—¡Yang Bocazas, cierra la boca! Si acusas a mi hermana de nuevo, ¡arrancaré esa bocaza que tienes! —An Ping salió disparado.
Lo que más odiaba Yang Yonghua era que le llamaran Yang Bocazas. Al oír que An Ping le decía así, se enfadó y, señalando la nariz de An Ping, le regañó —¡Pequeño insolente, no creas que tu hermana es algo especial! ¡Meteiéndose en el bosquecillo con un hombre, ella no es más que basura!
—¡Hijo de puta! —An Ping, al ver a An Hao conteniéndose, se enfureció tanto que enseguida se lanzó y comenzó a forcejear con Yang Yonghua.
Mientras luchaban, el hijo de Yang Yonghua, Yang Erdan, salió de la multitud —¡An Ping, te atreves a pegar a mi madre! ¡Te voy a matar!
Y en un instante, reinó el caos.
An Ping y Yang Erdan empezaron a pelear.
—¡Dejen de luchar! ¡Deténganse! ¡Suéltese! —An Shuchao estaba pisoteando de ira, tratando de intervenir y separar la pelea.
