La acción de rezar a los dioses y adorar a Buda siendo comparado con esquemas piramidales era algo que el Viejo Wang nunca había oído antes.
Miró a la niña en la cama, las lágrimas llenando los bordes de sus ojos, su expresión compleja.
Entonces, ¿en sus sueños, Pequeña Tía podría ser atraída por la sombra virtual del Buda para tratar a su familia como ofrendas sacrificiales solo para cumplir su deseo?
Así es.
Los niños son así, desean algo y no se detienen ante nada para conseguirlo. ¿No había ido el hijo de un pariente a jugar a su casa un año, insistió en jugar con su computadora y, cuando perdió el juego, destrozó el ordenador en pedazos en el suelo?
Por lo tanto, para los niños, sacrificar amigos y parientes para cumplir sus propios deseos no está fuera de discusión.
Ya sintiendo que Pequeña Tía perdería, el Viejo Wang lamentaba: "Reformarse de ser malvado es solo momentáneo; seguirá siendo un fantasma malvado, molestando a los mortales en el futuro".
