Gu Yundong se acercó a él expectante. —¿Los vendiste todos?
Los dos estaban parados en la puerta de la cocina. Había una sombra bajo el techo. Si uno no miraba con atención, no podría ver a los dos de pie aquí.
Shao Qingyuan sacó lingotes de plata. —Los dos jabalíes se vendieron por un total de 80 taeles de plata. El precio de los cerdos domésticos de la ciudad del condado es de 18 monedas de cobre el catty. El jabalí es mucho más caro, 80 monedas de cobre. El jabalí más pequeño pesa 330 catties. Lo vendí al restaurante. El tendero me conoce allí. Incluyendo el faisán, pedí 30 taeles de plata. El grande fue del agrado de un joven maestro rico. Fue generoso y directamente me dio 50 taeles de plata. Un total de 80 taeles. Aquí están los 40 taeles que te corresponden. Tómalos.
Gu Yundong sabía que los jabalíes eran caros, pero no esperaba ganar 40 taeles de una sola vez.
No, no, no. ¿No era inapropiado recibir cuarenta taeles de plata de él?
