Yingbao y los demás terminaron de comer sus fideos. Miraron a su alrededor pero no encontraron lo que necesitaban.
Luego llegaron a la tienda del cantero, donde Yingbao se sorprendió al ver una gran estatua de piedra frente a la tienda.
La estatua era de una mujer, con un moño alto, mangas anchas y cintas, y flores de peonía bajo sus pies. Parecía como si estuviera a punto de volar hacia los cielos.
—Maestro, anciano, ¿esta estatua está en venta? —preguntó Yingbao.
El cantero movió su áspera mano: "La estatua ya fue encargada por alguien más, no está en venta."
—¿Quién la encargó? ¿Alguien de la Aldea del Árbol de Jujube? —Yingbao tenía curiosidad.
—Señorita, ¿cómo supo que fue encargada por alguien de la Aldea del Árbol de Jujube? —El cantero asintió y preguntó a cambio.
—De hecho, soy del Templo Taoísta Wuchang en la Aldea del Árbol de Jujube —dijo Yingbao.