—Sabes lo que pienso.
—Así lo dijo.
—Su voz era fría.
—Aunque tardó en reaccionar, Wen Linyu lo había dejado claro, y ella lo entendió.
—No entendía asuntos del corazón, pero sabía que frente a Wen Linyu su corazón nunca había saltado un latido. No había amor.
—Qué desalmada. —Wen Linyu se rió, impotente y autocrítico.
—Esta será la última vez, no volveré a visitar. Cuando estés listo para levantarte, puedes avisarme.
—Ella permaneció inmóvil, su mirada fija en la distancia, hablándole a Wen Linyu.
—Aunque Wen Linyu no quisiera levantarse, sintió un atisbo de culpa al ver sus piernas.
—Wen Linyu inclinó la cabeza sin hablar, ambas manos agarrando los mangos de su silla de ruedas, sus venas sobresaliendo en el dorso de sus manos.
—¿Por qué regresaste a Ciudad Jin? —Tardó un rato antes de que Wen Linyu pudiera preguntar en voz alta.
—Lu Qingyi no respondió, solo observó en silencio a Wen Linyu.
—No había necesidad de explicar.
—Me voy.