—... —El Sr. Shen Jingchuan parecía estreñido, encontrando insoportable tal petición sentimental, apenas podía mirar al anciano a los ojos.
—¿Realmente tengo que hacer esto? ¿Qué tal si cambias tu petición? Prometo que aceptaré, de verdad.
Shen Yuan frunció los labios.
Honestamente, ver reaccionar a su hijo de esta manera lo llenaba de un cierto grado de decepción.
Pero entendía que la situación en la que estaban no era solo culpa del chico, él como padre tenía una parte significativa de la responsabilidad.
—Jingchuan, a partir de ahora no te pediré que hagas las cosas a mi manera porque has crecido. Tienes tus propios planes y aspiraciones, así como tu propia vida y futuro.
—La petición que acabo de hacer no puede considerarse tanto una exigencia hacia ti, sino más bien un deseo personal mío. Si realmente lo encuentras difícil, entonces yo, como tu padre, no te coaccionaré.