—Jajajaja... —un comentario de un colega más joven desató una sala llena de carcajadas estruendosas.
—Realmente no tienes miedo a morir, admiro tu espíritu —dijo el comandante de la compañía, sacudiéndose la tierra de encima y riendo—. Será mejor que tengas cuidado mañana. El trabajo no será fácil. ¿Todavía quieres que Qin Jian sea tu mentor? Si quieres que te recuerde... jeje... ten cuidado con su trato especial.
El colega más joven echó un vistazo furtivo al comandante de batallón, vio su rostro serio y sintió su corazón latir con miedo por si recibía atención especial mañana.
Por eso, rápidamente empezó a hacer la pelota:
—Nuestro Qin Jian no es así... ¿Verdad, comandante de batallón?
—No se puede decir realmente... —intervino Qin Jian con indiferencia.
—Entonces, probablemente debería hacer una salida rápida... —el colega más joven inmediatamente se replegó entre la multitud.
An Hao encontró que lo más difícil era lidiar cuando un montón de gente la molestaba.
