—Changxiu no entendía por qué Yingbao quería atrapar un erizo, pero aún así agarró una rama y corrió hacia allí, golpeando suavemente la espalda del erizo que huía. Al instante se quedó rígido y se enrolló en una bola.
—Yingbao se agachó en el suelo y miró la bola de púas, sin saber cómo proceder.
—Joven doctor, espera, iré a buscar un poco de hierba para atarlo —dijo Changxiu—, y luego corrió hacia la hierba.
Poco después regresó con un manojo de hierba larga y delgada en la mano, rápidamente la tejió en una red. Usando el palo, empujó al erizo hacia la bolsa de hierba y lo levantó. —¿Podemos volver ahora? —preguntó.
—Yingbao asintió. —¡Vamos! De vuelta a casa.
Cuando regresaron a su alojamiento, Yingbao puso al erizo en una cesta de bambú. Changxiu también recogió algunas hojas de loto del lago para ponerlas debajo de la cesta.