Después de terminar de hablar y ver que Qin Jian no reaccionaba, preguntó de nuevo con ilusión —Gran Hermano Qin, si accidentalmente me torciera el tobillo, ¿también me llevarías de regreso?
—Mentón —Qin Jian dijo concisamente con dos palabras.
—¿Qué? —Song Yueqin no entendió lo que él quiso decir.
—An Hao, tienes sudor en el mentón —Qin Jian repitió.
—Te lo limpiaré enseguida —An Hao rápidamente sacó un pañuelo y suavemente secó las gotas de sudor de su mentón.
Al ver la actitud fría de Qin Jian hacia ella, Song Yueqin se sintió molesta y avergonzada. Realmente quería preguntarle a Qin Jian si tenía alguna objeción hacia ella.
Pero las palabras que llegaron a sus labios fueron tragadas de vuelta.
Si él verdaderamente la ignoraba de nuevo, ¿no perdería su dignidad al buscar su compañía?
—Gran Hermano Qin, me iré primero. Mi casa está en una dirección diferente a la tuya, así que no caminaré contigo —Song Yueqin se despidió de él.