Xu Boyan observó a los ojos de la chica.
—Porque lo vales —dijo.
Quizás Lu Qingyi era esa ocurrencia inesperada en su vida, el único y verdadero accidente.
¿Vale la pena?
¿Qué vale ella?
Lu Qingyi de repente se rió.
—Ella dijo que no debería haber venido al mundo.
Habló despacio, muy despacio.
Quizás Yao Meishu era realmente la madre más cruel del mundo.
—Yo esperaba tu nacimiento.
Xu Boyan naturalmente sabía quién era la 'ella' de la que hablaba Lu Qingyi, y se sentía especialmente desconsolado.
Su pequeña amiga debió haber sufrido mucho cuando era niña, ¿verdad?
¿Cómo puede haber padres tan crueles en el mundo?
Si Lu Qingyi no hubiera nacido, él nunca la habría conocido. Entonces, el nacimiento de Lu Qingyi era lo que él esperaba.
—Gracias —Lu Qingyi sonrió, genuinamente.
Las palabras de Xu Boyan, incluso si fueran engañosas, la hacían sentirse feliz.
Ella había escuchado palabras similares de otros antes, pero no habían despertado ninguna emoción.