—Sí, porque amaba a Lu Qingyi, siempre la consentía, siempre intentaba satisfacerla. Ella era su chica y él estaba destinado a tratarla especialmente bien.
Ya entrada la noche, Lu Qingyi y Xu Boyan caminaban de la mano hacia el parque de atracciones.
De pie al pie de la montaña, Lu Qingyi levantó la vista hacia la noria, cuyas luces estaban encendidas al caer la noche, emitiendo un hermoso resplandor.
—Xu Boyan, ¿sabías que hay una hermosa leyenda sobre la noria? —Lu Qingyi miró a Xu Boyan y preguntó, sus ojos llenos de risa.
—Lo sé. La leyenda dice que la noria es para los enamorados, y cada vez que gira, otra pareja puede compartir un beso en el mundo porque existen ángeles en la noria. Dicen que cada caja de la noria está llena de felicidad y su propósito es ascender al cielo con alguien a quien amas. Montar la noria se supone que es acerca de la felicidad... —Xu Boyan miró a Lu Qingyi afectuosamente mientras hablaba suavemente y con ternura.