—¡Lo tengo! —exclamó Li Chunhua emocionada al recordar que el cofre del tesoro daría alimentos y agua.
Y si tuviera suerte, también podría conseguir ingredientes y dejar que los supervivientes con habilidades culinarias impresionantes le prepararan un plato.
Y si alguien logra hacer un plato con una calificación A, entonces su misión estará cumplida.
Cuanto más lo pensaba Li Chunhua, más feliz se sentía.
Pequeño Baozi puede estar algo atrasada en otras cosas, pero cuando se trata de alimentos, es muy inteligente.
Li Chunhua se frotó la nariz, orgullosa de sí misma por haber formulado el plan.
Tanto el devastado Gong Panli como el señor Fang se sobresaltaron por su grito y levantaron la cabeza y los ojos en su dirección.
—Chica, no grites de repente —dijo el señor Fang, frotándose una parte del pecho que le dolía levemente.
Gong Panli, cuyos ojos estaban húmedos y cuyos labios tenían heridas de morderse, no dijo nada, solo la miró fijamente.