—Por supuesto que estaba feliz —los ojos de Song Yueqin danzaban mientras hablaba—. Le dije que el regalo era de mí.
—¿Qué? —Song Fei se puso ansioso al escuchar esto—. Ese regalo era claramente de mí, ¿cómo se convirtió en tuyo? Te pedí que hablaras bien de mí frente a Qin Feng, ¿pero no has hecho nada?
—No seas impaciente. A Qin Feng originalmente no le gustabas, así que por supuesto se negó a aceptar cualquier cosa de ti —le explicó Song Yueqin—. Si ella está de buen humor algún día, aprovecharé la oportunidad para contarle todo. Entonces el efecto será mucho mejor, ¿entiendes?
—Song Fei pensó que había algo de sentido en eso y asintió continuamente—. Está bien, entonces te encargaré esto, hermanita, por favor cuida más a tu hermano.
—Song Yueqin se rió—. Cuidar está bien, ¡pero qué hay para mí después de preocuparme tanto tiempo por ti!
—¡Tú dilo!
—Dame otro tubo de ese lápiz labial —Song Yueqin aprovechó el momento para extorsionar.
