Evelyn jadeó, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. Su mundo comenzó a girar, las palabras de Mariam hacían que su visión se volviera borrosa con lágrimas. ¿Podría ser cierto? ¿Su madre, Gracia, seguía viva? ¿Podría finalmente liberarse de los pecados de haberla matado?
—¿Qué quieres decir? —Damien frunció el ceño, avanzando un paso y cerniéndose sobre las mujeres pequeñas. Sus ojos se oscurecieron peligrosamente, su enojo hizo que tanto Reema como Mariam se encogieran de miedo.
—Ella solo está balbuceando. No hagas caso a sus palabras —tartamudeó Reema, aferrándose firmemente a su madre que temblaba bajo la presencia intimidante de Damien.
—¡No me mientas! —Damien advirtió, avanzando un paso y obligando a ambas mujeres a retroceder.
—¿P-por qué mentiría sobre eso? Ella tiene una enfermedad grave y actúa así todos los días. Y tú acabas de desencadenar su peor recuerdo —Reema replicó, con lágrimas corriendo por sus ojos.