—Está bien, abuela Li, no te preocupes más por mi hermana. ¡Cuando llegue el momento, preocúpate por mi propio matrimonio! —An Ping bromeó con una sonrisa traviesa a la anciana dama.
—Lárgate de aquí, mocoso que apenas has crecido pelo —le regañó la abuela Li entre risas.
—¿Quién dice? ¿No me crees? Tócalo, estoy a punto de dejarme barba. —An Ping molestó bastante a la abuela Li, luego soltó a An Hao y fue a abrir la puerta.
Los ojos de la abuela Li se posaron en Qin Jian y los otros dos hombres, examinándolos durante un rato, asintió:
—Hola, ingeniero, hola, ingeniero, ¡nuestra querida niña va a casarse con un ingeniero! Es un poco mayor, pero sabe cómo valorar a alguien. ¡An Hao es una chica afortunada!