Los ojos de Avery se agrandaron de shock, y Evelyn reflejó su sorpresa, sin esperar que la niña bonita se rebelara. Intercambiaron miradas antes de que Avery rompiera a reír, encontrando divertido el aspecto de nariz roja de Elaine, parecido al de un payaso.
—¡Tú! ¿Cómo te atreves? —explotó Elaine, limpiándose la cara. Levantó la mano para golpear a Kiana, pero de repente un gigante se interpuso entre ellas. La mano grande de Juan sujetaba con fuerza la pequeña muñeca de ella. Había acudido corriendo por el alboroto y empujó bruscamente a Elaine, haciendo que se tambaleara hacia atrás.
—¡Voy a demandarte, Evelyn! Solo espera y verás —rugió Elaine, asomándose por detrás de la imponente figura de Juan.
—Bueno, técnicamente hablando, deberías demandar a Kiana —comentó Avery, cruzándose de brazos. Señalando la CCTV, continuó—. Ella fue quien te lastimó, así que adelante e intenta demandar a la preciada hija de Zevian.