Mientras hablaban, un grupo de personas se apiñó y comenzó a susurrar para tener una discusión privada.
—Tian Niu, ¿crees que es inapropiado que cinco hombres adultos golpeen a una mujer? —preguntó uno.
—¿Eres estúpido? ¿Quién te dijo que la golpearas? ¿Todavía quieres trabajar en el instituto de diseño en el futuro o quieres que te despidan? —Tian Niu se sentía profundamente frustrado por la falta de inteligencia en sus colegas.
—Entonces... ¿qué tal destrozar su casa? —Eso tampoco parece estar bien, ¿verdad?
—¡Eres un bandido! —Tian Niu se quitó la gorra y lo abofeteó con ella dos veces.
—... ¿No estás actuando más como un bandido, siendo honestos? —murmuró el Guerrero.
—Entonces, ¿cuál es tu plan? —Lin Chen no pudo evitar preguntar.
Tian Niu se acarició la barbilla y reflexionó durante mucho tiempo antes de decir:
—¿Hay alguna manera de darles una lección a la madre y a la hija sin que Qin Jian y los aldeanos sepan que fuimos nosotros?