En septiembre, finalmente, aquella persona de Pekín llegó.
Esta vez no solo vino para tratar su úlcera, sino que también trajo el edicto imperial, para investigar a Pei Shixian, y si los rumores eran ciertos, para llevarlo a Pekín para una audiencia con el Emperador.
Porque Pei Shixian se había hecho bastante famoso en el Condado Qinchuan, era conocido como el Maestro Pei.
Según los rumores, el Maestro Pei estaba bien versado en astronomía y geografía, podía predecir el futuro y discernir la fortuna de las estrellas.
Además, tenía una hija afortunada, de quien se decía que incluso el Qin Tianjian había adivinado y que alguna vez había salvado la vida del príncipe.
—Hermano Wuchang, pareces bastante relajado —Qin Zhaolin miró al pueblo frente a él con las manos detrás de la espalda—. Este lugar tiene un paisaje espléndido y una población talentosa, no es de extrañar que a menudo produzca individuos peculiares.