Al día siguiente, Yingbao organizó que Chuchu la ayudara a limpiar y arar la tierra, para expandir el huerto.
La parcela original era demasiado pequeña, y sus padres estaban muy ocupados, siendo ella pequeñita no podía arar, así que tuvo que traer a una ayudante.
Como resultó, no estaba equivocada, Chuchu era extremadamente capaz, no solo eficiente sino también particularmente meticulosa.
Primero cortó las malas hierbas, luego comenzó a cavar la tierra, arrancando las raíces de la hierba y de los arbustos, sacudiendo la tierra y amontonándola en un montículo.
Mientras Chuchu cavaba, deshacía la tierra e incluso recogía las piedrecitas, dejando el suelo suelto y llano.
Yingbao estaba muy satisfecha y le dio de inmediato un huevo cocido.
Chuchu aceptó el huevo, sus ojos se enrojecieron y agradeció en silencio, «Gracias».
—De nada, cómelo rápido y ah, de ahora en adelante cuando cocines, puedes tomar algunas verduras para ti. Después te traeré un poco de sal —dijo Yingbao.