarlo, ¿significa que yo sí puedo?
—No te estoy pidiendo que lo cargues; te estoy pidiendo que ayudes a levantarlo —El ceño de Shen Jianhua se acentuó, sintiendo que su hija tergiversaba sus palabras.
No quería culparla, pero creía que Siyu definitivamente sería capaz en el futuro. Al entrar en la escuela secundaria, se verían menos a menudo. Si no formaban un vínculo más estrecho ahora, su afecto podría disminuir una vez que comenzaran sus propias familias.